Estados • 6 Agosto 2011 - 11:15pm — Milenio.com
A través de un comunicado, el mandatario estatal desmintió dicha información, luego que el viernes en la madrugada se presentarán estos hechos. La nota referida señalaba "Queman 2 casas de familiares de Aguirre Rivero en Acapulco"
Chilpancingo de los Bravo, Gro.- El gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero, negó que dos casas de sus familiares que viven en Acapulco hayan sido quemadas. La información trascendió a través de un comunicado, en el que el mandatario estatal desmintió dicha información, luego de que había sido publicada el viernes 5 de agosto, en un diario de circulación estatal.
La información refería a la madrugada del viernes fueron baleadas e incendiadas tres casas en Acapulco, de las cuales dos supuestamente eran propiedad de familiares del gobernador Aguirre Rivero.
De acuerdo con información recabada el tiroteo, duró un poco más de dos horas y media se escucharon ráfagas de rifles y hasta una explosión y ocasionó el pánico entre los habitantes quienes corrieron a meterse a sus casas y algunos gritaban buscando a sus hijos.
Centenares de familias se refugiaron en sus habitaciones y otros quedaron escondidos en casa de sus vecinos ante el temor de que fueran alcanzados por las balas.
Todos los sitios donde se vende cena, los ciber-cafés, cantinas, farmacias, los sitios de taxis, de inmediato fueron abandonados por la gente.
Los habitantes temerosos por las balas que escucharon, señalan que por esas horas fueron rehenes de los delincuentes quienes los obligaron a parar la actividad comercial y la tranquilidad que ellos vivían en ese momento.
Karina, una ama de casa dice que ella quedó atrapada entre la balacera, vio como sujetos armados llegaron en dos camionetas que dejaron en los estacionamientos de la segunda etapa y corrieron hacia uno de los edificios ubicados en el sendero Tecpan.
Ahí los mismos sujetos armados le gritaron a los niños que jugaban en ese instante ¡métanse niños, métanse!, las madres corrieron a buscar a sus hijos desesperadas y los sujetos empezaron a disparar hacia un departamento ubicado en el último piso.
Una madre desesperada gritaba el nombre de su hijo al escuchar la balacera, el niño que en esos instantes compraba dulces y al escuchar la balacera corrió a la casa más cercana para esconderse.
Las personas corrieron a sus casas, cerraron puertas y ventanas mientras se escuchaba los estruendos de los balazos. Una niña quien sacó de su vivienda una mesa para vender sus dulces, los dejó ahí porque ni tiempo le dio de guardarlos.
La persecución se siguió en vehículos y a pie por la avenida Peña Blanca, a la altura del Colegio Cri-Crí, en donde se volvió a dar un tercer enfrentamiento.
Una señora, comentó que los sujetos se metieron a una vivienda y se llevaron a un joven. Las personas que transitaban por esa avenida se escondieron en los edificios.
Calles arriba de la Unidad Habitacional, en el estacionamiento de la etapa nueve, alrededor de ocho sujetos armados se bajaron de una de las camionetas y se parapetaron para repeler el ataque de sus contrincantes.
Incluso les gritaron a todas las personas que en esos momentos realizaban diversas actividades que mejor se metieran a sus viviendas y no se asomaran por las ventanas amenazándolos con dispararles.
Un taxista informó que los sujetos armados hicieron de la suya ante la ausencia de los cuerpos de seguridad que a pesar de las llamadas de auxilio que se hicieron a través de radio nunca llegaron.
“Los delincuentes que andaban a pie persiguiéndose les quitaban los taxis colectivos a los compañeros a punta de pistola para andar buscando a sus enemigos, muchos choferes fueron bajados violentamente de sus vehículos”, relató uno de esos trabajadores del volante.
Luego de ocurrir los hechos y al arribar elementos del Ejército Mexicano, las calles se volvieron solitarias, los comercios fueron cerrados.
Afuera de las escuelas, madres que fueron a dejar a sus hijos comentaban lo ocurrido por la noche, el pánico que vivieron por algunas horas y el que ya no pueden estar tranquilos por el temor de que sean víctimas de alguna bala perdida, cuando ellos nada tienen que ver.
Entre ellas se comentaban como algunas mamás y sus hijos tuvieron que correr al escuchar la balacera en diferentes etapas; muchos se refugiaron en casas de sus amigas o vecinas más cercanas y esperar a que todo volviera a la normalidad.
Dicen que ya no son libres de caminar por las calles porque ahora los delincuentes se enfrentan a balazos y lo peor es que no hay seguridad.
Jóvenes que iban a la secundaria federal 100 y la secundaría Técnica 194, ubicada entre la quinta y segunda etapa donde se registró una de las balaceras, eran acompañado de sus padres, otros formaron grupos de seis o siete para no llegar solos.
El director de la Policía Investigadora Ministerial, Fernando Monreal, insistió que de acuerdo a datos preliminares se hablaba de 4 a 6 muertos, pero cuando el ministerio público hizo el recorrido con el ejército por las calles de 124 etapas no encontraron nada.
Sin embargo en la etapa nueve, en el estacionamiento quedó un vehículo Sentra blanco sin placas con las puertas abiertas.
Otro vehículo más color rojo quedó abandonado y destruido por las balas en el estacionamiento de la etapa 2.
El departamento que fue el blanco de los delincuentes quedó con huellas de las balas que recibió y los vidrios destrozados.
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