Segunda Alternancia
Altas fueron las expectativas que tuvimos en el ya lejano año 2000 cuando el Partido de Acción Nacional se convirtió en la primera alternancia en el poder ejecutivo federal tras más de 70 años de hegemonía del partido Revolucionario Institucional. En esos momentos los mexicanos estábamos seguros de que se iniciaría el proceso de transición a la democracia y que culminaría en un cambio de régimen, donde no solo las conductas de los gobernantes habrían de cambiar sino que se tendrían que transformar las instituciones públicas para dejar de servir en primera instancia a los gobernantes sino que estas fueran puestas al servicio de los ciudadanos. Esa era la aspiración.A doce años de esa histórica alternancia en el poder federal que fue encabezada por Vicente Fox Quesada, los mexicanos nos encontramos a unas horas de que se produzca ahora la segunda alternancia cuando el presidente Felipe Calderón Hinojosa del Partido de Acción Nacional entregue la banda presidencial al priista Enrique Peña Nieto quien logró remontar los malos augurios y derrotar en elecciones competidas al candidato de las llamadas ‘izquierdas’, Andrés Manuel López Obrador.
El primero de Diciembre volverá el PRI a gobernar desde el Palacio Nacional a los más de 112 millones de mexicanos y tendrá la gran responsabilidad de realizar cambios profundos para que el país pueda dejar de ser eminentemente pobre (más de 60 millones en esa situación), logre superar el rezago en el empleo (de poco más de 2.5 millones), se abata la violencia, se cambie la estrategia para el combate al narcotráfico, se combata la extorsión, los secuestros y los homicidios que mayormente atosigan a las entidades del país.
El cambio de rumbo en el país nunca se tuvo como propósito u objetivo central, pues los gobernantes panistas se ocuparon de otras cosas y olvidaron su compromiso con los ciudadanos que en este país demandaba cambios profundos en la economía, en la procuración de justicia, en las políticas públicas y el combate al clientelismo político y al uso indiscriminado de los recursos públicos para fines particulares o partidistas. Tanto Fox como Calderón prefirieron imponer sus agendas personales a la de la generalidad de los mexicanos y particularmente por la que se había sufragado.
No obstante el ridículo ejercicio del poder presidencial durante el gobierno foxiano, los mexicanos dieron una segunda oportunidad a los panistas y en una elección cerrada, competida e impugnada, Calderón logró instalarse en la residencia oficial de Los Pinos y dirigir al país durante los últimos seis años que hoy viernes 30 de Noviembre culminan, lo cual es una clara evidencia de que la confianza ciudadana le fue retirada a los panistas al no haber logrado demostrar que podían gobernar sin los estilos y los usos y costumbres del viejo régimen priista.
Los modelos institucionales heredados quedaron intactos. Se crearon en estos doce años nuevas instituciones pero no se modificaron las principales, entre otras, la Procuraduría General de la República que debió haberse convertido en una instancia con plena independencia del poder ejecutivo federal a fin de que la procuración de justicia fuese en realidad en beneficio del ciudadano sin ninguna injerencia del poder político.
Sin embargo habrá que recordar que el PRI vuelve al poder ejecutivo federal pero con nuevas reglas del juego, con un poder legislativo fortalecido, con un poder judicial no subordinado y con instituciones del poder ciudadano en vías de consolidación como es el Instituto Federal de Acceso a la Información y en las entidades con diferentes formatos constitucionales que les hacen ser a los ciudadanos mas vigilantes y mas expresivos sobre el quehacer gubernamental federal, estatal o municipal.
Luego entonces, el PRI de Enrique Peña Nieto tendrá que adecuar sus costumbres a l nueva realidad legal y jurídica y principalmente habrá que acostumbrarse al ejercicio de la libertad de expresión que se ha ido ensanchando y que no podrá frenarse desde el poder sin tener como respuestas serias consecuencias de índole social y político.
Los abusos del poder, la no rendición de cuentas, el combate a la corrupción, el castigo a los delincuentes de cuello blanco que no pagan impuestos en forma correcta según sus ingresos reales, serán sin duda, los temas que estarán incluidas en la agenda política del nuevo régimen y que tendrán todos los reflectores ciudadanos para darle puntual seguimiento en su cumplimiento o en su desdén.
No se puede asegurar pero tampoco desechar que durante el régimen de Peña Nieta puedan darse cambios profundos en la administración pública federal, de los estados y municipios para avanzar en nuestra democracia y en el quehacer político y electoral y arribar mas temprano que tarde a convertirnos en una sociedad menos desigual, mas educada, con mayores oportunidades y con las herramientas necesarias para aprobar o sancionar a los gobiernos o gobernantes que defrauden en su ejercicio a la confianza popular.
El dinosaurio ha vuelto. Más joven y renovado pero al fin y al cabo del PRI y con ello la natural desconfianza por su historia pasada y reciente.
No nos queda de otra, mas que darle a los tricolores en el ámbito federal, el beneficio de la duda, como antes se la dimos en Guerrero al actual gobernador, Ángel Aguirre Rivero y recientemente al alcalde de Acapulco, Luis Walton Aburto y a la mayoría de diputados del Partido de la Revolución Democrática en el Congreso local.
Pero lo que debemos demandar es que no nos quedemos en la alternancia en el poder sino que impulsemos juntos el cambio que requiere México, que demanda Guerrero y que reclama Acapulco. Sin la participación ciudadana no se logrará nada, pero no solo debemos atenernos al discurso sino a la acción personal y de grupos.
Periodista/Analista Político*
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