Por Andrés Arias Jurado
Eran las 4:45 de aquel 9 de octubre de 1997, cuando nos despertó el ruido ensordecedor de la caída del agua sobre el tejado de nuestra humilde casa situada en la colonia Progreso, era él Huracán Paulina, nadie nos había advertido y en esos momentos aún no sabíamos lo que pasaba, solo nos imaginábamos que era una tormenta, pero no sospechábamos la tragedia tan grande que está intensa lluvia desencadenaría en el puerto de Acapulco.
Hay 294 invitados y ningún miembro en línea