Lamentablemente lo que ocurre en el estado de Guerrero, sin ser pitonisos, es el preámbulo de un mundo donde la intolerancia, la cerrazón, la imposición de criterios de unos pocos, contra la razón de la mayoría, el miedo a ser secuestrado por los estudiantes normalistas, el magisterio “independiente” o líderes de los los grupos de izquierda que cuando no toman la carretera, taponan las principales arterias de la capital del estado de Guerrero, en aras de presionar a las autoridades, antes priistas, ahora perredistas, para que se haga lo que ellos determinen. Sin más.
Todos los grupos que ahora hacen de las suyas en la capital del estado de Guerrero y cuando se les ocurre bloquean la Costera de Acapulco, triste o lamentablemente son seguidores de Andrés Manuel López Obrador, quienes en su ira desmedida, no saben que con sus acciones pudieran afectar la posibilidad de que su candidato, se presente con una verdadera cara amorosa, y no la que todos le conocemos, ante el electorado nacional, y no sólo el guerrerense.
Porque cierto o no, quienes ahora y desde hace muchos años han optado por la presión social, como forma de alcanzar sus objetivos, ya sea cerrando carreteras, bloqueando accesos a las ciudades, secuestrado funcionarios, tomando instalaciones de gobierno, o haciendo desmanes en donde sea, antes de priorizar el diálogo, son quienes de una u otra forma siguen a pie juntillas, las directrices que les dicta su gurú, Andrés Manuel López Obrador.
Por ejemplo, sus estrategas, han logrado penetrar en el movimiento de los jóvenes estudiantes llamado “Todos somos 132”, lo cual le ha generado apoyos importantes en los últimos días, que le han permitido subir unos dos a tres puntos porcentuales, lo cual, es importante.
El caso, es que la indefinición social y política del mismo candidato Andrés Manuel López Obrador, de no aclarar si habrá de respetar lo que establezca el árbitro electoral, en este caso el Instituto Federal Electoral (IFE), si pierde las elecciones y el cambio de discurso último al estar sacando a colación, palabras como fraude, complot, violencia, entre otros cuestiones, hace suponer que en caso de perder el proceso electoral nos veremos en una situación de promoción de la movilización contra un presunto fraude, como en 2006, que provocó pérdidas millonarias, como el bloqueo de Reforma, haciendo alharaca de un fraude que a la fecha no ha podido comprobar.
El manejo de sus cifras, de sus encuestas que nadie conoce, de sus ahorros por bajar los salarios a los funcionarios, de la creación de 7 millones de plazas laborales, en fin de tantas promesas que se hacen sin el menor sustento, más el de “créanme, porque yo lo digo”, sin presentar un solo elemento de cómo hacerlo, sino que todo queda en promesa de campaña, cuyo origen se sabe de antemano, no necesariamente de cumplirá. Eso nos pone a pensar que los apoyadores de Andrés Manuel López Obrador, debieran mesurar sus formas de lucha, siquiera hasta ahora que llegue el 1 de julio, donde los votantes habrán de elegir al candidato de su preferencia.
Y si ya para esa fecha, quizá unos días más, al menos una semana, saben que su Mesías, Andrés Manuel López Obrador, fue el triunfador, ahora sí podrán invadir las plazas, quemar los parques, tomar las carreteras, aporrear los autos de los perdedores, como ahora lo hicieron con el convoy de Enrique Peña Nieto, o los estudiantes de algunas universidades, podrán mentarle la madre a sus contrincantes, como ocurrió hace unos días en la Universidad Iberoamericana y si pueden pues darles unos madrazos, a sus enemigos políticos para que se conozca que la nueva era de la “Democracia Verdadera” que promete su guía ha llegado a México, con un nuevo mensaje, de que ahora sí los violentos, los tapona calles, los que logran todo, por medio de la movilización y las acciones contra los terceros, que en muchos casos no tienen la culpa de nada, pues ha llegado.
Y si pierden, pues de todos modos, para que la gente sepa de lo que se perdió al no aceptar votar por Andrés Manuel López Obrador, quien en caso de perder o ganar, de todos modos, podría igual. Claro, en caso de seguir, como ahora, que el gobierno de Guerrero y el federal, por temor a que los acusen ante los Derechos Humanos, un grupo de no más de 50 maestros, tapona y ahorca la principal carretera que comunica Acapulco, con México, provocando millones de pesos en pérdidas para quienes se trasladan por esa carretera. Y no digamos las molestias a quienes por enfermedad, deben estar varados, hasta 10 horas porque los maestros independientes y apoyadores de Andrés Manuel López Obrador, quieren imponer que no les apliquen el examen universal. Ya el gobierno, aseguró que quien no quiera hacer el examen universal, simplemente no lo haga y ya. Claro, que quienes no lo hagan se pierden de los beneficios que eso significa y no quieren. Por esa sus reclamos y el taponamiento de la autopista del Sol, sin que nadie les diga nada. Un gobierno de rodillas, sin duda.
La cuestión es que quienes siguen a Andrés Manuel López Obrador, debieran mesurar sus actos violentos, como ocurre en el estado de Guerrero y en otros lados del país. La cuestión, es aceptar la democracia. Si gana Amlo, pues adelante. Si pierde, pues que se vaya a su rancho “la Chingada” y deje a los que no lo quieren en paz. La intolerancia, no es el camino para las nuevas generaciones de mexicanos, eso debiera ser la premisa. Gracias. Comentarios; Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. Y Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
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