Por Alfredo Guzmán
Así me gusta el señor presidente Andrés Manuel López Obrador, sin máscaras, sin maquillaje, a calzón quitado. Sin simular lo que no es y con todo echado para adelante, en un propósito válido para sus intereses, aunque violente las leyes y utilice el dinero de los mexicanos en aventuras políticas, que buscan promover su imagen del presidente de los Pobres. A como dé lugar.
O sea, como es, sin simulaciones, sin mentiras, al fin y al cabo, para qué. Así es, así ha sido y así seguirá. Sin duda fue buen ejercicio político haber durado encubierto mucho tiempo, para quienes observan en él, un mártir, un héroe, casi del tamaño de Benito Juárez, aunque no le llegue ni a los talones.
Un político asesino de la democracia y de otras cosas, cuando se lo propone y cuando no le hacen caso. Berrinchudo y chantajista. Ese es mi presidente, con bajas, pues con altas, es inalcanzable.
Es humano al fin y verlo como otra cosa, es hacernos guajes, nosotros mismos.
Llegar hasta donde llegó debe ser contado. Pero Adolfo Hitler, llegó más lejos y su muerte dejó huérfano a un país, que hasta el último momento le creyó todo. Ofrendaban la vida por él. A Francisco Franco y Benito Mussolini no los incluyo, porque fueron militares. Adolfo Hitler, era un ciudadano como él.
En América Latina han existido otros, de la misma catadura y que hoy, aunque muertos mantienen a sus países en la miseria.
Cuando el presidente de cualquier país, diga textual. “A mí no me vengan, con que la ley es la ley” y su discurso se base en que “bajo el imperio de la ley todos, por encima de la ley, nadie.”
Simplemente se cayó el telón, se quemó la casa y se nos cayó la máscara.
El lema de su partido Morena “No mentir, no robar, no traicionar”, se va al bote de la basura.
Ya ha dado muestras de su forma de ser. Para el presidente no debe haber Suprema Corte de Justicia (SCJN), ni cámara de Diputados y Senadores, críticos, deben ser sumisos a sus designios.
El destino del Instituto Nacional Electoral (INE), instancia que lo ha exhibido como es, está sentenciada a desaparecer y convertirse de nueva cuenta, en lo que eran las instancias electorales antes del Instituto Federal Electoral (IFE). Comparsas del poder.
Todas las instancias autónomas, deben desaparecer, cuando cuestionen al presidente y su proceder.
Y todo porque sus proyectos, empiezan a naufragar en un mar tempestuoso, que supuso fácil controlar, sólo con ideas lógicas, con sentido común, al establecer que sacar petróleo, hacer una buena economía, tener seguridad, crecimiento y todas esas cosas de la política, cualquiera los puede hacer.
Hoy a la mitad de su periodo gubernamental, no sabe qué hacer e inventó una fórmula para hacerse campaña, al observar que no ha podido cumplir absolutamente nada.
Impuso y hace uso de un ejercicio, que bien utilizado, por la sociedad, debería establecer el poder social, pero usado por el presidente y su partido, simplemente se ha convertido en una caricatura.
Me refiero a la Revocación de Mandato, al que sus funcionarios, políticos y seguidores, llaman Ratificación de Mandato.
O sea, sin que nadie en su sano juicio, solicite que se vaya, inventan al contrario, que se quede.
La obligación de todo presidente es cumplir su periodo de 6 años, salvo cometa delitos que permitan juzgarlo por delitos de lesa humanidad. Hoy Morena inventó el tema y se encuentra enredado en hacer lo posible de que les salga bien o serán derrotados por ellos mismos.
La consulta es de Morena y de su Presidente. Tienen por obligación para que sea vinculante, alcanzar 47 millones de votos. Y logren posicionar al que cada día baja en popularidad.
En el 2018, Amlo alcanzó 31 millones. En otra consulta para juzgar a los ex presidentes, similar a la que ahora será este domingo, fueron 6 millones 511, 385 votos por el Sí y 102, 945 por el No.
Todo el gasto de espectaculares, mantas, de pintas de pegotes en autos, funcionarios de las diferentes dependencias, empleados, Senadores y Diputados y diputadas con permiso, es incalculable, pues el INE no lo ha contemplado en sus análisis.
Y militares, deberán juntar al menos 31 millones de votos. Voy a esperar el resultado, pero si son menos de los que votaron en 2018 por Amlo, será una derrota redonda.
Con toda la farsa, será una exhibición de la ambición de un político que emerge su imagen de mentiras.
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