Por Jesús Lépez Ochoa
El gobernador Héctor Astudillo Flores la semana pasada llamó a los padres a colaborar en la revisión de lo que llevan sus hijos a las escuelas, pero más que eso, a tener comunicación y estar pendientes de ellos ya que más que un tema de maestros, consideró que es un tema de casa, de familia. La escuela no suple a los padres.
Claro que por parte del Estado entendido como el conjunto de instituciones y de poderes, nos han quedado a deber medidas que garanticen el pleno desarrollo de las personas, en particular lo que tiene que ver con la convivencia familiar.
Tampoco se trata de lo que propuso Carlos Slim de reducir la jornada laboral a tres días 11 horas para incrementar la productividad de los trabajadores, pero sí de que los horarios laborales puedan empatar con los escolares para facilitar la convivencia, la supervisión y sobre todo la educación que deben dar también los padres. La escuela enseña, los padres educan.
También nos quedan a deber en espacios públicos que ayuden al sano esparcimiento, se construyen unidades habitacionales sin canchas deportivas, sin lugares donde se puedan hacer actividades culturales, parques, etcétera, y los que hay generalmente se convierten en nido de malvivientes por el descuido en que se dejan.
Ahí es una ventana de oportunidad para los diputados y los regidores, que su trabajo no sea de levanta dedos o de simples exhortadores, que impulsen una legislación que sirva, que realmente impacte en los problemas reales y no se la pasen haciendo exhortos al presidente de la república para que sepan que existen.
Pero también, como padres, en tanto las cosas no cambian y al contrario empeoran, debemos, tenemos la obligación de procurar estar pendientes de revisar tareas, de poner límites al uso de dispositivos electrónicos y fomentar que nuestros hijos privilegien las diversiones que implican actividad física o intelectual a aquellas que llevan a una vida sedentaria, enajenante e influenciable.
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos emitió el año pasado la recomendación 48/2019 contra el operativo mochila. No pidamos que se revise a nuestros hijos como delincuentes, mejor actuemos y procuremos ponerles la atención que reclaman, esa es la mejor manera de evitar desgracias tan lamentables como la que ocurrió en Monterrey, y otras más que en silencio se viven a diario en miles de familias.
Hay que revisarles la mochila, si, pero no la que llevan en la espalda, sino en la que guardan sus pensamientos y en la que cargan sus sentimientos, y ayudarlos, lo más posible a que ahí todo esté en orden.
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