Por Noé Mondragón Norato
A la alcaldesa morenista de Acapulco, Abelina López Rodríguez los tiempos la acosan. Y no solo ante su desbordada incapacidad para resolver los problemas más apremiantes de ese municipio turístico, sino porque se quedó acostumbrada a que el expresidente AMLO nunca le exigió resultados en materia de seguridad y prevención del delito.
Pero hoy el suelo político que pisa, pasó de duro a pantanoso.
Amenaza con hundirla, en definitiva. Porque la presidenta Claudia Sheinbaum viró sustancialmente la política de seguridad. Abelina no lee lo evidente, lo cual podría traducirse en una eventual debacle política para ella. Y no sólo eso. Obnubilada de poder, está convencida de que entrará a la competencia por el gobierno estatal en la elección de 2027, y hasta espera en ese sentido, el “espaldarazo” de la presidenta. Pero los hechos podrían regresarla a esa oscura realidad que se ha negado a ver, operar y arreglar sistemáticamente.
CRIMEN SIN PARAR. – La alcaldesa porteña ya no quiere saber nada de la violencia que está obligada a combatir. Y cada vez que los reporteros la cuestionan en ese sentido, se enfada y cambia la conversación. Evade contestar. Como si no gobernara ese territorio ingobernable. Como si fuera ajena a todos esos hechos criminales. Como si no le atañeran. “No soy Fiscalía”, se atreve a sostener en el límite del cinismo, la ignorancia, el valemadrismo y el desparpajo.
Pero la coyuntura indica que su segundo trienio municipal estaría colapsando antes del 2027. Hay pistas muy fuertes que así lo refrendan: 1.- En política, la desatención, la corrupción, la frivolidad y la indolencia desembocan necesariamente, en desgastes acelerados. Es justo lo que le ocurre a la alcaldesa oriunda de Oaxaca, quien quizá por ese detalle, parece no interesarle lo que ocurra en el puerto turístico guerrerense que gobierna.
Y en el colmo del caso, ni siquiera parece haber reparado en que la propia presidenta Claudia Sheinbaum, encabezara el pasado martes la reunión del Consejo Nacional de Seguridad en Acapulco a la que asistieron los 32 gobernadores del país.
Un día después, un crimen de alto impacto sacudió por enésima ocasión a ese puerto: la ejecución a mansalva afuera de los juzgados de Caleta, del magistrado y polémico ex titular del tribunal Superior de Justicia (TSJ), Edmundo Román Pinzón, quien fungió como tal durante el sexenio del perredista Zeferino Torreblanca Galindo.
Como no fue invitada a la reunión del Consejo Nacional de Seguridad, Abelina López no hizo ningún pronunciamiento sobre ese crimen.
Está dedicada exclusivamente a la administración de los impuestos ciudadanos, pero olvidando deliberadamente, que eso la obliga a dotarlos de servicios públicos de calidad. Y la seguridad en materia de prevención del delito sencillamente no aplica en Acapulco.
2.- Finalizaba marzo de 2022 cuando la alcaldesa participó en una marcha a favor de “la revocación de mandato” y para que AMLO siguiera en la presidencia del país. Hoy esos hechos del pasado que reivindicó, amenazan con alcanzarla.
Porque miembros del Frente por la Educación, la Democracia y la Institucionalidad Guerrerense (FREG), salieron a las calles del puerto para demandar “la revocación de mandato” contra Abelina López.
Argumentan que no hay agua potable, empleos, las calles están destrozadas, la basura adorna grotescamente las calles y la propia Costera Miguel Alemán y la contaminación en las playas es incontenible.
Al mar de inseguridad y violencia prevalecientes en ese puerto −sumados a los dos huracanes que lo han tumbado y no puede levantarse−, se agregan otras atmósferas políticas suicidas cuya dureza no alcanza a evaluar la alcaldesa. Y es que, si asume que “no es Fiscalía” para resolver la violencia, se entiende que apela a que en los demás rubros en los que “no puede”, también sea auxiliada por la federación y por el propio gobierno estatal.
Lo cual confirmaría con creces, que Abelina no está capacitada para gobernar. Mandarla a la competencia por el gobierno estatal en la elección de 2027, abriría al menos dos escenarios de desastre: decretar la temprana muerte electoral del Morena. Y condenar a todos los guerrerenses −si es que absurdamente ganara esa elección− a padecer una muy aguda e insostenible ingobernabilidad. Igual o peor a la que hoy se proyecta en Acapulco. Porque si hay algo que respira la alcaldesa y lo está demostrando, es la incompetencia.
HOJEADAS DE PÁGINAS…El otro que no canta mal las rancheras en ese mismo sentido, es el alcalde suplente de Chilpancingo, Gustavo Alarcón Herrera. De cuna tricolor legítima, el edil redita la cultura de gobierno aplicada por su progenitor, el finado exedil capitalino Saúl Alarcón Abarca: la de la intransigencia y el autoritarismo. Así y sin decir “agua va”, expulsa de la comuna a sus propios aliados perredistas y panistas. Y la llena de priistas.
El último fue el director de Servicios Públicos Municipales, Florencio Salazar Albarrán, hijo del exsecretario general de gobierno astudillista, Florencio Salazar Adame. De esta forma, la disputa entre hijos de priistas se convirtió en parte del nuevo espectáculo político. Pero lo peor es que al edil Alarcón, los tiempos también lo consumen. Acumula hasta hoy una larga cadena de errores que lo están haciendo deflagrar. Irremediablemente.
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