Por Efraín Flores Iglesias
Todo apunta a que Mario Moreno Arcos volverá a ser sacrificado por el exgobernador Héctor Astudillo Flores, quien ya opera para que una integrante de su círculo original más cercano, sea la próxima dirigente estatal de Movimiento Ciudadano.
MC tiene dueño en Guerrero, y ese no es Julián López Galeana ni Sebastián de la Rosa Peláez.
A Mario Moreno ya lo sacrificaron dos veces.
Después de la elección de gobernador de 2021 y a pesar de haber obtenido muchos votos para su entonces partido, el PRI, el exgobernador lo frenó en seco para imponer a uno de sus peleles: Alejandro Bravo Abarca.
Por cierto, en la elección de gobernador que perdió ante la morenista Evelyn Salgado Pineda, no todos los astudillistas operaron para su causa. Le dieron la espalda para favorecer a Morena en algunos municipios.
Mario Moreno siempre lo supo. Hizo corajes, cuestionó y amagó en dejar al PRI, pero al final se echó a los brazos de su verdugo. ¿Síndrome de Estocolmo?
En 2022 compró el pleito con Alejandro Moreno Cárdenas, dirigente estatal del tricolor, que no era suyo, sólo para complacer a su nuevo jefazo.
En 2024 y siguiendo los pasos de Héctor Astudillo abandonó por fin al PRI. Fue candidato al Senado por MC con la idea de enterrar políticamente a Manuel Añorve Baños.
Lo cierto es que lo volvieron a chamaquear. Fue candidato de MC para obtener los votos suficientes para que otros astudillistas lograran su pase al Congreso local como diputados por el principio de representación proporcional.
Hoy por hoy, Mario Moreno es más astudillista que el personaje que lo ha obstaculizado y utilizado en su carrera política.
Es obvio que no tiene carácter para tomar decisiones propias.
En la elección de dirigente estatal de Movimiento Ciudadano hará lo que le dicte el señor de la barba cana.
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