Al leer el llamado que acaba de hacer el ex presidente Vicente Fox Quesada para votar por el puntero en las encuestas, es decir el priista Enrique Peña Nieto, y abandonar a su suerte a la candidata de su partido, el PAN, Josefina Vázquez Mota, no puedo dejar de pensar que tal vez este hombre nos ha engañado a todos al hacernos pensar que su cociente de inteligencia estaba muy por debajo del normal, cuando en realidad está muy por encima.
Vea por que lo digo:Hay un spot nuevo del candidato del PRI Enrique Peña Nieto que lo muestra en varios momentos rodeado de multitudes que lo vitorean, lo aclaman, lo tocan, y una voz en off nos dice que “tanta gente no puede estar equivocada”. Es una frase útil para toda ocasión que suena muy lógica; la han empleado otros políticos y hasta comerciantes, para convencer a las audiencias de que ellos son mejores que sus competidores.
Pero es una falacia, una falacia de dos filos. En primer lugar, porque no es verdad que las mayorías no puedan equivocarse –y la historia se ha encargado de demostrarlo en repetidas ocasiones; ¿un ejemplo? Hitler y el pueblo alemán–, y porque se puede usar indistintamente para demostrar una cosa y lo contrario. Así, por ejemplo, cuando la chaviza de la Ibero la emprende contra el candidato priista, según se ve en los videos, los adversarios del mexiquense podrían apuntar: “tanta gente no puede estar equivocada”.
Los mexicanos, por nuestra parte, a partir del desempeño de uno de los apoyadores gratuitos y recientes de Peña Nieto, ya debimos haber aprendido que las mayorías sí pueden equivocarse. Me refiero al ex presidente Vicente Fox, quien recibió el voto de la mayoría para dirigir al gobierno mexicano... y vea usted la sarta de estupideces que hizo y dijo, y no se diga la gran cantidad de resbalones que tuvo (¿recuerda usted las lavadoras de cuatro patas, o a Jorge Luis Borgues, o la frase “comes y te vas”?).
La mayoría se equivocó al votar por él suponiendo que era un hombre normal y decente, pues no resultó lo uno ni lo otro.
Ese hombre que –dicen equivocadamente los analistas– sacó al PRI de Los Pinos ahora está tratando de ayudarlo a regresar. (Entre paréntesis: Fox no sacó al tricolor de Los Pinos; fue el voto de la gente, harta del PRI, de su corrupción, de su autoritarismo, de su antidemocracia, de su simulación. Por desgracia, ahí estaba Fox, junto a la silla, listo para sentarse en ella.)
El ex presidente ha llamado a votar por el puntero, cuando apenas dos semanas antes había prometido su apoyo a Josefina Vázquez Mota, ante las cámaras de televisión, para que todo el mundo se enterara.
Pero, más allá de su subnormalidad, de su proclividad a la traición y a clavar la puñalada trapera, hay que reconocer que es fiel a su guión, a su lógica de administrador, que es la lógica del dinero: hay que estar con el ganador, de nada sirve estar con el perdedor, no hay principio que valga la derrota, de nada sirve si se pierde.
Está llamando a votar por el puntero porque él quisiera que los votos para Josefina Vázquez Mota se sumaran a los que obtendrá Peña Nieto, para de ese modo asegurar la derrota de Andrés Manuel López Obrador, su pesadilla... y él prefiere que vuelva el PRI (las tepocatas y víboras prietas, en el florido lenguaje del ex mandatario) a que llegue su coco a la presidencia. Seguramente no olvida que el tabasqueño en su campaña en el 2006 lo llamó “chachalaca” y le ordenó callarse.
Así las cosas, resulta entonces que la supuesta estupidez de Vicente Fox en realidad podría ser un síntoma de lucidez y hasta de genialidad, pues ya se dio cuenta de que la posibilidad de que el candidato de la izquierda se alce con la presidencia de la República es real, no sólo hipotética. Y como ya vio que la cosa es seria, está tratando de evitarlo con sus llamados a votar por Peña Nieto. En otras palabras, está diciendo que votar por Vázquez Mota no servirá de nada, y si se tiene que hundir sola, pues, ni modo, que se hunda.
Por cierto que, al igual que Vicente Fox, el ex gobernador Zeferino Torreblanca manifestó públicamente su deslealtad con el partido que lo llevó al poder, en este caso el PRD, pues llamó a los perredistas “burros”, “bandoleros” y “cuches comemierda” cuando ese partido en alianza postuló al ex priista Ángel Aguirre Rivero como su candidato a la gubernatura del estado, y en una de sus múltiples declaraciones en contra insistió en que quienes "administran la franquicia" del sol azteca "quieren vender los principios por migajas; yo no estoy dispuesto a solidarizarme con ninguno de esos bandoleros de la noche a la mañana, yo me voy a solidarizar con el trabajo productivo".
Luego convocó a la sociedad a "no dejarse engañar" y a seguir propiciando las transformaciones en el estado: "no le busquen, que nadie los engañe, ya son mayores de edad, ustedes son culpables de que haya crecido la democracia, ustedes son culpables de que mucha gente haya abierto los ojos para las transformaciones de Guerrero; sigan siendo culpables porque lo que requiere Guerrero son muchos transformadores, y ustedes son parte importante, son como los horcones de en medio para apuntalar bien la casa", arenga que constituye un mensaje subliminal contra Aguirre y en apoyo al PRI y Añorve.
Estas declaraciones de Zeferino, igual que las de Fox, solo muestran deslealtad, ingratitud, traición, vileza y repudio a los partidos que los impulsaron para que llegaran al poder: uno, a la gubernatura, y el otro, a la presidencia de la República. Bien dice el refrán: Dios los hace y solos se juntan.
Zeferino escupió al cielo, pues los resultados le fueron adversos. En cuanto a Fox, si tiene razón o no, se verá el día de la elección, al final de la jornada, cuando se sepa quién será el siguiente presidente de México.
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