Por Noé Mondragón Norato Foto: https://suracapulco.mx/
Al entreverarse la lucha social con las policías comunitarias y la delincuencia organizada, se produce de inmediato una mezcolanza grotesca que, quiérase o no, rebota con fuerza en las robustas paredes de la impunidad de los gobiernos. Porque estos no perciben como obligación investigar los delitos producto de las acciones, la movilidad de esas fuerzas y sus acuerdos y desacuerdos subterráneos. Es como si las tres asumieran como un poder dentro de otro. Que, de hecho, lo son. Desde luego, su incesante actividad produce y ahonda de manera natural, las crisis de legitimidad de quienes dirigen y asumen “el poder legal”. El pulso es apenas referencial.
ÍNSULAS DE PODER. - Como en la vieja cultura del “culto a la personalidad” inaugurada desde el nacimiento del PRI, la gobernadora morenista Evelyn Salgado no se quedó con las ganas de impactar mediáticamente con su figura, vista y percibida ya, como pasarela recurrente instalada en la frivolidad atravesando lo banal. Pero gobernar Guerrero no es lucir el vestido típico ni dar asistencialismo social a ciertos sectores vulnerables, sino resolver problemas mucho más prioritarios. Es justo a lo que ha renunciado la gobernadora al cumplir y festejar ciento doce días en el cargo. Se lee así:
1.- Conforme avanza el gobierno estatal evelynista, se perciben fuerzas oscuras tratando de moverle el tapete para provocar que tropiece. E incluso, inducir su eventual renuncia. Sobre todo, en el asunto de la seguridad pública, su talón de Aquiles más visible. Hay dos hechos recientes que involucran a “luchadores sociales” mezclados con policías comunitarias. Las cuales, a su vez, despiden fuertes aromas de su relación con la delincuencia organizada. Primero, ocurrió el caso del docente universitario Salvador Catalán Barragán, quien fue plagiado el pasado jueves 9 de diciembre y su cuerpo embolsado y descuartizado encontrado en un breñal.
Salvador Catalán se distinguió por pertenecer e involucrarse en la lucha sindical al interior de la UAGro. Y era consejero del FUSDEG, una policía comunitaria que opera en el valle de El Ocotito y el municipio de Tierra Colorada. Un video donde forzadamente confesó su presunto involucramiento en actividades ilícitas y que circuló profusamente en redes sociales, dejó a la Fiscalía estatal —acéfala en eso días— paralizada. Y resuelto de algún modo, dicho homicidio.
De fondo, apareció la pugna inacabada entre policías comunitarias y miembros de la delincuencia organizada. Pero esta vez, con el aderezo de incorporar a esa disputa, “la lucha social”.
2.- La balacera duró casi una hora. Los poderosos estruendos mantuvieron a la población en vilo. Pertrechada en sus propias viviendas. Y la comunidad de Buena Vista de la Salud municipio de Chilpancingo, se vistió de luto.
El enfrentamiento ocurrió en la víspera de que la gobernadora Evelyn Salgado “festejara” sus cien días de gobierno. Le pegó duro a su optimismo mal encauzado y entendido. La refriega arrojó un saldo de siete muertos. Presumiblemente, estuvieron involucrados los grupos de la Policía Comunitaria perteneciente a la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG) y el grupo delictivo Los Ardillos. Se entiende que el zafarrancho ocurrió por el control de territorios. Pero pudo esconderse también, un fondo político.
Lo desconcertante del asunto es que uno de los que “cayó en combate” era el profesor Jesús Zamora, comandante activo de la UPOEG en aquella comunidad y a la vez, miembro destacado de la CETEG, la organización magisterial disidente en la entidad. Otra vez la “lucha social” se aparejó con las policías comunitarias, confrontadas con la delincuencia. Las tres, como subproductos de un sistema político que fomentó su nacimiento. Como a las plantas, las cuidó y regó generosamente. Ahora no puede controlarlas. Apenas el pasado martes, la consultora chilanga Mitofsky ubicó a Evelyn Salgado en el top de “las cinco mejores gobernadoras del país”. Pero los hechos de violencia, la galopante inseguridad y la propia indolencia gubernamental, la desmienten con creces.
HOJEADAS DE PÁGINAS…El que de plano canjeó su tarea pastoral y optó por privilegiar la política y otros asuntos espinosos y hasta polémicos de la agenda pública, es el arzobispo de la diócesis Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza. El prelado se asumió literalmente, como “vocero” del grupo delictivo Los Ardillos: “la zona donde ellos operan es la más segura del estado, por lo que es poco probable, no hay evidencia de que sean los principales rivales de la UPOEG, ni que hayan perpetrado el enfrentamiento con los comunitarios”, dijo seguro, tras salir del informe de Evelyn. Y entonces, ¿Quiénes fueron?
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