Los discursos de los gobernantes han caído en un escandaloso desuso y descrédito que ya a nadie impactan y mucho menos se toman en cuenta como antecedentes de lo que van a realizar para cambiar los hechos que no solo impactan negativamente sino que nos sorprenden y nos colocan en una situación de incertidumbre cuasi fatal.
Por más que se trate de hablar bien del estado de Guerrero o del puerto turístico de Acapulco, la realidad se vuelve a imponer y con mayor energía y nuevas facetas tal y como si estuviésemos en una especie de competencia para ver quien vence a quien. O los malos doblegan a los buenos o éstos salen con la mano en alto. Es una especie de la guerra sin fin del mal contra el bien.
En estos tiempos de la posmodernidad, nuestro territorio (guerrerense) se ha visto envuelto en una maraña de conflictos de tipo político y social de gran envergadura lo cual ha contribuido para que los encargados de vigilar y prevenir la delincuencia se hayan desatendido de sus responsabilidades y hayan dejado el paso libre a la prevalencia de toda clase de criminalidad.
Mientras las autoridades estatales y municipales pretenden que sus declaraciones tengan eco entre la ciudadanía y se sienta esta confortada y segura; lo que pasa en su entorno no hace mas que desmentirlos y colocarlos como gobernantes débiles sin las agallas, determinación, templanza e instrumentos suficientes para proporcionar protección a vidas y propiedades de la ciudadanía.
No pocas críticas hemos recibido por insistir de que los gobernantes deben hablar con la verdad al pueblo, aunque esta sea cruel o ruda, como lo es en realidad y se olviden de mantener y difundir un pensamiento idílico respecto a cómo debería ser la vida cotidiana en cada una de las siete regiones de la entidad, ya que esto no sucede así como lo plantean y mucho menos de que les tengamos confianza sobre la calidad y efectividad de los programas o proyectos que dizque puedan cambiar el curso de las cosas.
Hace un año con tres meses, el pueblo de Guerrero tuvo la sensación de que las cosas podrían cambiar radicalmente ante el arribo de un nuevo gobernante, quien traía en su bagaje el haber sido ya mandatario interino y conoció a fondo a los grupos y organizaciones de cada región y tenía a la mano un diagnóstico de las necesidades y demandas mas urgentes de la población.
Esto le valió haber propuesto un programa de gobierno si no ambicioso, sí, enfocado a resolver algunos problemas de tipo estructural que frenan el crecimiento, desarrollo y bienestar de los guerrerenses.
Sin embargo, del dicho al hecho, las cosas se han modificado al grado tal de que la planeación fue sustituida por las ocurrencias y los programas que debieron ser acelerados y fortalecidos quedaron en una especie de marginación y desatención que muy probablemente no se logren cristalizar en lo que resta de este mandato de solo cuatro años y seis meses.
Y es que Guerrero es una entidad de grandes contrastes sociales. Así se formó como territorio y así fue administrada desde el centro por castas y grupos privilegiados sin descontar a los miembros de las fuerzas armadas, primero revolucionarios y después institucionales.
Los cambios sociales que se han producido en Guerrero se han logrado forjar a base de esfuerzos y luchas que costaron vidas y sangre al pueblo que se ha alzado contra la opresión, el autoritarismo y la explotación. Los movimientos guerrilleros que se registraron aquí son muestra palpable de la ambición de libertades de la ciudadanía y gracias a estas luchas y a los hombres y mujeres que ofrendaron sus vidas para heredarnos una mejor entidad se logró reivindicar a amplios sectores productivos e indígenas sin olvidar la gran aportación de los jóvenes universitarios y de todo el magisterio de los años setentas y ochentas del siglo próximo pasado.
Pero a pesar de que hemos dado grandes pasos hacia una sociedad menos desigual, no se ha logrado disminuir ni un ápice el grado de autoritarismo que todavía impera en muchos gobernantes y representantes populares, quien con un doble discurso pretenden engañar a los ciudadanos.
Lo vemos no solo en el poder ejecutivo sino también en el poder legislativo y desgraciadamente con mayor claridad en el poder judicial. La justicia ha sido desde siempre la que menos brilla y si en cambio la que se siente mucho mas su ausencia. Baste revisar la historia cotidiana que reflejan en su quehacer los medios de comunicación de masas para corroborarlo y ante esto, la impunidad se vuelve una constante que ahoga cada vez mas el grito de los ciudadanos que demandan el fin de la violencia en todas sus manifestaciones.
Huelga decir que en los primeros doce años de este nuevo siglo XXI, el factor de la violencia y la criminalidad ha sido el principal escollo para el avance social y político de nuestro país y de nuestra entidad. Y es que desde el centro, el poder ejecutivo federal pretendió combatir al crimen organizado sin ninguna estrategia que hubiese sido validada por organismos o instituciones nacionales o internacionales a fin de prever un posible triunfo. Esto no se hizo y dio como resultado lo que tenemos hoy: un crimen organizado en avance constate y una autoridad que no solo no da pie con bola sino que además está poco preparada e infiltrada.
Por ello el programa que se ha puesto en marcha desde hace años en esta entidad denominado GUERRERO SEGURO no ha logrado los resultados por todos deseados y si en cambio se ha convertido en una amenaza contra los programas de índole económico, social y político proyectados por los tres niveles de gobierno. Por lo tanto, es preciso hacer la pregunta a los gobernantes: ¿Y ahora qué sigue? ¿Habrá otro programa para evitar tanta violencia? ¿Quién tiene la culpa de que continúen ocurriendo tantos hechos de sangre a la luz del día?
Lo cierto es que GUERRERO NO ES SEGURO y que NO PUEDES HABLAR BIEN DE ACAPULCO cuando se continúa la guerra de los narcotraficantes efectuándose en las principales avenidas y playas del puerto.
¿Quién tiene la culpa de lo que ocurre en Guerrero?
Es la federación o el gobierno del estado de Guerrero o las autoridades municipales los que deberían respondernos para saber a que atenernos como ciudadanos de a pié.
Periodista/Analista Político*
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