Morena, Ejército, Congreso, Política, Auditorías y Muerte
La política, decía Max Weber, es pasión, sentido de responsabilidad y mesura. Por lo tanto, los priistas en el estado de Guerrero están lejos de ser weberianos y lo mismo podríamos decir de los que ahora engrosan las filas del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) que encabeza el otrora líder moral de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, quien a su paso por esta entidad para atestiguar la conformación de esta organización en partido político se pronunció en contra de todo aquel que tenga ambiciones, sea corrupto o solo quiera integrarse para ser corre, ve y dile de otro partido.En este sentido, los integrantes de MORENA tendrán que sujetarse al catecismo weberiano y entender que la política se hace con la caneza y no con otra parte del cuerpo o del alma. Aunque recomienda que asumir una causa solo puede hacerse si esta se alimenta de la pasión y es auténticamente humana y no un frívolo juego intelectual.
La semana que acaba de concluir fue intensa en información de todo tipo y sobre todo dio inicio a un nuevo tipo de relación política entre la ciudadanía y el ejército mexicano, pues no solo en Guerrero, sino en varias entidades del país, los comandantes regionales se han abierto a la discusión abierta y propositiva de los asuntos que son de su competencia y urgen de solución a la brevedad posible. Este es sin duda alguna una novedad que no es posible dejar pasar, ya que desde siempre, los militares—de cualquier rango—estaban vetados para hacer juicios de valor en forma pública y mucho menos enfrentarse a serios cuestionamientos de la propia comunidad como ha sucedido en días pasados en nuestro país y particularmente en esta entidad.
También durante los días recientes, los diputados al Congreso del estado han sido protagonistas en diferentes eventos, no solo por el diferendo interno del PRI sino también por la actitud irresponsable que han asumido los militantes del Partido de la Revolución Democrática (PRD) al negarse a atender la demanda de juicio político que en contra de los funcionarios estatales involucrados en el caso de la normal ‘Isidro Burgos’ de Ayotzinapa está demandando la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), recomendación que de no ser desahogada en los términos propuestos, podría llegar hasta el senado de la República en donde tendría que transitar y darse una respuesta puntual. Inconcebibles los argumentos esgrimidos por los legisladores sin que hasta hoy se cuente con un argumento sólido o válido.
Los demás grupos políticos en el congreso se han declarado listos para votar en consecuencia. La pregunta es ¿a que le temen los perredistas? ¿O han recibido ‘línea’ o están queriendo lavarse las manos para no ser los culpables del enjuiciamiento de sus dos correligionarios encausados en este juicio político? Lo cierto es que han dejado ver su carácter y su altura de miras para ejercer como legisladores libres e independientes.
Y como si no se tuvieran muchos problemas rezagados y de nueva factura en el estado de Guerrero, ahora se ha añadido también el grave problema de las finanzas públicas en los ayuntamiento de la entidad en donde más del 80 por ciento del total de los 81 municipios, enfrentan problemas de liquidez y de un abierto, desmesurado y cínico saqueo de los ex ediles a las arcas municipales.
Frente a estos problemas, las autoridades competentes han dicho que actuarán en consecuencia y que se abrirán los cauces penales y civiles para que sean acusados los saqueadores de los ayuntamientos y respondan a esos actos de impunidad que afectan a toda la ciudadanía pues son recursos públicos que debieron ser utilizados para mejorar la situación de los municipios y sus ciudadanos y no para desviarlos a otras actividades nada productivas y menos autorizadas y los que además se sirvieron para engrosar sus fortunas.
Los compromisos de la Auditoría General del Estado (AGE), de la Contraloría Estatal, la Auditoría Superior de la Federación y de la Secretaría de la Función Pública Federal, han sido puntuales al aseverar que no dejarán de revelar los resultados de sus indagatorias y el propio ejecutivo estatal se ha comprometido a actuar en consecuencia y lo mismo han dicho los alcaldes que asumieron sus cargos el pasado 30 de Septiembre. Pronto tendrán que darse a conocer los resultados de las auditorías y esperemos que no les tiemble la mano para actuar en consecuencia, así se espera cuando menos de los alcaldes de Acapulco, Luis Walton Aburto y de Chilpancingo, Mario Moreno Arcos.
Sin embargo, lo que más mantiene preocupados y ocupados a los ciudadanos guerrerenses es el problema de la inseguridad pública. No hay día en que en el municipio de Acapulco se reporten cuando menos tres o cinco muertes violentas y en la entidad estas muertes superen en mucho estas cifras. El crimen organizado o la delincuencia común siguen haciendo de las suyas, mientras las autoridades se entretienen con la discusión de los controles sobre los elementos policiacos tanto municipales como estatales. Las cifras al respecto son verdaderamente deplorables ya que la mayoría de los elementos que han sido puestos a pruebas de confianza no han logrado pasarlas y sin embargo, no han sido dados de baja por el prurito de que no hay más reservas para cumplir (si es que así se puede nombrar) con la responsabilidad de ofertarnos seguridad pública.
La muerte asecha y cada vez con mas fiereza a todos los sectores de la población. Nadie escapa a los asesinos, a los extorsionadores, a los secuestradores, a los traficantes, a los sembradores o comercializadores de las drogas. Guerrero ha sido azotado por esta plaga que mucho mas peligrosa que las del ‘juicio final’. Son una calamidad que se acrecentó paulatinamente y que nadie se fijó en su empoderamiento y su facilidad con la que logró hacerse de los mandos importantes no solo de las fuerzas de seguridad del estado sino de los mandatarios municipales y estatales.
Los militares y los jerarcas de la iglesia católica saben y lo saben bien quiénes son los culpables de esta situación y por lo mismo no han callado y han empezado a denunciarlo como ha sucedido en estos diálogos que han sostenido los jefes militares con organizaciones sociales.
No hay que asustarse de que los militares, los jefes regionales del ejército mexicano hayan estado declarando que las policías están infiltradas por el narco y que ahora se hayan convertido los capos de las drogas en los neo caciques como sucede en esta entidad donde tienen bien fortalecidas sus plazas. Mas sin embargo, si esto es así, pues no podemos decir lo contrario, no entendemos los porqués los militares no han actuado en consecuencia, pues si alguien en la República Mexicana tienen bien controlada la información se seguridad nacional son ellos y sus coadyuvantes debieran ser los jerarcas o los misioneros de la iglesia católica que está diseminada en todo el territorio nacional.
Si como lo han informado aquí los generales de la 27 zona militar, de que hasta el momento no se ha logrado solidificar una confianza mutua entre militares y elementos de la Procuraduría General de la República (PGR), lo menos que se podría esperar es que se utilizaran otros medios para combatir a los nuevos caciques, pues al igual que como ocurría en el pasado reciente, los caciques no son nada sin la ayuda de las instituciones castrenses y policiacas y con la venida de los jerarcas de las iglesias.
Por lo pronto, los militares tienen hoy mayor información y sobre todo mayor colaboración por parte de la ciudadanía que está harta de tanta inseguridad y muerte. Esta nueva conjunción de esfuerzos puede dar la pauta para entrar en el terreno minado para los criminales y poder derrotarlos para lograr instaurar la tranquilidad y la paz que hemos perdido durante los últimos dos lustros cuando se formulo el proyecto del gobierno federal para enfrentar con todo el poder del Estado al crimen organizado. Los resultados no han sido favorables y en esto no hay discusión. Hoy los ciudadanos exigen paz y fin a la generación de la muerte.
Estas son, solo unas ‘perlas’ de lo que sucedió en Guerrero la semana que acaba de concluir. Lo cierto es que es difícil lograr encontrar los eventos positivos que nos puedan llevar a ver con otra mirada el acontecer guerrerense. Lo que mas preocupa es que para las autoridades estatales, el estado de Guerrero va viento en popa y nada pasa, aunque para los ciudadanos comunes y corrientes, todo ocurre y por desgracia todo es para mal.
Lo peor es que no hay discurso político que pueda mostrar y demostrar que Guerrero puede superar estos obstáculos y que lo hará siempre y cuando se haga esto o aquello.
Sin embargo, este discurso no existe porque no existe la convicción de las propias autoridades de lograr el cometido deseado que es el volver a vivir en paz y promover no solo el desarrollo sino principalmente el bienestar de todos los guerrerenses..
Periodista/Analista Político*
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