Por Noé Mondragón Norato Foto: http://lacronicavespertinodechilpancingo.blogspot.com/
El primer alcalde morenista hostigado por el crimen organizado tras la elección de 2018, fue el del municipio de Zirándaro de los Chávez, Gregorio Portillo Mendoza.
De acuerdo con un documento atribuido a la revista Proceso, su hermano Marcelino Portillo Mendoza, lideraba una célula del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que dominaba por aquellos lares José Pineda o Rodolfo Maldonado Bustos, quien al final se mudaría a su vez, al cartel de La Familia Michoacana, liderado por Johnny Hurtado Olascoaga. Ese hecho desataría la violencia en la región calentana y las amenazas de muerte contra el propio edil desde el pasado mes de noviembre de 2019. Debido a la aparición de la pandemia Covid-19 y a presumibles acuerdos inconfesables, la violencia amainó desde abril de este año. Pero brotó con fuerza en otras regiones.
EDILES DE MORENA: TOCADOS. – El de la Tierra Caliente no fue un hecho aislado. La violencia atribuida al crimen organizado en su interacción con algunos alcaldes, alcanzó a por lo menos tres de ellos.
1.- En el municipio de Tlapa, desapareció desde la tarde del viernes 11 de octubre de 2019, el activista Arnulfo Cerón Soriano quien formaba parte del Frente Popular de la Montaña (FPM). Defensores de derechos humanos y familiares, acusaron de aquella desaparición al edil morenista, Dionicio Merced Pichardo García, quien lo habría amenazado. El propio Arnulfo subió un video a las redes sociales, donde lo responsabilizaba de lo que pudiera sucederle. Tras cuarenta días de haber sido plagiado, el miércoles 20 de noviembre fue encontrado enterrado en una fosa clandestina sobre la carretera Tlapa-Igualita.
El 18 de diciembre de ese mismo año, Policías Ministeriales detuvieron en Tlapa a Marco Antonio García Morales, jefe de gabinete del ayuntamiento, como presunto responsable de ese crimen. Pero el edil nunca fue llamado a cuentas. Arnulfo Cerón cumplió el pasado domingo, un año de haber desaparecido.
2.- A la alcaldesa morenista de Acapulco, Adela Román Ocampo, le ha ido muy mal en su desempeño como autoridad municipal. Sobre todo, en materia de seguridad pública. Porque esa plaza le fue entregada al crimen organizado desde el periodo de Félix Salgado Macedonio, como alcalde perredista porteño. Sin embargo, Adela trata de vender por todos lados la idea de que Acapulco «ya no es nota roja nacional», pero los hechos la desmienten tanto a ella como al propio gobernador Héctor Astudillo: no hay un solo día en que en las calles de aquel puerto turístico aparezcan bañadas de sangre.
La alcaldesa está anotada en la pelea por la candidatura a gobernador por el Morena. Pero con esos déficits tan agudos, la cuerda no le alcanza para llegar a ese objetivo.
3.- Finalmente, el alcalde morenista del municipio de Iguala, Antonio Jaimes Herrera, fue señalado recientemente en una narco manta, de beneficiar a uno de los dos grupos delictivos que se pelean aquella plaza ―La Bandera (remanentes de Guerreros Unidos) y Los Tlacos― y se llenó de pavor. No oculta que se traslada ya, en una camioneta blindada con el fin de proteger su integridad. Y que, en consecuencia, el presupuesto municipal alcanza para eso y más. Mientras el edil se blinda y descuida deliberadamente la gobernabilidad y nulifica las garantías de seguridad para sus gobernados; cuerpos descuartizados, embolsados y otros más acribillados a balazos, en lo que parece un interminable río de sangre, adornan grotescamente las calles y avenidas de aquel municipio ubicado en la región Norte de la entidad.
Con su desempeño y acosado por ambos bandos delictivos, el edil igualteco no garantiza que el relevo en la alcaldía sea un miembro del partido presidencial. Y están en riesgo las dos diputaciones locales y la federal. Además, el gobernador Héctor Astudillo ―quien trasciende, no tiene buenas migas políticas con él―, lo abandona reiteradamente a su suerte. Los ediles del Morena no han pasado la prueba de la eficacia. Pero, sobre todo, hundieron su credibilidad. La canjearon por la desconfianza y la irritación.
HOJEADAS DE PÁGINAS…En la dirigencia nacional del Morena, la batahola no cesa. Porfirio Muñoz Ledo intentó tomar protesta como tal el pasado lunes, alegando haber ganado las encuestas. Y Mario Delgado —que derrochó millones de pesos para posicionar su imagen como ‘candidato oficial’― no acepta la derrota. La puja amenaza con radicalizarse. Como ya es costumbre en todos los ex priistas y ex perredistas que ahora integran oportunistamente, las filas de ese partido.
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