Por Noé Mondragón Norato Foto: https://www.elespanol.com/
«Desde el punto de vista de los valores democráticos, el autoritarismo es una manifestación degenerativa de la autoridad, una pretensión y una imposición de la obediencia que prescinde en gran parte del consenso de los subordinados y restringe la libertad». La definición de este concepto como mal del poder, viene en el Diccionario de Política del extinto politólogo italiano Norberto Bobbio y fue escrita por Mario Stoppino. Se ajusta muy bien al actual momento político.
PRESIDENTE AUTORITARIO. – El presidente López Obrador no ha hecho ninguna diferencia en materia de autoritarismo respecto de los dos regímenes anteriores encabezados por el PAN y el PRI. Los hechos son tercos:
1.- Todos aquellos funcionarios de la Cuarta Transformación que están en desacuerdo con AMLO padecieron dos situaciones concretas: han sido expulsados de su gabinete. O son condenados mediáticamente en las “mañaneras” presidenciales. Así como le acaba de ocurrir al titular de la Auditoria Superior de la Federación (ASF), David Colmenares, por las inconsistencias que presentó la cuenta pública en la asignación de los dineros para la construcción del nuevo aeropuerto. Se deslizó incluso, la posibilidad de que la mayoría legislativa del Morena en el Congreso de la Unión, lo destituyera. Es decir, en la Cuarta Transformación no hay ningún error y el presidente es una deidad que no se equivoca. Y por supuesto, demanda obediencia absoluta. Así como lo hacían los presidentes del país del viejo PRI. La anécdota lo esquematiza: cuando el dictador Porfirio Díaz pregunta a uno de sus colaboradores ¿qué hora es?, la respuesta es dócil y lacayuna en exceso: «la que usted diga señor presidente»
2.- A fin de ver sometida a la prensa del «viejo régimen conservador», el presidente AMLO condena a todos los medios por igual, «salvo honrosas excepciones» que nunca revela. Incluso, por el escandaloso asunto de Félix Salgado ―cuyas resonancias le van a bajar muchos puntos en su popularidad―, fue cuestionado en los periódicos extranjeros New York Times ―el más influyente no solo en Estados Unidos, sino en el mundo entero― El País de España, y el Wall Street Journal. «Ninguno de ellos tiene ética» dijo en su mañanera. Es decir, la única razón y verdad le pertenecen a AMLO y a nadie más. Pero es así como actúan los tiranos en todo el mundo: no aceptando errores y fustigando a quienes los critican. En cualquier democracia, la crítica es saludable y aceptada por los gobernantes. Porque a través de ella se corrigen rumbos. Se enmiendan errores.
3.- La ratificación de Félix Salgado Macedonio, como candidato del Morena a gobernador por Guerrero, es un error de cálculo político del presidente, en aras de pagar favores políticos del pasado. Esta imposición del senador con licencia, ya la tenía planeada desde antes de que fuera proclamado como ganador de una encuesta cuyos resultados nunca fueron publicados, pero fueron avalados grotescamente, por el dirigente nacional del Morena, Mario Delgado Carrillo, en noviembre pasado. Y se confirmó después, en la segunda encuesta aplicada ―que tampoco se reveló—, nada más para disfrazar una «democracia» de discurso que está muy lejos de generarse en el Morena y es hermana gemela de las enseñadas por el PRI, PAN y PRD. Y todos los partidos bonsái. En esta ridícula puesta en escena, se obligó a que se bajara de la medición ―por órdenes de AMLO, por supuesto—, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros. Y se excluyó de la misma a otros aspirantes externos ―como el ex edil porteño Luis Walton y la ex candidata a gobernadora por el PRD, Beatriz Mojica—, con el fin de abrirle la cancha a Félix. Con una competencia endeble, era fácil que se alzara con el triunfo. Porque así lo quiso el señor presidente. Sorteando todos los cuestionamientos de los grupos feministas y de la prensa internacional. Porque hay un gobernante autoritario. No demócrata ni estadista.
HOJEADAS DE PÁGINAS…El ex edil perredista de Iguala, Lázaro Mazón Alonso, aprovechó la coyuntura de impunidad que se está abriendo, para demandar su participación como candidato a diputado federal por el distrito 2, ¡por el Morena! Se le olvidó que, en el 2018, perdió la elección que lo convertiría en diputado local por el distrito 22. Y todo, por sus relaciones y apoyos «peligrosos» al ex edil perredista y presidiario del penal del Altiplano, José Luis Abarca Velázquez, vinculado con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Apela a la desmemoria colectiva para volver a enquistarse en el poder.
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