LECTURA POLÍTICA
El Grupo Guerrero –o lo que se quedó de la tribu Nueva Izquierda liderada por el extinto Armando Chavarría- se mueve por toda la entidad. Candidatea anticipadamente a quienes considera sus mejores cartas, sin reparar en el grado de la devaluación que han sufrido a lo largo de tantos años enquistados en el poder. Pero sobre todo, de la ausencia de resultados tangibles como presumibles representantes populares, espacios de donde muchos de ellos no se quieren ir. Desde luego, hay algunos que son demasiado visibles. Imposible no reparar en sus ambiciosas tareas proselitistas justificadas con los más inverosímiles pretextos.JIMÉNEZ RUMBO: EN CAMPAÑA.- Mientras que existen secretarios de despacho que se rifan con su chamba en la actual coyuntura del conflicto público –como la de educación Silvia Romero Suárez y el secretario de gobierno, Humberto Salgado Gómez-, otros permanecen estáticos. Callados y alejados de la polémica. Indispuestos a mostrar qué es lo que hacen, así como las estrategias diseñadas para abatir la pobreza y el rezago. Y cuando salen a los reflectores mediáticos, lo hacen con único y exclusivo fin de promocionarse para el siguiente cargo de “representación popular”. En ese perfil encuadra exacto, el secretario de Desarrollo Social, David Jiménez Rumbo. Desde que arribó a dicha dependencia, la tiene prácticamente en el olvido. Y si caminan algunos importantes programas pese a sus prolongadas ausencias, es por la misma inercia en que los dejó el ex gobernador Carlos Zeferino Torreblanca. La actitud de dicho funcionario público quedó clara prácticamente desde que asumió como titular de esa dependencia: busca la candidatura del PRD a la alcaldía de Acapulco. Amenaza con fracturar la coalición PRD-Convergencia-PT, a través de la cual la izquierda tendría amplias posibilidades de retornar a esa comuna. Intenta imitar a su ex mentor Armando Chavarría, en cuanto al despliegue del abanico negociador, generado a través de la presión. Como los gatos, caer parado pese a las derrotas. Promoverse en insulsos mítines o celebrando nimios cumpleaños de sus seguidores. Mientras, la Sedesol está de cabeza. No existe motor que la mueva ni el parámetro indicativo en relación a la forma en que trabaja. Porque su titular está en campaña abierta.
LA PROMOCIÓN DE OTROS CUADROS.- El Grupo Guerrero intenta mantener la misma fuerza política que proyectaba cuando el extinto Armando Chavarría la lideraba. Por eso ya comenzó el proceso de “destape” de algunos cuadros del pasado con no muy buenas referencias: en Zihuatanejo se mueve como aspirante repetidor a la alcaldía o la diputación local, el ex edil Silvano Blanco de Aquino, quien fue el encargado de entregarle al PRI ese municipio, durante el pasado proceso electoral local de 2008. En la ruta de la disputa por la alcaldía de Iguala, le dieron cuerda al presidente del Comité Municipal del PRD en ese municipio, Oscar Díaz Bello, quien recientemente mandó hacerse una encuesta a modo con el ex diputado perredista y actual rector de la Universidad Tecnológica de la Región Norte de Guerrero, Juan Adán Tabares. En ella prácticamente aplasta a todos los visibles contendientes de otras tribus, entre ellos al eterno aspirante Justino Carbajal Salgado y al ex edil igualteco y ex secretario de Salud zeferinista, Antonio Jaimes Herrera. Por la candidatura al senado se mueve el diputado local, Celestino Cesáreo Guzmán, quien nunca en su corta vida política ha participado en una elección en urnas. Pero por instrucciones de Jiménez Rumbo, aprieta las tuercas para ver hasta donde le alcanza su capital político para negociar. En Ciudad Altamirano, el funcionario de despacho acudió recientemente a levantarle la mano a Juan Olea Pliego, como aspirante a la alcaldía. Y con ello le puso el sello de su tribu. Por donde se le vea, el Grupo Guerrero se mueve. Sin embargo y por una simple cuestión de valores entendidos, Jiménez Rumbo debe irse de la Sedesol. O el PRD con mística priísta, pagará los costos políticos de tolerarlo.
HOJEADAS DE PÁGINAS…Entre el escándalo que se empeñan en sostener los priístas con el secretario de desarrollo rural, Sofío Ramírez Hernández, por el crimen del extinto diputado federal Moisés Villanueva de la Luz; lo que se quedó en el olvido fue la aplicación de la justicia. La imprudencia y la insensatez dominan el lenguaje de los políticos que atizan morbosa y frívolamente, un debate tan exiguo como estéril. Y no hay fuerza humana que pueda sacarlos de su error.
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