Por Ángel Aguirre Rivero Foto: https://www.facebook.com/AngelAguirreRiveroOficial
Hace unos días conversando con algunos amigos, se generó un debate que me pareció por demás interesante en torno al proceso electoral, los partidos políticos y los candidatos.
Algunos de ellos sostenían que, en 2021 los ciudadanos se van a inclinar más por las personas, en función de sus rasgos: honestidad, buen carácter, conocimiento de la problemática, humildad y carisma entre otros; partiendo de la tesis de que la población cada día cree menos en los partidos.
Otros manifestaban que el acompañamiento de un partido político y sus eventuales alianzas, serán el mejor vehículo para garantizar una estructura que movilice su voto duro, despliegue activismo a tierra, y cuide las urnas el día de la jornada electoral.
Es cierto que es de gran importancia el hecho de que los partidos políticos posean una militancia (sobre todo en las elecciones intermedias donde disminuye la participación ciudadana); que diseñen programas de promoción al voto, difusión de sus propuestas.
Pero también es cierto que los errores que han cometido y siguen cometiendo, han desgastado sus siglas, incluyendo al propio Morena, que se encuentra inmerso en revueltas internas y enfrenta una sucesión entrampada.
Por mi parte, sostengo que el rol que jugará la persona será más importante que el instituto político.
La historia nos ha demostrado que son los líderes y no los partidos, quienes encabezan los grandes movimientos sociales y políticos.
A ellos es a quienes recordamos. Por ejemplo: Juan Domingo Perón en Argentina, Fidel Castro en Cuba; Martin Luther King en Estados Unidos, Simón Bolívar en Bolivia, Nelson Mandela en Sudáfrica, Lázaro Cárdenas en México, y Mijail Gorbachov en la Unión Soviética, y Lech Walesa en Polonia.
Son los hombres y sus ideas, los cambios que impulsan en la sociedad, su identificación con las aspiraciones de la gente, su lucha para alcanzarlos y su capacidad para concretarlos, lo que les da esa talla de liderazgo.
Guardadas las proporciones, existen en los municipios de Guerrero, liderazgos que se han consolidado a través de los años, líderes leales a la gente, gestores permanentes y luchadores impertinentes ante la autoridad, que lograron importantes victorias en las elecciones municipales en 2018, ante el tsunami que encabezó Andrés Manuel López Obrador.
Y aunque pocos se hayan dado cuenta de esto, son la muestra más palpable de que hubo un voto diferenciado, y que la gente como sostengo, vota por las personas.
En mi caso, tengo muy presente cuando fui postulado por la coalición de izquierdas encabezada por el PRD. Al inicio de la campaña las cosas pintaban cuesta arriba: estábamos 15 puntos por debajo de las preferencias que apuntaban a favor del PRI.
Sin embargo, las tendencias fueron cambiando y ganamos de forma contundente.
¿Qué fue lo que pasó? Yo lo atribuyo a una forma que tengo de entender y practicar la política: de permanente cercanía, a una forma de expresarme sin parsimonia, a mirar a los ojos, a escuchar, a no prometer lo que no se va a cumplir, a regresar al lado de quienes votaron por mí para gestionar soluciones de sus problemas, al apoyo de muchos amigos que hice durante años.
También lo atribuyo a que mi trabajo y resultados como gobernador interino, motivaron a muchos electores y un segmento muy importante de la sociedad civil para que inclinaran su voto a mi favor.
Entonces, ¿qué pasaría si un partido postulara a un hombre fatuo, prepotente, sin experiencia en la administración y cubierto de una gran soberbia?
¿Qué pasaría si no hay el tino necesario de presentar un candidato o candidata atractivos, con suficientes prendas para dar la batalla?
Aunque Morena cuenta hoy con las mayores preferencias, de cometer un error así, su proyecto por la gubernatura se colocaría en una posibilidad real de derrota.
Lo mismo sucedería en caso de conformarse una coalición de partidos para enfrentar al partido que hoy detenta el poder federal, que ya es evaluado en términos del trato que ha dado a Guerrero en casi dos años y por el desempeño de sus diputados y gobiernos locales.
Insisto que los partidos son vehículos necesarios para consolidar un proyecto, pero es más importante la persona, su historia, sus propuestas.
¿Y usted amable lector?, ¿por quién orientará su voto… Por la persona o por un partido?
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