Por Jorge Romero Rendón
Tal como se esperaba, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) resolvió rechazar las impugnaciones presentadas por el excandidato del PRI-PRD a la gubernatura, Mario Moreno Arcos, quien cumplió con su promesa de aceptar sin condiciones el fallo, pese a las graves irregularidades registradas en la elección del 6 de junio, y dio un voto de confianza a la gobernadora electa, Evelyn Salgado Pineda, deseando que su gestión sea exitosa.
La postura emitida por Moreno Arcos abona a la estabilidad y a la gobernabilidad en Guerrero, toda vez que a pesar de haber denunciado en su momento “un resultado electoral que adoleció de severos cuestionamientos, complicidades y mal uso y abuso del poder público federal influyendo en el voto popular”, ha preferido tomar el camino del respeto a la ley y a las instituciones, y no alterar el orden público ni el proceso de entrega-recepción ya iniciado entre el gobernador Héctor Astudillo y la gobernadora electa.
Pero más allá de la cortesía política y de su decisión de respetar el hecho cierto de que “haiga sido como haiga sido”, la candidata de Morena fue declarada como triunfadora de la elección por todas las instancias electorales federal y estatales, Mario reivindicó el peso específico de su partido en Guerrero, partiendo de “un hecho incuestionable: la diferencia en los votos obtenidos es mínima y resulta indispensable que prevalezca el equilibrio”, porque los 600 mil votos que obtuvo significan que la mitad del electorado apoyó sus propuestas y su proyecto social de forma inusitada, pues lo avalan como el candidato priista que más votos ha obtenido históricamente en Guerrero.
Esa fuerza, que ha llevado por un lado a la decisión de los dirigentes del PRI y del PRD a mantener la alianza entre ambos partidos, es notable en la actuación de sus diputados en el Congreso local; y por otro, le da al PRI la oportunidad de asumir un papel protagónico en la vida pública del estado, porque puede representar una oposición fuerte en la medida en que sus dirigentes, legisladores y alcaldes mantengan la unidad y se apoyen en la aspiración de una sociedad ansiosa de que sus autoridades les sirvan con eficacia y honradez.
En ese sentido, Mario Moreno dejó entrever que no se retirará de la vida política estatal, pues permanecerá “de cerca” para observar y ejercer su poder de decisión “de manera consciente y responsable”, convirtiéndose en una “una oposición fuerte y madura” que genere los contrapesos necesarios.
Y agregó que la alianza PRI-PRD representa a un sector muy importante de la población, “quedando claramente establecido su derecho a participar activamente; no renunciaremos a la enorme conquista ganada en las urnas”.
De modo que lo que veremos en el futuro será una oposición priista que puede influir en la vida pública estatal en favor del interés ciudadano, si es que sus dirigentes y diputados locales amplían su altura de miras más allá de sus intereses personales y constituyen con sus aliados un frente de acción en favor de las expectativas ciudadanas, y no agotan su papel al de meros negociadores de prebendas inconfesables.
Por lo que, en esa línea, se espera que el cambio de dirigencia estatal del PRI se lleve a cabo pronto, para que ese partido sea encabezado por Mario Moreno Arcos, sin la nefasta tutela del exgobernador Ángel Aguirre Rivero, que evidenció su doble juego llevando a dirigentes y diputados del PRD a negociaciones con Morena.
¿O será que permitirán que Aguirre obtenga la influencia necesaria para convertirse en el árbitro de la política estatal cuando Héctor Astudillo termine su período…?
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