*Aumentan inseguridad y Covid; Astudillo pierde apoyo.
Por Jorge Romero Rendón Foto: https://www.facebook.com/
Por más que el gobernador Héctor Astudillo Flores ha tratado de mantener el orden en el estado para llevar a cabo una transición institucional y amistosa con los Salgado –Félix y Evelyn- para entregarles el poder con plena gobernabilidad y hasta con dinero en las arcas, tanto él como la población empiezan a resentir los embates de la cruda realidad.
Violencia creciente, escasez de dinero y medidas insuficientes para reducir contagios del Covid, son algunos de los problemas que le ha creado al estado el gobierno federal, muy a pesar de la relación de cooperación y obediencia que Astudillo ha mantenido con el presidente Andrés López Obrador, quien le ha pagado con perfidia al gobernador: lo alaba en público –como volvió a hacer la secretaria de Gobernación en su reciente visita-, pero le reduce presupuestos y le niega el apoyo financiero que requiere el combate a la tercera ola de Covid.
Mucho antes de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) resuelva las impugnaciones sobre las irregularidades habidas en la elección de gobernador el pasado 6 de junio, presentadas por su partido, el PRI, con apoyo del aliado PRD, Astudillo inició la relación oficial directa y el proceso de entrega-recepción con la “gobernadora electa”, Evelyn Salgado Pineda, pese a que ese tribunal podría incluso anular dicha elección… a menos que el gobernador sepa algo que todos ignoramos acerca del fallo que deberá emitirse en los próximos días…
Reacomodo criminal y peligrosa vuelta a clases…
Pero más allá de los enredos políticos y legales, lo que la población está empezando a resentir –lo anuncian los índices de mayor percepción de inseguridad- es la multiplicación de los casos de violencia armada, que a su vez anuncian que algo está cambiando en la correlación de fuerzas entre grupos criminales y en el reparto de territorios, como ocurrió en Acapulco hace 16 años, cuando Félix Salgado vendió y revendió esa plaza a ya saben quiénes, disparando la violencia criminal como nunca en aquel puerto durante todo su trienio (2005-2008).
Los números de la reducción de los delitos que tanto han celebrado el gobierno estatal y las fuerzas federales que apoyan los operativos de seguridad en el estado, aún le son favorables, pero la incidencia creciente de enfrentamientos y atentados en zonas urbanas, sobre todo de Acapulco, ponen en evidencia los reacomodos que a la fuerza buscan los delincuentes, y la complicidad de corporaciones policiacas, como la preventiva municipal acapulqueña, donde gobierna Morena.
Todo con un pronóstico poco alentador, en la medida en que, con la posible llegada de Félix Salgado al poder real –y de su hija como protagonista de meros actos públicos-, la política de seguridad pública cambiará para mal en Guerrero, con la doctrina lopezobradorista de “abrazos y no balazos”, que echará por tierra mucho de lo logrado en los últimos cinco años.
De la misma forma, al alinearse con las políticas presidenciales, el gobierno de Guerrero ha tenido que declarar el Semáforo Rojo por la multiplicación de los casos de Covid, pero aplicando medidas de mediano alcance, restringiendo sólo aforos, horarios y algunas actividades masivas. Si bien es cierto que Astudillo ha tenido cuidado de no afectar la economía local, desde el gran turismo hasta los pequeños comercios y los negocios informales, no ha podido romper con el esquema voluntarista que deja en manos de la gente asumir las medidas preventivas, sin establecer acciones más enérgicas que vayan de acuerdo con la gravedad de la tercera ola que afecta a todo el país.
Para colmo, entra en contradicciones al cerrar por un lado actividades masivas y hasta las oficinas de trámites de la Secretaría de Educación estatal, pero se pliega a los caprichos del presidente AMLO, que forzosamente ha ordenado el regreso a clases presenciales el 30 de agosto… sin que haya planes de vacunación de niños y jóvenes de 12 a 18 años, y sin que nadie sea capaz todavía de asegurar si las vacunas actuales son aplicables a menores de 12 años, que es la edad mínima establecida por los laboratorios que producen las vacunas.
Esos dos grupos de edad integran la mayoría del estudiantado en Guerrero, con más de un millón de alumnos. En contraste, hay presuntamente 60 mil maestros vacunados, miles de padres de familia que no lo han sido aún; los libros de texto gratuitos ni siquiera han terminado de imprimirse, y cuando hay miles de escuelas con aulas de 30 y 40 alumnos. ¿Cómo aplicar allí la sana distancia o cómo seleccionar quiénes pueden o no asistir, y qué medidas de presión tendrán que aplicar para obligar a los padres a llevar a sus hijos, según la lógica lopezobradorista, que prefiere a los niños muertos antes que “alienados por el Nintendo”?
Al final, el mar de contradicciones entre el exitoso modelo de gobierno aplicado por Astudillo, que pierde brillo en sus afanes de complacer al presidente, ya tuvo una consecuencia inesperada: después de varios meses de ocupar el 5° lugar como uno de los gobernadores con mayor apoyo ciudadano en México, Astudillo descendió en el último reporte oficial de Massive Caller, al lugar 15°, diez escalones abajo. ¿Seguro que vamos bien, y que nos irá mejor con la 4T…?
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