El PRD celebró su 27 aniversario con más pena que gloria. Porque desde la óptica que se le quiera ver, no cuenta con aspirantes con perfil ganador para el proceso electoral federal de 2018. Y si se parte además, del enorme déficit político tanto de su dirigente estatal, Celestino Cesáreo Guzmán, como de aquellos que lograron encumbrarse en una posición de poder, así como del rapaz comportamiento político de las tribus, el escenario se torna aún más desolador. Hay puntos concretos respecto de una crisis partidista que no se aprecia con salidas viables a largo plazo, ni con efectos positivos de crecimiento.
PRD: DOMINADO POR INERCIAS.- Lejos de aprovechar la coyuntura de crisis de resultados en el gobierno estatal tricolor, el PRD se ha encerrado en mutismos que solo revelan dos cosas cuando menos: tibieza del dirigente estatal Celestino Cesáreo para proyectar a un partido realmente opositor y contestatario; y acuerdos políticos inconfesables con el poder estatal tricolor que explicarían esos prolongados silencios.
En ese contexto, las tribus perredistas han dejado solo al edil de Acapulco, Evodio Velázquez Aguirre, quien enfrenta así, las embestidas políticas no solo del gobernador Héctor Astudillo Flores, a través de su aliado político de coyuntura, el Partido Movimiento Ciudadano (MC); sino también de la propia federación que dicta a la comuna porteña lo que debe hacer y somete a Evodio, a los caprichos políticos del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, en materia de seguridad pública.
Desde esa óptica, el PRD y sus tribus no solo representan a un partido político amordazado, sino que han perdido presencia y en consecuencia, fuerza. Y de no ser por las polémicas intervenciones mediáticas de la secretaria general del CEN de ese partido, Beatriz Mojica Morga, el silencio de los perredistas sería total.
Es decir, el PRI y Héctor Astudillo gobiernan sin oposición partidista.
Y al no haberla, son los propios ciudadanos a través de las redes sociales, quienes se encargan de difundir y desenmascarar a un gobierno estatal que no sabe ni conoce de resultados. De ahí se entiende el odio gubernamental hacia estos instrumentos de difusión que no son alcanzados por la censura oficial. Pero la interminable crisis del PRD se reflejará con claridad en la elección federal de julio de 2018. En cuando menos tres pistas:
1.- Al cerrarle la puerta a las candidaturas independientes, es obvio que las tribus van a reciclar a los mismos personajes de siempre. Es decir, el mensaje es muy claro: la cultura priísta de la que abrevaron, se mantiene inalterable. El problema que no advierten, es que por ese resquicio entrarán inevitables, el rechazo ciudadano, la baja votación a su favor y las derrotas electorales.
2.- Como saben que Andrés Manuel López Obrador, puntea en estos momentos en las preferencias electorales nacionales, las tribus perredistas locales le apostaron en su aniversario 27, a una posible “coalición de los partidos de izquierda” para esa fecha electoral. Es obvio que apelan a la construcción del escenario electoral deseable para ellas. O de otra forma: que el peje les haga la chamba –así como ocurrió en las elecciones federales de 2006 y 2012-, y ellos se cuelguen de la popularidad del dos veces aspirante presidencial. Arribando después y comodinamente, al poder público. Oportunismo puro. Pero AMLO ya les dijo que no. Y sin él, las tribus están condenadas de antemano, al acumulamiento anticipado de escenarios de desastre electoral.
3.- En esta vertiente, el PRD y sus tribus deben estar temerosos. Por el visible fracaso a nivel local, de todos los llamados “partidos de izquierda”. Y el impulso y aceptación que podría obtener el Morena, de López Obrador. Los desplazamientos inevitables del poder. Guerrero podría convertirse en la reedición de lo que pasó en el Distrito Federal durante la pasada elección del 6 de junio de 2015.
Es decir, que el PRD sea desplazado por el Morena. De ahí que en su 27 aniversario, las tribus perredistas festejaran lo que no podrán en 2018. Porque ya agotaron, cansaron y engañaron a los ciudadanos. Sistemáticamente. Y nunca corrigieron el rumbo. Ese es el punto.
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