Dicen los que saben que una cosa es prometer y otra muy distinta es cumplir. Los discursos siempre trasmiten las buenas intenciones de quienes asumen el poder pero no siempre sus palabras corresponden con las acciones que emprenden.
Esto que decimos cae como añilo al dedo tras efectuarse el pasado sábado el cambio de poderes en los 81 ayuntamientos del estado de Guerrero donde todos los que ganaron en las elecciones del pasado mes de julio, rindieron protesta de ley y ofertaron sus mejores atributos para mejorar la condición en que se encuentran hoy los territorios que les toca gobernar. Sin duda alguna, en la entidad hay de municipios a municipios. Las diferencias en estos estriban tanto en el tamaño del mismo como su ubicación, su productividad y su aportación al producto interno bruto del estado y la federación.
De los 81 ayuntamientos que mayores fortalezas tienen son menos de seis, entre los que se encuentran: Acapulco, Zihuatanejo, Chilpancingo, Taxco e Iguala. Por lo mismo, lo que ocurra en estos ayuntamientos depende mucho la estabilidad social, política y económica del estado.
En particular, los municipios que mantienen la atención de los gobernantes son los dos polos de atracción turística nacional e internacional como son Acapulco y Zihuatanejo mismos que en los últimos años han estado ubicados dentro de la vorágine de la violencia criminal y la guerra sin fin contra las drogas, sin olvidarnos que esta guerra ya ha permeado en varios municipios de las regiones de la costa grande y tierra caliente.
Por lo tanto los nuevos inquilinos de los 81 palacios municipales dedicaron en sus respectivos discursos de toma de posesión varias líneas para hacer una especie de promesa de fe para colaborar plenamente en el combate a la inseguridad pública que se ha agudizado con la presencia de cárteles de las drogas.
Acapulco, en particular, es la excepción en este panorama estatal. Es hoy por hoy, el territorio donde la inseguridad pública se ha exacerbado, en donde las ejecuciones se multiplican día con día, donde los cuerpos policiacos son amables testigos de lo que sucede en su entorno y los cuerpos policiacos federales, militares y marinos son los responsables de que estos hechos lamentables no sucedan más.
Por lo tanto, la federación es la responsable total de que en Acapulco vuelva a imperar la seguridad pública, la tranquilidad y por consecuencia se pueda vivir en paz.
El ayuntamiento como cabeza del poder municipal tendrá que correr el riesgo de ser el portavoz de los habitantes para recordar día a día o cuando se requiera, si los responsables de combatir la criminalidad están o no haciendo bien su trabajo y se les tendrá que corregir la plana, con todas las consecuencias que esto pudiera tener en las relaciones públicas institucionales con la federación, la cual, por cierto, va a cambiar de manos el próximo primero de Diciembre.
En este sentido, el alcalde de Acapulco, Luis Walton Aburto, hizo una seria promesa a los acapulqueños en su toma de posesión, de que durante su administración mejorará la seguridad pública y que para lograrlo se coordinará con las fuerzas federales que aquí operan. Es, insisto, una apuesta de gran calado como de gran calado son también las demás promesas que hizo como el dar a conocer trimestralmente la situación financiera del ayuntamiento y no tolerar deshonestidades, corrupciones o abuso de poder de parte de sus subalternos a los cuales, dijo, se les destituirá sin miramientos.
Asimismo ofertó que en los próximos treinta días dará a conocer a la opinión pública la situación financiera que recibió para entrar en el terreno de fincar responsabilidades, aunque de antemano, acusó al ex alcalde y hoy diputado federal del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Manuel Añorve Baños y a su ex secretario de finanzas y alcalde interino, José Luis Ávila Sánchez de ser los verdaderos responsables de la situación deplorable en que se encuentra la administración pública municipal.
Las ofertas de Luis Walton Aburto que reiteró nuevamente en su toma de posesión son congruentes con los compromisos que hizo durante su campaña electoral, lo cual lo ubica como una persona que tiene toda la intención de servir y no servirse de las arcas municipales. En este sentido declaró que su sueldo será destinado a obras de beneficio social para niños de pocos recursos económicos. Esta oferta es válida para quien siempre ha vivido de sus esfuerzos personales y empresas que ha construido durante toda su vida. Por lo tanto, los acapulqueños seguramente ven en Luis Walton la renovación de la esperanza, pero también como el último político que tiene la gran responsabilidad de hacer renacer la confianza en los gobernantes, pues bien se conoce que una cosa es prometer para ganar y no para cumplir.
Hoy Walton inicia el ejercicio del poder.
Sus pasos serán seguidos con harto interés y tras sus huellas quedará marcado su interés por darle a sus representados una mejor espacio para vivir, convivir, trabajar, estudiar y disfrutar de las bellezas naturales de este municipio que ha sido a lo largo de su historia manejado en forma irresponsable, particularmente por las últimas administraciones que hoy día dan cuenta de este saqueo que ojalá y no quede impune.
Luis Walton Aburto deberá administrar el ayuntamiento con colaboradores destacados y sobre todo reconocidos por los acapulqueños. Pero también se requerirá que a la brevedad de a conocer su programa de acción inmediata y su plan municipal de desarrollo 2012-2015, lo cual la pasada administración no hizo público por intereses obscuros que le alentaron a saquear las finanzas y a dislocar las acciones de las diferentes áreas de la administración tal y como lo han denunciado los directivos y representantes de los burócratas municipales.
Si Luis Walton Aburto cumple a los acapulqueños con las promesas que ha hecho, será sin duda alguna, el héroe de la comarca, pero si sucede todo lo contrario, lo único que ocurrirá será que engrose las filas de los villanos de Acapulco.
Esperamos que ocurra lo primero y así podamos decir ‘’larga vida política para Luis Walton Aburto’’.
Periodista/Analista Político*
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