El enfrentamiento ocurrido ayer domingo en Acapulco entre maestros del SNTE contra sus homólogos de la CNTE, no es sino el resultado del tinte manipulador y sectario aplicado por el equipo del presidente electo de México al tema de la derogación de la reforma educativa.
El problema es que ambos bandos, CNTE y SNTE, tratan de imponerse como grupos agraviados en un cruce de acusaciones mutuas sobre quien inició la gresca, cuando en realidad los lastimados no son ni cetegistas ni institucionales, sino la sociedad guerrerense condenada a pagar los costos de carecer de un sistema con auténtica vocación magisterial.
Desde que López Obrador anunció la determinación de dar marcha atrás a la reforma educativa peñanietista, la sociedad ha sido inducida a contextualizar que el asunto es un simple borrón y cuenta nueva, sin tomar en cuenta elementos legales y políticos ineludibles al momento de materializar ese objetivo.
En realidad, el virtual Secretario de Educación Pública a partir del primer día de diciembre, Esteban Moctezuma, está siguiendo los mismos pasos que utilizó el ex titular de la SEP, Aurelio Nuño, en cuanto al proceso para crear un nuevo modelo educativo: presentar un plan de propuestas utópicas sin tomar en cuenta que lo sustancial en este caso es trabajar primero en una reestructuración integral de la base magisterial.
Mientras las disposiciones de planes educativos sigan supeditadas a los intereses particulares del SNTE y la CNTE, ninguna modificación al modelo educativo mexicano funcionará. Particularmente en los estados de Guerrero, Oaxaca y Chiapas, en los cuales ambas organizaciones sindicales representan feudos inexpugnables de control educativo y protagonizan una guerra por el poder sin importarles los beneficios para los educandos.
De hecho, desde que iniciaron los foros educativos organizados por Esteban Moctezuma, el proyecto de derogación de la reforma educativa caminaba sobre rieles, hasta que el plan tocó tierras sureñas: una vez más Guerrero despertó a la realidad a los funcionarios fifí del próximo gobierno.
Por lo pronto, en los foros no se ha informado que para lograr la derogación de la reforma se necesita cubrir un proceso constitucional que requiere de la aprobación de dos terceras partes del Congreso federal, -67 por ciento-, porcentaje que no reúne Morena ni con la suma de sus aliados.
La clave para lograr la desaparición de la principal reforma de Peña Nieto se localiza en que el próximo gobierno federal no tiene otra salida para lograr la mayoría calificada que negociar con legisladores priistas y panistas, lo que no se ve tan fácil ya que en el fondo se aprecia la intención de devolver el control de la educación a Elba Esther Gordillo, quien se ha declarado enemiga del PRI y del PAN.
Hace menos de cuatro meses, durante el cierre de campaña de AMLO en Oaxaca, entre las figuras políticas que ocuparon mayor atención de los medios de comunicación, destacaron los líderes de la sección magisterial 22 en la ciudad capital de esta entidad. Delegación identificada con la anarquía, la violencia y el desquiciamiento de la economía de los oaxaqueños.
Su presencia en el templete no hizo sino ratificar que la CNTE constituyó uno de los batallones más sólidos del lopezobradorismo en la lucha por la presidencia de la República, lo que perfilaba el nuevo modelo educativo hacia conceptos teóricos que fortalecen la tesis de la insurrección para lograr transformaciones sociales, y relegan los cauces académicos como eje de superación personal y colectiva.
En la dialéctica del poder no se puede jugar con fuego gratuitamente: ayer la CNTE después de reventar el foro educativo y tomar el templete dejó bien claro que esa organización no le entregó un cheque en blanco a López Obrador, y subrayaron que lo último que podrían permitir es el regreso de la aliada de AMLO, Elba Esther Gordillo.
Si el objetivo perseguido durante años por los cetegistas es sepultar la evaluación educativa de maestros que buscaba terminar con el tráfico y venta de plazas magisteriales a personas sin carrera magisterial, y la asignación de plazas a familiares y amigos de gobernantes, parece que la CNTE a pesar de abanderar esta causa, no la utilizará como moneda de cambio para aceptar un nuevo entronamiento del gordillismo.
Al final de cuentas, ahí se encuentra estancado cualquier propósito reformador. No es asunto de defender profesionalización, estrategias de aprendizaje o contenidos educativos, sino de proteger cotos de poder político y presencia militante.
Los lastimados pues, no son ni cetegistas ni institucionales, somos los guerrerenses.
(Foto: El Sur)
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