Lucha intensa la actual, por conseguir en la función pública un trozo de poder que favorezca el ego personal a través de una regiduría, diputación u otra canonjía.
Verdaderas sarracinas entre jóvenes, mujeres y ancianos, de las que somos testigos, en toda la geografía nacional.
El cambio de asistentes a los congresos, cabildos y a la presidencia de la república, hace que la batalla sea sórdida y exhiba la pobreza moral e intelectual de los reñidores.
Se afanan por conseguir un peldaño como si dependiera de ello, seguir viviendo: oxígeno que nutre y revitaliza.
Nadie medita sobre la suerte de un hombre que tuvo en sus manos el poder redondo y orondo del absolutismo. Y en la funeraria todo lo que inspira ya, son rezos, plegarias, y compasión. Miguel De la Madrid Hurtado se despide de este valle de lágrimas que abate, con la sutileza de un alma que tramonta todo lo profano del mundo temporal.
¿Para qué sirve el poder al final de la jornada. Para la penitencia, la soledad, el silencio, las ofensas y traiciones?
Quienes hoy vociferan, proclaman ocurrencias, reclaman que se les inscribe en el honorable presupuesto del erario, manifiestan su apetito del día de hoy, no reflexionan sobre los límites de esta página que es la vida y que, ineludible ha de pasar, hasta convertirnos en un cadáver que sólo a duelo inspire y nos devuelva al origen de la nada absoluta.
El poder ofrece regocijo transitorio y sueños instantáneos.
Pero nada más. Espejismo del amor, la lealtad, la amistad y el respeto, tiene su mejor moraleja en la tumba.
PD: “Polvo eres y en polvo te convertirás”: La Biblia.
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