Mientras que la mayor parte de la sociedad permanece distraída por el seguimiento de la campaña electoral, el gobierno municipal de Evodio Velázquez Aguirre comenzó el operativo despedida del ayuntamiento, consistente en orientar recursos financieros y equipamiento urbano en favor de candidatos de su partido, el PRD, pero sobre todo para apoyar la campaña de la primera dama, Perla Edith Martínez, a la diputación local.
De hecho, la candidatura de Perla Edith Martínez por la coalición PRD-MC-PAN, representa el microuniverso del estilo de gobierno de Evodio Velázquez: utilizar el presupuesto municipal para obtener privilegios particulares.
La utilización de personal de seguridad, camioneta blindada, vehículo de resguardo, brigadas municipales y violación de reglamentos urbanos imputados a la candidata a diputada por el distrito nueve local, son apenas una pizca de la inversión que se destinará desde el palacio del Papagayo para perseguir el triunfo en las urnas el primer domingo de julio.
La candidatura de Perla Edith Martínez es en síntesis una muestra de la corrupción modernizada desde espacios de la oposición que supuestamente buscaron cargos de gobierno para desterrar la podredumbre del sistema.
La candidatura de la esposa del alcalde es apenas la punta del iceberg: en la práctica administrativa la opacidad del gobierno municipal ha producido una nueva generación de personajes encumbrados económicamente a su paso por la administración acapulqueña.
A los integrantes de la élite que controla actualmente el ayuntamiento porteño se les conoce como el grupo de Los Compadres; integrado por Jesús Rangel Hernández, Mauricio Moreno Espinoza, Karla Sánchez, Iván Orlando Velázquez Aguirre, Carolina Covadonga Duras y Guillermo Galeana Salas. Todos ellos han sido objeto de acusaciones de corrupción durante el actual gobierno, pero el alcalde nunca permitió profundizar en las investigaciones sobre esos señalamientos.
El tema de la descomunal corrupción generada por estos personajes se ha ventilado abiertamente en medios de comunicación, lo que ha motivado un creciente encono social contra la administración de Velázquez Aguirre.
De ahí que cuando la esposa del alcalde decidió iniciar campaña electoral en el poblado de Xaltianguis, los organizadores del evento tuvieron que prometer entrega de despensas, paquetes de fertilizante y apoyos económicos para lograr reunir a los asistentes al arranque del recorrido proselitista.
El problema para los acapulqueños es que en lugar de someterse a una evaluación ciudadana real que le permita detectar el grado de rechazo que han generado hacia su gobierno los escándalos de corrupción, el presidente Evodio va a regañar a los que coordinan la campaña de su esposa y destinará mayores prebendas municipales en sus intentos de elevar la preferencia electoral de la primera dama.
Antes de tomar una decisión, lo más recomendable para el alcalde será revisar los archivos de la última elección de comisarios realizada en Acapulco, en la cual precisamente el PRD perdió la mayoría de las representaciones comunales, como primera evidencia de que su partido es reprobado en el distrito por el que contiende Perla Edith Martínez.
En este escenario, seguramente el gobierno municipal concentrará todos sus recursos financieros y humanos en la cruzada por la diputación del distrito local nueve, aunque en el fondo una derrota no terminaría con las aspiraciones de Martínez Ríoz después de que su esposo logró colocarla también en el segundo lugar de la lista de candidatos perredistas plurinominales.
Al final de cuentas se aprecian indicios de que más que perseguir el triunfo de su esposa en las urnas, a Evodio lo que le interesa es que esa victoria representaría la nota de aprobación de su administración.
De cualquier forma, la diputación la tiene segura por las dos vías: responsabilidad administrativa y corrupción moral.
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