En Guerrero no existe la guerrilla ideológica que actúe, que entable combates contra corporaciones policiacas y menos contra soldados del Ejército Mexicano y la Marina o la PGR. Existe un silencio sepulcral de los grupos rebeldes que actuaban desde la clandestinidad.
Esto, le da cierta “tranquilidad” a la administración astudillista, que sigue lidiando –al igual que el gobierno federal- contra lo mismo: La delincuencia organizada, los narcos, células criminales, pandillas que se derivan y dañan a la sociedad.
El gobierno que encabeza Astudillo Flores, no tiene un escenario atroz como el de su antecesor -de la mitad de la década de los setenta- Rubén Figueroa Figueroa, a quien le tocó emprender la “guerra sucia”, el exterminio de los últimos reductos de la guerrilla de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez.
A poco más de cuatro décadas, el escenario cambió en Guerrero; el gobernador Astudillo enfrenta un evento adverso: La presencia irregular de policías comunitarios que sirven a otros intereses, que son un peligro latente, porque la ciudadanía los ve con miedo y desconfianza.
Ningún gobierno puede tener estabilidad en ninguna parte del mundo si tiene enfrente a poderes fácticos (el crimen), con capacidad económica, financiera, logística y tecnología de punta y cuya arma es el terror.
La presencia del mandatario Astudillo en la cabecera de San Miguel Totolapan, fue como un bálsamo para un pueblo que padece de enfermedad terminal, y ante el temible acecho de un criminal que los ha asolado mucho tiempo -El Tequilero-. Piden, claman que lo detengan.
“Existe un absoluto y determinante interés del gobierno de Astudillo por capturar al criminal”, lo ofreció el propio mandatario estatal. Es el compromiso que signó públicamente el pasado domingo en San Miguel Totolapan, el gobernador Astudillo. El pueblo confía en la palabra del mandatario estatal. Veremos y escribiremos.
LOBOS CON TRAJE DE CAPERUCITA.
La mula no era arisca: La hicieron…
Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, líder del partido Morena en Guerrero, deberá ser muy cuidadoso y desconfiado a la hora de admitir en sus filas a tránsfugas y chaqueteros del PRD, que ya quieren ir al abordaje del buque que comanda Andrés Manuel López Obrador... ¡Aguas!
Verdaderos lobos con traje de caperucita y piel de oveja pretenden embarcarse en el buque de AMLO. Verdaderos cartuchos quemados –perredistas- ahora andan de zalameros, arrastrándose como reptiles, preparándole –como edecanes- a AMLO una recepción, para el próximo 6 de mayo en el zócalo de Chilpancingo… ¡Quieren hueso!
A Pablo Amílcar, algunos lo llaman “sectario” y “arrogante”, porque es desconfiado. Y cómo no lo va ser, si tiene la presión de los mañosos ex líderes “emblemáticos” del PRD –Félix, Sollano, Ranferi, Eloy, Marcial (éste ya se siente diputado), Medrano, Mauro, Wilibaldo, Urbano-, a quienes se les cuecen las habas, se frotan las manos por subirse al barco de AMLO.
Los ex líderes “emblemáticos” son verdaderos costales de mañas; tienen muchos compromisos, pésimos antecedentes y hasta mala fama. Por eso, Pablo Amílcar es receloso y desconfiado. No quiere que se le cuele al buque de AMLO otro José Luis Abarca.
Ninguno de los ex líderes “emblemáticos” del PRD -partido que va en caída libre, hacia su extinción- le daría muchos votos a AMLO, dueño de Morena y virtual candidato presidencial.
Esos señores perredistas nada tienen ya que ofertarle al Peje; y si éste los admite en su navegación, entonces deberán formarse a la cola. Y si bien les va, tendrán que hacer el trabajo de drenaje, en las alcantarillas, a favor de AMLO… Punto.
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