Por Noé Mondragón Norato Foto: https://www.lajornadaguerrero.com.mx/
Por enésima ocasión, el rector de la UAGro, Javier Saldaña Almazán, mostró el rostro autoritario e intolerante que ya lo marca desde hace mucho tiempo: bloqueó mediáticamente la marcha que trabajadores universitarios inconformes con el presumible, «timbrado de la nómina» al SAT y a la SCHP. Así, ninguna de las páginas de las redes sociales transmitió «en vivo» un suceso que, desde luego, era noticia y demandaba la natural cobertura.
Trasciende que desde la dirección de Comunicación Social de la rectoría «se tiró línea» para hacer el vacío a un evento que quiérase o no, trastocó planes y proyectos de poder futuros. Es decir, y como si la UAGro fuese de su propiedad, el rector utilizó el presupuesto destinado a medios de comunicación y redes sociales —que es de por sí, opaco en su aplicación— para vender a los ciudadanos guerrerenses que en dicha institución no pasa nada. La clásica visión caciquil de percibir y ejercer el poder. Hay desde luego, otras revelaciones de la utilización maniquea de la protesta.
LODOS DE LA PROTESTA. – La marcha del martes tuvo un denominador común: asistieron pocos trabajadores. Entre doscientos y trescientos a lo más. Se entiende que muchos lo hicieron por la pandemia que se encuentra en fase expansiva en la capital. Pero, por otro lado, sirvió para medir el nivel del compromiso de los trabajadores universitarios con la afectación a su propio salario. Y se lee de varias formas:
1.- Al dominio y control de los medios de comunicación y de las redes sociales, el rector sumó la manipulación forzada sobre muchos docentes que le deben el favor de estar dando clases, no por mérito académico, sino por acuerdos en la oscuridad con el sindicato académico. Y fueron muchos de ellos los que curiosamente, mostraron por momentos una mayor inconformidad en las redes sociales, cuando se aplicó el ISR. Forjados en la visión de la comodidad de la tecnología y beneficiados por los tráficos de influencias, se les hizo fácil dar de gritos y sombrerazos, pero huir después cubriéndose la nariz cuando levantaron la polvareda. Y desde luego, serán beneficiarios cínicamente, de los logros obtenidos por unos pocos.
2.- Al optar por el control corporativo de mucha de la base docente, el rector de la UAGro, dejó entrever cuando menos dos cosas: que tiene temor al desbordamiento progresivo de las inconformidades al interior de la institución, —si no aporta soluciones viables al conflicto que lo constriñe—. Y que confía en el manejo de las conciencias universitarias acríticas, en una institución cuyos principios fundamentales deberían ser justamente, el fomento a la crítica y el pensamiento universal, como forma de alcanzar y ejercer las libertades civiles.
Pero en una entidad atrasada como Guerrero, los tiranos —acertaba Franz Kafka—, «basan el derecho en su propia persona, no en el pensamiento». Y Ricardo Flores Magón, remachó al respecto: «El tirano no es un producto de la generación espontánea: es el producto de la generación de los pueblos. Pueblo degradado, pueblo tiranizado. El mal, pues, está ahí, en la masa de los sufridos y los resignados, en el montón amorfo de los que están conformes con su suerte.» 3.- Otro de los pasivos de la marcha, es que no asistieron los dirigentes del STAUAG y refrendaron con ello, su alianza soterrada con el rector. Además, el movimiento se vendió justamente, como contrario a los intereses de dicha agrupación, que necesita un urgente golpe de timón y la destitución de todos sus integrantes para recomponer el amañado y convenenciero Contrato Colectivo de Trabajo, cuyas cláusulas se han ajustado reiteradamente, a los intereses políticos de la rectoría. Adujeron horas después de concluido el evento y mediante oficio, «encontrarse en negociaciones con el gobierno estatal y federal» con el fin de seguir gestionando beneficios a los trabajadores universitarios. Como sea, los lodos brotaron de todos lados en la marcha del martes. Pero la lucha apenas empieza.
HOJEADAS DE PÁGINAS… Irresponsablemente, el obispo de la diócesis Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, pidió a los ciudadanos guerrerenses «salir de casa y afrontar la pandemia». El problema no es que salgan, sino que la mayoría no está cumpliendo con las medidas sanitarias y de esa forma, propagan los contagios. ¿Por qué razón la Iglesia Católica no regala cubrebocas a los fieles y los instruye cívicamente sobre la peligrosidad de la pandemia, en vez de pedir que salgan a enfrentarla sin medir la potencialidad de las afectaciones a la salud de todos?
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