Hace unos días el candidato a rector de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG), Javier Saldaña Almazán, se comprometió con la comunidad universitaria a devolverle su valor histórico olvidado por varias administraciones anteriores.
La mística universitaria de entonces (1972) consistía básicamente en ampliar su radio de acción y sus instalaciones a fin de acoger a más estudiantes demandantes de educación superior y convertir a la institución en una especie de contrapeso a los poderes públicos.Frente a esto, el aspirante a la rectoría pretende retornar a los orígenes de la Universidad-Pueblo y todo lo que ello entraña.
Saldaña Almazán será seguramente rector de la UAG—pues es candidato de unidad—y por ello la importancia de sus declaraciones que ha proferido en varias ocasiones frente a los estudiantes, maestros, trabajadores de la UAG y ante los medios de comunicación, en el sentido de que su visión sobre lo que es y debe ser esta en el futuro la universidad fue abrevado durante la rectoría del fallecido rector, doctor Rosalío Wences Reza, el inolvidable sociólogo visionario quien tuvo no solo la entereza, sino también la valentía y los arrestos para lograr instaurar una novedosa política educativa superior en el estado de Guerrero del tamaño que se necesitaba y lo demandaba el propio pueblo.
Este esfuerzo monumental del doctor Wences Reza fue aún magnificado por la serie de embestidas que tuvo que sufrir la institución y sus dirigentes y a él en lo particular por parte de los gobiernos federal y estatal, en esos tiempos encabezados por Gustavo Díaz Ordaz, como presidente de la República y Luis Echeverría Álvarez como secretario de gobernación.
Fungía como gobernador de Guerrero, Israel Nogueda Otero, quien posteriormente fue sustituido por Rubén Figueroa Figueroa. Todos ellos cometieron una serie de hechos y acciones represivas y de lesa humanidad. La impunidad se impuso y ninguno de los gobernantes fue sentado en el banquillo de los acusados aún y cuando fueron comprobados todos los delitos por ellos cometidos.
La embestida contra los universitarios y contra la política de la Universidad-Pueblo arreció al grado de ponerse en peligro la sobrevivencia de la UAG en tiempos del entonces presidente José López Portillo y su secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles.
Sin embargo la embestida se resistió gracias al apoyo popular, de los universitarios y la solidaridad nacional e internacional. Con las movilizaciones y las denuncias en foros internacionales se venció a los enemigos de la educación pública superior, progresista y crítica. Una de las vertientes de la política universitaria era cuestionar los planes y programas de los gobiernos a fin de que estos no tuviesen un sentido clientelar sino de beneficio a las comunidades marginadas y en expansión.
Escuchar a Saldaña Almazán sobre este tópico nos lleva a recordar los tiempos del heroísmo de los universitarios guerrerenses. Muchos años antes de esta embestida, otros estudiantes y luchadores sociales hicieron lo propio para lograr la autonomía universitaria (1960), logro que costó muchas vidas humanas tanto por parte del pueblo como de la comunidad estudiantil frente al gobierno despótico y sanguinario del entonces gobernador, General, Raúl Caballero Aburto.
Hoy los tiempos han cambiado. Las luchas políticas se dan en forma abierta y con menos terror que hace más de cincuenta años. Ahora a nadie le horroriza ni sonroja que se aspire a que la UAG retome sus objetivos originales y que sea en realidad, no solo el artífice de una sociedad mas educada y con posibilidades de desarrollo sino también el ser un instrumento que hoy por hoy hace falta en Guerrero para que se constituya en un verdadero y real contrapeso del poder público y que no solo se circunscriba a criticar o cuestionar sino que ponga en tela de duda los programas y planes de desarrollo del gobierno estatal y proponga alternativas de solución y oferte su cooperación y conocimientos académicos y científicos para que sean los propios universitarios los que tomen en sus manos el devenir de la entidad.
Lo que si es necesario que el futuro rector Saldaña Almazán haga es volver a ser solidarios con la población.
El acercamiento de su estructura no será suficiente, de no ser que coadyuve con los segmentos populares en sus aspiraciones de transformar su entorno e innovar en ciencia y tecnología. Asimismo debe ofertar a los habitantes de la entidad los proyectos que se hayan creado en sus aulas como alternativas para solucionar los problemas que les aquejan, ya sea del ramo de la salud, la infraestructura, el turismo, la ecología, el derecho, la minería, ingeniería y arquitectura o en los rubros de la economía y filosofía, entre muchas de las unidades académicas existentes.
Devolverle el sentido y el espíritu original de servicio de la UAG debe ser la guía que conduzca las acciones de la próxima administración universitaria.
La ampliación de sus actividades académicas no deben ser obstaculizadas sino mas bien apoyadas por todos—gobierno-sociedad y académicos—.
Solo de esta manera, la UAG volverá a ser un referente para los guerrerenses y un oasis entre el desierto de ideas y propósitos de quienes hoy por hoy encabezan las instituciones públicas y políticas del estado de Guerrero.
¡Bienvenida la política de la Universidad-Pueblo!
Periodista/Analista Político*
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