Por Jorge Romero Rendón
Con Mario Moreno Arcos, el PRI se mantuvo como la segunda gran fuerza política en Guerrero, muy cerca en número de votos de Morena, y muy por encima del resto de los partidos con registro en el estado, según los resultados de la elección de junio pasado, por lo que tiene todo el derecho y todo el espacio para ser electo por las bases como el próximo dirigente estatal del tricolor.
Dentro de unas semanas tendrá que llevarse a cabo el cambio de dirigencia estatal, para lo que deben abrirse los espacios de participación a toda la militancia del PRI, con delegados que tengan verdadera representatividad, sin que sean designados por dedazo, toda vez que ninguno de los grupos ni de los aspirantes a caciques en ese partido tienen la autoridad moral ni la fuerza social y política como para imponer a algún monigote que mantenga al priismo inmovilizado por acuerdos secretos inconfesables, sin que los verdaderos priistas de a pie se los reclame.
La fuerza electoral y las amplias simpatías que logró forjar Moreno Arcos en la ciudadanía durante su campaña electoral del año pasado, que le reportaron más de medio millón de votos a la alianza PRI-PRD en el estado, muy a pesar de las fuerzas que se le opusieron desde la presidencia de la república y del gobierno federal, más las de grupos locales que traicionaron la causa de su propio partido, bastan para justificar plenamente la elección de Mario como dirigente indiscutible de su partido en Guerrero.
Para la elección de la nueva dirigencia estatal no caben exempleados de exgobernadores que sólo servirían para hundir más al priismo en la inmovilidad, en la decepción y en el alejamiento de su partido y de su trabajo político. Al contrario, pues lo que necesita no sólo el PRI sino el estado, es el dinamismo de una verdadera competencia política, de una oposición articulada y leal que no sea entreguista ni pendenciera.
El medio millón de votos de Mario Moreno le da una fuerza de representatividad social a la que no se debe temer, pues como se ha visto, su proyecto político plantea apoyar tanto las políticas de verdadero sentido humano que pregona el actual gobierno, como gestionar la atención de las demandas de sectores que requieren justamente su respaldo.
Destaca el hecho de que en las últimas semanas, Mario ha realizado giras por todas las regiones del estado, manteniendo reuniones con grupos y personajes de peso en sus distritos, así como eventos con participación de la sociedad civil, en los que ha recibido muestras de apoyo y de adhesión, declarándolo como el dirigente natural que el PRI debe tener hoy en Guerrero.
En la democracia se requieren contrapesos, y en los últimos meses hemos visto un mero juego de intereses entre legisladores que negocian en lo oscurito sus intereses particulares y de grupo, y que no representan ni a los ciudadanos ni a sus militantes. Lo que se requiere es una visión social del conjunto de problemas que vive el estado, y de propuestas de solución, no como enemigos del gobierno de Morena, sino como una visión alternativa que se merece el pueblo de Guerrero.
Mario Moreno ha demostrado disciplina, prudencia y madurez, por lo que nadie en ninguna posición partidista, legislativa o de gobierno, debe temer que como dirigente estatal del PRI tenga alguna pretensión que atente contra la estabilidad política ni contra la paz social en el estado. Como hombre netamente institucional, puede coadyuvar mejor al desarrollo y a la tranquilidad de Guerrero, contando con el apoyo y la fuerza de un priismo de vocación constructiva y organizada.
Mario Moreno va por la dirigencia del PRI, y lo que deben hacer los personajes de ese partido es apoyarlo…
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