Miguel Ángel Arrieta
Si la política es el catalizador para entender la realidad como es y no como muchos quieren que sea, la lección pasó de noche para el exalcalde Evodio Velázquez Aguirre.
Coincidimos con Evodio hace unos días como invitados en el programa Contacto Ciudadano que conduce Carlos Inoriza. Me llamó la atención que cuando lo cuestioné sobre el hecho de que en la calle un gran número de Acapulqueños tiene la percepción de que su gobierno y él fueron empapados por la corrupción, pese a su alegato de inocencia, Velázquez Aguirre dijo que gran parte de los ataques provenían de la prensa a la que no le cumplió el pago de compromisos publicitarios y remató con la certeza de que su partido, el PRD, resurgirá de las cenizas y se elevará como ave fénix.
Antes de presumir que el sol azteca se transformará en la mítica ave, el expresidente Acapulqueño debería entender la necesidad de comenzar por aclarar cuáles fueron los motivos que lo llevaron a entregar un ayuntamiento en descomposición.
Al expresidente municipal se le olvida que más allá de sus boletines y declaraciones defensivas, tiene que ser muy explícito para disipar los señalamientos ciudadanos de que su gobierno ha sido de los peores que ha tenido Acapulco.
Durante las últimas dos semanas, Evodio Velázquez ha seguido una cruzada para lavar su imagen: afirma que la clase política mantiene una guerra contra él; se victimiza como el blanco de medios de comunicación a los que no les cumplió financieramente, lo que resulta extraño cuando circula un video en el que acompañado del dirigente nacional del PRD, Ángel Ávila Romero, piden a golpe de billetazos el apoyo de la prensa.
Por lo pronto, prevalecen tres puntos que si fueran transparentados por el exalcalde generarían un hálito de credibilidad a lo que alega en su defensa política.
1.- Cuando Evodio recibió el gobierno municipal, la deuda financiera de la Capama ascendía a 90 millones de pesos; al entregar Velázquez el ayuntamiento, el mismo concepto cerró en 535 millones de pesos, casi un 500 por ciento del monto inicial.
Lo grave del asunto es que hasta la fecha no se ha explicado donde quedó el dinero para cubrir ese compromiso.
2.- Evodio Velázquez inició su trienio con una nómina municipal de siete mil empleados, pero el pago de cuotas políticas y la entrega de 500 plazas irregulares a los sindicatos de la burocracia municipal, incrementaron la nómina hasta tener nueve mil 200 trabajadores, lo que implicó un tiro de gracia al famélico presupuesto del ayuntamiento porteño.
3.- La administración 2008-2012 firmó ventajosamente un convenio para entregarle a la empresa Óptima los ingresos del denominado Derecho de Alumbrado Público, DAP, hasta finales del 2021, lo que en la práctica equivale a pagar a esa firma la cantidad de 90 millones de pesos por año durante una década, sumando un total de 900 millones de pesos, a cambio del servicio de mantenimiento a la red de alumbrado público.
En diciembre del 2012, el gobierno de Luis Walton inició una acción legal de inconformidad para anular dicho convenio; el área jurídica del ayuntamiento le dió seguimiento con buenas expectativas hasta el 2015 que vino el cambio de administración.
Posteriormente, entre sus primeras órdenes, Evodio Velázquez dispuso por razones hasta ahora no conocidas cancelar el procedimiento jurídico que apuntaba ya una posibilidad de resolverse en favor del ayuntamiento.
Al abandonarse el caso, la oportunidad de revertir el amañado arreglo, se perdió por términos de caducidad.
Al final de cuentas, los Acapulqueños siguen pagando 90 millones de pesos anuales hasta finales del 2021.
Hay quienes agregarían una cuarta pregunta con una tendencia reveladora: ¿Cómo le hizo el expresidente para adquirir una casa en la zona residencial de Brisamar y disponer de departamentos en Ciudad de México y Chilpancingo, en menos de un año?
De ahí que cuando aduce ser víctima de un complot, la primer lectura lleva a los analistas a plantearse porqué hasta ahora Evodio no entiende que la única guerra de la que es parte es la batalla que libra contra la imagen de él mismo ante el espejo.
En el fondo, el principal enemigo de Evodio Velázquez, es el propio Evodio.
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