En México ser ciudadano implica reunir los dos requisitos básicos establecidos en la Carta Magna: haber cumplido 18 años y tener un modo honesto de vivir. Que esté estipulado en la Constitución significa que todos los derechos y obligaciones prescritos son iguales para todos. Sin embargo, al hacer uso de esos derechos en el campo electoral, surgen diferencias considerables. No por la ley, que da igualdad de derechos a todos, sino en los mismos ciudadanos, en su capital político-electoral. En Guerrero estamos en plena lucha por lograr espacios en todas las posiciones políticas federales, estatales y municipales. Las federales ya se definieron, y estamos a horas de que se definan las estatales y las municipales en su totalidad. De hecho, algunos partidos han definido algunas de estas últimas, como el PRI, que ya tiene candidatos a alcaldes en todos los municipios del estado. Sin embargo, lo que está en juego en Guerrero es más que las posiciones estatales y municipales; es la gubernatura en el 2015. En este proceso comienza esa carrera, y el resultado de la elección de presidente de la República definirá no solo quiénes serán los más probables candidatos a gobernador, de los partidos con más presencia en el estado, sino quién de ellos recibirá el apoyo más efectivo a sus aspiraciones, el apoyo del jefe del Ejecutivo federal, y, por tanto, quién tendrá más posibilidades de ganar. En otras palabras, aun cuando en la vida no hay nada escrito, y menos en política, el resultado de la elección presidencial influirá decisivamente en el escenario de la carrera por la gubernatura de Guerrero en los siguientes seis años. En el PRI, los precandidatos desde ahora son René Juárez Cisneros, Manuel Añorve Baños y Claudia Ruiz Massieu; en el PRD, Armando Ríos Piter y Sofío Ramírez Hernández; en el PAN, Zeferino Torreblanca Galindo, Jorge Camacho Peñaloza y Marcos Efrén Parra Gómez; en Movimiento Ciudadano, Luis Walton Aburto. Analicemos fríamente lo que podría suceder en menos de tres años en cada uno de esos partidos: por principio de cuentas, en Movimiento Ciudadano no tienen ningún problema para decidir quién sería el candidato, pues el único que decide es Luis Walton, y si él decide participar en solitario, no habrá ningún problema: el será el candidato, pero sin ninguna posibilidad. Otra cosa sería que López Obrador ganara la presidencia y Walton, la alcaldía; Andrés Manuel lo apoya con todo, y si el hoy senador hace un gran papel en Acapulco y logra la alianza de la izquierda, sería un candidato con muchas posibilidades. Pero, aclaro, primero tendría que ganar Acapulco con la alianza; segundo: López Obrador tendría que ganar la presidencia de la República y apoyarlo, y tercero: tendría que lograr la alianza de las izquierdas del PRD y el PT. En el PAN se han estado dedicando a levantar heridos del PRI y del PRD; Zeferino Torreblanca analizó ser candidato a presidente de Acapulco, pero vio que no tenía las preferencias y reculó; ahora busca una diputación y será el coordinador general de la campaña de Josefina Vázquez Mota en Guerrero, quien, de ganar, lo apoyará para buscar la candidatura a gobernador por su nuevo partido; Torreblanca no tiene posibilidades, por su pésimo trabajo en la gubernatura; sin embargo, tendrá más que Marcos Efrén Parra, que no alcanzó ni uno por ciento en la elección pasada e hizo perder el registro al blanquiazul en el estado, y Jorge Camacho sería lo mismo. En el PRD se complicarán las cosas para Sofío, que se la vio muy difícil para quedar en segunda posición para el Senado; Sebastián de la Rosa no se la va a perdonar, y es muy posible que ni siquiera llegue a senador, así que Armando Ríos Piter parece perfilarse como candidato del PRD con el apoyo de las corrientes más fuertes del partido, como Nueva Mayoría, de Evodio Velázquez, y Nueva Izquierda, de Sebastián de la Rosa. A su favor tiene que es un hombre preparado académicamente y joven –dos circunstancias que no se dan juntas con facilidad, y menos en los partidos de la izquierda mexicana–, y que su bagaje intelectual es más conocimiento y menos ideología. En el PRI, Manuel Añorve vivió sus días de gloria cuando logró ganar la presidencia de Acapulco con falsas promesas y trampas, y por la soberbia de Zeferino de rechazar la alianza para asegurar el triunfo de la izquierda. Pero hoy día le ha cambiado drásticamente el panorama, se ha venido abajo su fuerza poco a poco, y no dude que dentro de poco tiempo ya ni lo tomen en cuenta para nada. Quiso imponer a Vicente Trujillo como suplente de René Juárez en el Senado –quizá porque presiente que el ex gobernador pedirá licencia en menos de tres años–, pero no pudo, y finalmente el CEN del PRI puso a Esteban Albarrán, de Iguala. Añorve se convirtió en el rey Midas al revés, pues convierte en estiércol todo lo que toca. Y no es un secreto cómo le hace para pervertir, para prostituir todo: endeuda las finanzas de lo que tenga bajo su responsabilidad (puede ser dependencia o gobierno) y con ese dinero compra voluntades y conciencias. Pero el destino ya lo alcanzó y cada vez tiene menos recursos a su disposición, y el que tiene está cada vez más vigilado. Está mandando a su gente a golpear a Claudia Ruiz Massieu para evitar que llegue a la candidatura a gobernadora; sin embargo, creo que son pocas las posibilidades de ambos. Manuel se ha burlado del pueblo las veces que ha querido, como lo prueba el hecho de que Acapulco ha tenido cinco presidentes municipales –sí, leyó usted bien: cinco presidentes municipales– en los dos trienios en que él ha participado. Luego, su ambición, su traición y su deslealtad con su “jefazo”, que lo había apoyado en su carrera política, hicieron fracasar al PRI en su intento de retornar a Casa Guerrero, y no nos alcanza el espacio para comentar el estado en que deja el puerto: sucio, sin agua, sin servicios públicos, sin turistas y con una deuda de más de mil millones de pesos. Por otro lado, si gana Enrique Peña Nieto sólo tiene dos amigos en Guerrero: René Juárez y Ángel Aguirre. Y no puede hacer gobernador a éste, porque ya lo es, pero sí a René, y seguramente lo hará. El ex gobernador se ha movido con discreción y cautela, como que sabe que de la forma en que se den las cosas depende su futuro político; ha aparecido en los reflectores solo cuando ha sido imprescindible; ha tratado de no exponerse a la vista pública porque –viejo lobo de la política– sabe que eso implica no solo fama, sino también escarnio, y, por lo visto, ha decidido guardar sus energías para batallas que valgan la pena. La lucha por la gubernatura es una de ellas, y hay que decir que la experiencia que tiene puede allanarle el camino. Resumiendo como veo a los candidatos dentro de tres años: por el MC: Luis Waltón Aburto; por el PAN: Zeferino Torreblanca Galindo; por el PRD: Armando Ríos Pitter; y por el PRI René Juárez Cisneros. Hagan sus apuestas parece que por hoy la tiene más fácil René, sin embargo falta tramo por recorrer.