Nuestro país es rico en todo, Guerrero como entidad federativa también lo es. Solo basta revisar su Historia y Geografía para conocer ese gran potencial que tenemos. Es hora de valorar como seres humanos, nuestras capacidades, habilidades y destrezas para hacer lo que nos corresponde a cada quien. Esa es la interacción de Gobierno y Sociedad.
Es muy claro que, como lo dice Adam Smith en su libro La Riqueza de las Naciones escrito en el año 1776, la agricultura es quien genera los recursos básicos o materia prima, también llamados insumos, para satisfacer las necesidades apremiantes de la población, que al transformarse en mercancías o productos promueven el empleo y los servicios, y forman el sector primario de la economía.
En Guerrero, y en todo México, son los trabajadores del campo, los auténticos campesinos o agricultores en pequeña o gran escala, quienes proveen de la materia prima que va desde el maíz, frijol, arroz, aguacate, jitomate, chiles, limón, ajonjolí, algodón, hortalizas, hasta copra, mango, plátano, piña, sandia, melón, tamarindo, etc., y todo lo que conforma la canasta básica de la alimentación.
Sin embargo, y desafortunadamente, para el productor este proceso de trabajo productivo tiene una gran diversidad de factores que no ayudan su economía familiar.
Quizá en otros pueblos, como en mi tierra Copala, en la Costa Chica de Guerrero, a esta fecha los campesinos ya están listos para empezar sus trabajos y solo esperan el primer «porrazo» de agua para iniciar la siembra de maíz u otros productos del campo.
Algunos están preocupados porque las aguas no llegan. Y es que cada año es lo mismo, incertidumbre y desanimo. A pesar de ello, no se pierde el optimismo y hacen todo tipo de eventos para solicitar «caiga» el agua. Es urgente para estar en condiciones de alcanzar una buena cosecha, de lo contrario habrá pérdidas económicas.
Para tal efecto, los auténticos campesinos, que en muchas ocasiones también trabajan de peones, sí que han invertido tiempo, dinero y esfuerzo en sus terrenos que algunos le llaman «guamil»; primero iniciaron con los trabajos de la «tumba» en el mes de marzo, luego el «tlacolole», enseguida las «quemazones» de «chapines», después vienen los «desretoñes», los «destronques»; y después de esta primera fase sigue la «barbechada» que por supuesto, quien no tiene las posibilidades económicas no usa arado mucho menos tractor, y todo lo hace a «espeque». Obviamente, es la mayoría de los campesinos.
Se entiende que un campesino normalmente, posee mínimo una hectárea de tierra de temporal o tal vez menos, que solamente la trabaja en temporadas de lluvia, de julio a octubre aproximadamente, el resto del año, por falta de obras de riego, las tierras están ociosas.
Desde luego hay sus honrosas excepciones. Sus desgastados instrumentos de labranza indispensables como machete, espeque, tarecua, barreta, hacha, «talacho», «bule» de agua, ropa de trabajo, huaraches, sombrero, «el corral» con su respectivo alambre de púas, sus «horcones», martillo, «grampas», «desengrampador», etc., son mudos testigos del gran esfuerzo que se hace para sobrevivir.
Tal vez quienes conozcan este proceso de trabajo lo aprecian y valoran y al comprar el producto del campo pagan lo que es, pero no siempre les va bien en el mercado y con el precio.
Se presentan los problemas de siempre, la escasa cosecha del campesino que no alcanza más que para el autoconsumo; y si hay algún excedente los intermediarios lo compran con todas las ventajas, a tal grado que el campesino acepta las condiciones de compraventa porque no hay de otra. A todo lo anterior, hay que sumarle los gastos por motivos de accidentes de trabajo, enfermedades naturales, y si la familia es numerosa esto es aún más complejo.
Así, con este panorama, no se puede avanzar. Urge que la Federación apoye más a Guerrero y al Gobernador Héctor Astudillo, e instrumente políticas públicas que apoyen al campesino con obras de riego, fertilizante oportuno, créditos blandos, apoyos con herramientas de trabajo elementales, semillas mejoradas, mercado para sus productos, precios justos, asesoría técnica, tecnificación del campo, evitar el intermediarismo, terminar con el burocratismo y la corrupción, etc.
Claro, si en verdad se quiere apoyar al campo. Ya veremos.
FOTOS: Andrés Arias Jurado
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