LECTURA POLÍTICA
Para el luchador social Pablo Sandoval Cruz, el prospecto ideal para la presidencia del país, es Andrés Manuel López Obrador. En un afán protagónico –y como si se le hubiesen agotado otras tribunas desde las cuales mostrar sus preferencias partidistas-, el histórico dirigente izquierdista perdió la dimensión de las cosas al fijar postura y preferencia por el aspirante perredista a la presidencia del país, en un evento en el que se le galardonó con la entrega de la Presea Sentimientos de la Nación.
Erróneamente lo convirtió en un acto proselitista, cuando la situación no era uno de los puntos centrales de la discusión pública. Y tal vez sin proponérselo o quizá deliberadamente, abrió la polémica.EL PRURITO DE SER OPOSITOR.- Pablo Sandoval definió contundentemente a López Obrador como un caudillo, cuando ese término es más de uso militar y sirvió para asociarlo con los líderes políticos de los siglos 19 y 20. “No veo otro caudillo que como presidente enarbole la cuarta república, más que un estadista, un demócrata y un patriota, no veo en el horizonte político más que uno, Andrés Manuel López Obrador”. Lo dicho por Sandoval, se leyó como una forma de estar a contraflujo de las preferencias electorales del gobernador Ángel Aguirre, quien ha dado muestras tangibles de apoyar el proyecto presidencial perredista del jefe de gobierno capitalino, Marcelo Ebrard Casaubón.
A falta de banderas políticas encaminadas a marcar territorios opositores, cayó en la vertiente de los desbordamientos y las pasiones por un determinado aspirante. Además, la llamada cuarta república –que no es otra cosa que la referencia a los tres momentos históricos en los cuales se promulgó una constitución para México, en los años 1824, 1857 y 1917, respectivamente- en cierto modo ya comenzó a delinearse en Guerrero.
La reforma más importante que se aprecia es la revocación de mandato para aquellos funcionarios y autoridades que no den resultados o cometan excesos en el poder. Curiosamente, el gestor de esta idea es Porfirio Muñoz Ledo, uno de los políticos que siempre estuvo muy cerca de López Obrador. El problema de Sandoval Cruz es que –al igual que los priístas que no salen de sus discursos obsoletos y descontinuados-, no ha renovado el suyo y se quedó con el de la izquierda subversiva y guerrillera de los años 70. Frases como aquella de “los exhorto a que tengamos fe, una causa y una bandera bajo la cual todos juremos morir antes que ver nuestra tierra oprimida como lo está ahora”, es un claro llamado a tomar las armas para cambiar el actual estado de cosas.
Pero ese tipo de pronunciamientos ya no prenden dentro de las sociedades contemporáneas que se encuentran hastiadas de ellas –de las armas- y de los miles de muertos regados por la delincuencia organizada. Es un discurso viejo, para realidades sociales actuales y diferentes. Luego, hizo referencia a otro punto igual de polémico: la izquierda verdadera y democrática y el socialismo humanitario, están representados por López Obrador. Con ello no solo descalificó, sino que contradijo su propia militancia perredista. Es decir: existe una izquierda falsa y antidemocrática.
Y otra que es verdadera y democrática. La realidad de las cosas es que el ciudadano común no se ha percatado hasta hoy, cuál es el partido político que las aplica y es congruente con ellas. Por socialismo humanitario se entiende aquel que ayuda y se compromete con los grupos más vulnerables y necesitados. López Obrador ha utilizado el slogan “Primero los pobres” para promoverse en su proyecto presidencial. Pero cuando fue jefe del gobierno capitalino no se le apreció ese socialismo humanitario. Sí al contrario, escándalos de corrupción como el del famoso “Señor de la Ligas”, René Bejarano y asociados. Pablo Sandoval prometió antes de recibir la presea, que hablaría “cosas fuertes”. Lo serían si lo hubiese hecho en la época de Rubén Figueroa Figueroa o Alejandro Cervantes Delgado. Pero hoy le falló la perspectiva y el tino político.
HOJEADAS DE PÁGINAS…Maestra pero del oportunismo, la dueña del SNTE y del Panal, Elba Esther Gordillo se sumó a la exigencia de generar garantías de seguridad para los maestros de Acapulco. Sin embargo, no está dispuesta por ejemplo, a crear un fondo de apoyo para seguridad de esos mismos mentores, con las cuotas sindicales que les descuenta el SNTE y que contribuyen a ensanchar su riqueza personal. Y hasta fundar partidos políticos con el fin de obtener más poder. Lo de Gordillo es una forma de delincuencia, pero legal.
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