Por Marcial Campuzano
La reestructuración de las dependencias que integran la administración pública estatal, sirvió de marco para que el Partido de la Revolución Democrática sacara las uñas a través de su coordinador parlamentario, Sebastián de la Rosa Peláez, al señalar que su partido es la segunda fuerza política en Guerrero, que nadie niega, y con ello advertir que son una fuerza necesaria para la gobernabilidad y la estabilidad del estado.
Sin más ni menos, las palabras de Sebastián de la Rosa en tribuna dieron a entender que cuando el PRD se decida y disponga, armará un desmadre en el estado de los que los guerrerenses están hartos, y la postura remonta a los orígenes del Partido de la Revolución Democrática que tardó muchos años de pasar de la protesta a la propuesta, y al perder el poder en el estado todo apunta que ya accionó la reversa, es decir regresará a sus inicios.
El temerario juego de palabras del también coordinador de la fracción parlamentaria del PRD de la legislatura local y eterno representante popular, también descubrió la actitud peleonera de ese partido, pues en la discusión y análisis de la iniciativa de reformas para reestructurar la Ley Orgánica de la Administración Pública del estado, sin necesidad alguna Sebastián arremetió contra la bancada panista del Congreso, al señalar que accedió a favores que le pidió el gobernador en turno para sumarse a la aprobación de la reestructuración del aparato de gobierno, cuando el PAN en voz del diputado Iván Pachuca no lo aludió.
Con ello es más que evidente que al Partido de la Revolución Democrática le costará mucho trabajo asimilar la derrota, y aceptar que en los comicios del 7 de junio de este año perdió la gubernatura, la mayoría en el Congreso local, la mayoría de los distritos electorales federales de Guerrero, y la mayoría y los municipios del estado.
La advertencia velada por Sebastián, de que el PRD es una fuerza necesaria para la gobernabilidad y la estabilidad de Guerrero dentro y fuera del Congreso, es sin dudas una postura amenazante, y así como están las cosas el estado no merece nuevos conflictos, ni muchos menos confrontaciones entre políticos, que son la esperanza de los que acuden a las urnas para que busquen soluciones exitosas para que cambie el estado de cosas que mantiene en la incertidumbre a la población, por los alarmantes niveles de violencia y de inseguridad.
El PRD ya fue gobierno en Guerrero en dos ocasiones. En el primero con Zeferino Torreblanca menospreció a la población que cuando iba en busca de apoyo la respuesta contundente del gobernante fue: yo no te pedí que votaras por mí; mientras que el segundo con Angel Aguirre a la cabeza, se caracterizó por el nepotismo y por la irresponsabilidad de ceder el poder, entre otros muchos detalles garrafales; y con Rogelio Ortega las cosas pasaron de lo peor a lo más peor.
Este tiempo de recomposición social, debe ser el escenario en el que sin importar colores ni ideologías, todas las fuerzas políticas sumen esfuerzos para corregir el estado de cosas, no para generar más problemas ni hacer amagos, considerando que el corporativismo en los procesos electorales es ya historia en Guerrero y en el resto del país, y la gente vota por quien o quienes consideran que hacen o hicieron bien las cosas, y rechazan a los que nada hacen y proponen, sean o no gobierno como ha quedado demostrado.
En esta nueva etapa de oposición, toca pues al PRD demostrar sin recurrir a prácticas añejas ni a la amenaza que puede hacer las cosas bien, y que puede contribuir para corregir el desorden que en Guerrero dejaron los dos últimos gobiernos estatales en tan sólo 4 años 6 meses de gestión
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