Por Noé Mondragón Norato Foto: https://www.cronica.com.mx/
«No pago para que me peguen», era la frase predilecta del ex presidente priista José López Portillo, para seleccionar generosamente a la prensa amiga, de la que no lo era. Simples valores entendidos de aquella época. Y lo siguen siendo: el presidente López Obrador excluyó de los llamados «convenios publicitarios por difusión de actividades», a medios y periodistas que fueron prohijados por el sistema político priista y panista. Y mantuvo a los que lo apoyaron durante su larga campaña de 12 años por la presidencia. En consecuencia, los que se quedaron fuera son lo que asumen hoy, una tendencia natural a cuestionarlo y criticarlo todos los días. Es algo que no debe asustar. Porque son parte de los reacomodos del sistema de premios y castigos aplicados por el poder en turno. Así, los que hoy aparecen a los ojos de la opinión pública como «chayoteros», son los mismos que también apoyan al presidente. «Chayotean» al aplaudir y justificar todas sus acciones. Aunque no sean certeras ni adecuadas. Al fin, para eso les pagan. De ambos lados, son trincheras de intereses, no de un comportamiento pulcro, que tampoco es imitado por la propia sociedad. Los hechos hablan.
CONVENIOS INEVITABLES. – Para mantener la estabilidad de los gobiernos, estos necesitan del apoyo de la prensa. Y por esa razón, buscan y seleccionan a sus aliados informativos. Hay ejemplos cercanos:
1.- La corrupción en México florece desde cientos de formas y comportamientos. Alan Riding, es su libro «Vecinos distantes, un retrato de los mexicanos», la evaluaba como inextirpable. «La corrupción es esencial para el funcionamiento y la supervivencia del sistema político. Pero, de hecho, el sistema nunca ha vivido sin corrupción y se desintegraría o cambiaría tanto que resultaría imposible reconocerlo, en caso de que tratara de eliminarla. En teoría, el dominio de la Ley tendría que ocupar el lugar del ejercicio del poder, los privilegios, la influencia y los favores, así como de los pilares que lo sostienen: la lealtad, la disciplina, la discreción y el silencio.»
2.- En el Congreso del estado se acaban de ventilar algunos incrementos en los pagos de «generosos convenios publicitarios» a empresas informativas amigas. Avalados desde luego, por el diputado morenista y presidente de la Junta de Coordinación Política, Alfredo Sánchez Esquivel. Lo novedoso del asunto no es que los pague, sino que generalmente, dichos acuerdos se cierran a los ojos y oídos de la opinión pública. No hay conocimiento de ellos, por una razón ligada justamente, a la corrupción: nunca se suben a los portales de transparencia nombres de empresas que cobran ni montos que, en este caso no existen en el Congreso local. Al igual que López Obrador, los diputados morenistas que han encabezado la Junta de Coordinación Política —Pablo Amílcar Sandoval, Antonio Helguera, Jesús Villanueva y hoy Alfredo Sánchez—, redujeron el pago de esos convenios. Y se quedaron con aquellos que los apoyan.
3.- El «convenio publicitario» entraña al menos dos cosas: el medio de comunicación o de redes sociales, difunde las actividades de su cliente a tiempo y constantemente. Pero se incluye en ese acuerdo, «el cuidado de su imagen.» Es decir, nunca cuestionarlo. Por eso se entiende que el gobernador Héctor Astudillo se mantuviera bien cuidado a lo largo de su sexenio en materia de medios. Generalmente, los asuntos espinosos de la agenda pública que lo han puesto contra las cuerdas, se han desvanecido rápidamente. Porque no existen contrapesos ni equilibrios. Tampoco democracia informativa. Hasta medios llamados de «izquierda», necesitan para sobrevivir, de esos convenios. Y el ejemplo más nítido es el del periódico La Jornada-Guerrero. Por cuestiones asociadas a los pactos de silencios, tampoco se sabe cuantos millones de pesos, montos ni cuantas empresas informativas cobran en el gobierno estatal. La prensa es parte de la corrupción, tal y como la replican muchos ciudadanos desde la calle y la burocracia. Pero eso beneficia también, a los corruptos gobernantes. Es parte del sistema.
HOJEADAS DE PÁGINAS… El descarrilamiento de la línea 12 del metro de la Ciudad de México, tocó de muerte a los dos presidenciables del Morena para la elección de 2024: el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard y a la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. Rozó también, a Mario Delgado. Alguien debe pagar por esa negligencia e indolencia que arrojó 26 muertos. Las tragedias colectivas tienen sus costos políticos. ¿No cayeron en Guerrero, Rubén Figueroa por Aguas Blancas y Ángel Aguirre por los 43? ¿Por qué habría una excepción o un perdón social en este caso?
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