Por Jorge Romero Rendón
Una vez pasadas las fechas en que se aplicaría la encuesta para definir al candidato de la coalición PRI-PRD –viernes a domingo pasado- entre Mario Moreno Arcos y Evodio Velázquez Aguirre, el resultado natural será que el priista deba ser ungido como el abanderado de ambos partidos por la gubernatura del estado.
El resultado anunciado para el jueves próximo no puede ser otro, por dos razones principales:
1.- Mario Moreno tiene una trayectoria más larga y con mayor experiencia, luego de haber sido alcalde de Chilpancingo en dos ocasiones, diputado local y federal, delegado del ISSSTE y secretario de Desarrollo Social en el gobierno de Héctor Astudillo Flores. En todos sus encargos ha rendido buenos resultados y se ha ganado un lugar de primera línea entre los políticos de alto nivel en Guerrero.
Los apoyos políticos de Mario provienen de todos los grupos internos del PRI, lo mismo que de diversos sectores del PRD, PAN, MC y hasta de Morena. Pero sobre todo de la sociedad civil, toda vez que las gestiones del priista se han dirigido principalmente a atender a la ciudadanía de todos los estratos sociales y de todas las regiones de la entidad.
Evodio, en cambio, es un político joven, una vez diputado y otra alcalde de Acapulco, y que, aún cuando se enfrentó a diferentes tribus internas perredistas, supo moverse al interior del PRD en una precampaña muy adelantada para superar a otros aspirantes y quedar como el precandidato amarillo. Su proselitismo se ha limitado mayormente a los grupos del partido del sol azteca en el estado…
Pero la historia de cada uno marca la diferencia…
2.- Mario tiene una buena fama ganada a pulso como un personaje honesto y transparente, sencillo y humilde, que ha sabido cumplir sus compromisos personales y de gobierno con solvencia sobrada.
Evodio, en cambio, llegó a buscar los reflectores de su aspiración a la gubernatura, luego de haber protagonizado tremendos escándalos de corrupción, dejando un legado de mucho dinero faltante y de deudas multimillonarias en la alcaldía de Acapulco. Los platos rotos los ha tenido que pagar calladamente la actual edil de Morena, Adela Román Ocampo, quien ha querido denunciar abiertamente los desfalcos que dejó Velázquez, pero los ha tenido que callar, ante los acuerdos secretos que aceptó del perredista para asegurar su triunfo electoral, por medio de dinero malhabido, relaciones peligrosas con grupos criminales, y chanchullos electorales en 2018.
Los detalles de todo ese bajo mundo en que convirtió Evodio al ayuntamiento de Acapulco, constan en la prensa del estado, incluyendo el robo de armamento de la policía municipal. E incluso constan en la Auditoría Superior del Estado, donde algunos excolaboradores del aspirante amarillo han sido sujetos de acciones legales que los han obligado a devolver decenas de millones de pesos.
De tal forma que, si el PRD sostuviera a Evodio por sí solo o si abanderara la coalición PRI-PRD, sería un riesgo electoral y legal, ya que en cualquier momento una investigación de las fiscalías federal o estatal podría llevar a la cárcel a Velázquez Aguirre. Incluso, si la alcalde morenista Román Ocampo abriera la boca, habida cuenta de que ya nada puede esperar de sus ansias de poder para ser gobernadora o reelegirse como edil, le daría el susto de su vida al joven perredista que quiere ser gobernador justamente para evadir la acción de la justicia… y seguir robando.
Así, más allá de las virtudes que hacen de Mario Moreno un gran candidato, en el PRI y en el PRD deben medir bien los riesgos y no permitir que se les cuele un Evodio que es carne de presidio…
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