Miguel Ángel Arrieta
Aunque el reality show presentado por Ángel Aguirre Rivero para promocionar su reincorporación al escenario político estatal revela por lo menos cinco mensaje entre líneas, en realidad la clave de su regreso se localiza en el eje oculto de su discurso: la construcción del mapa que permita concretizar la alianza de izquierdas.
En sus apariciones previas, el ex gobernador optaba por eludir los reflectores y en los encuentros que celebraba apenas participaban cuatro o cinco de sus leales testaferros. Después de ser orillado a desistir de buscar la diputación federal del distrito VIII en 2018, por los padres de los 43 estudiantes desaparecidos hace casi cinco años en Iguala, Aguirre Rivero optó por el sigilo y organizó su reaparición cautelosamente.
Hoy irrumpe ruidosamente al frente de Izquierda Progresista de Guerrero, el grupo perredista que construyó desde el andamiaje de poder de la gubernatura y que durante su periodo al frente de Casa Guerrero, cimentó como tribu mayor dentro del partido del sol azteca en Guerrero.
Por lo pronto, de acuerdo a la conceptualización desglosada por Ángel Aguirre, el proyecto de unificar a los partidos de izquierda en Guerrero para el proceso electoral del 2021, no se sustenta básicamente en la suma de logotipos para la boleta electoral. El modelo propuesto por el ex gobernador se centra en la reorganización de estructuras partidistas y la redefinición del grado de activismo logrado por cada uno de estos institutos políticos.
Después de todo, Aguirre sabe que el modelo de alianza histórica de la izquierda pare enfrentar el absolutismo caciquil del Estado mexicano, fue el encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en 1988 y pese a no obtener su objetivo central de arrebatar el poder al PRI, por lo menos procreó la mecánica de contrapesos sociales que tienen al partido tricolor en la peor de sus crisis.
La serie de alabanzas y condenas manifestadas ayer por Ángel Aguirre, no son casuales ni circunstanciales: independientemente de los personajes a quienes fueron dirigidas, lo que queda claro es que la propuesta de alianza de las izquierdas tiene que pasar por la desarticulación de las prácticas tradicionalistas sobre las que los partidos han celebrado acuerdos. Nadie se baña en el mismo río dos veces.
Aguirre Rivero sabe que la política es el arte de vender lo mismo pero con diferente presentación. Para el PRD, la fórmula de recurrir a perfiles políticos desencasillados del modelo de la denominada izquierda histórica, -Zeferino Torreblanca y el propio Ángel-, le dio magníficos resultados que le permitieron ganarla gubernatura. En cambio, las dos veces que postularon a Félix Salgado Macedonio, los guerrerenses rechazaron radicalmente esa propuesta.
De hecho, la tesis de un PRD-MC-PT coaligados con Morena para contender por la gubernatura de Guerrero, depende en gran parte del personaje que se seleccione para representar esa alianza. “No vamos a permitir que venga cualquiera a reclamar espacios de poder; primero le vamos a preguntar ¿cuál ha sido tu aportación? ¿Enséñanos tu trabajo partidista?”, subrayó el ex gobernador haciendo alusión a los promotores de afiliaciones a su grupo político, pero con una tendencia de mensaje dirigido hacia otros actores políticos que buscan la candidatura. Te lo digo a ti Pedro para que me entiendas tu Juan.
Por mandato constitucional, Ángel Aguirre carece de posibilidades para buscar la gubernatura luego de haber desempeñado este cargo constitucionalmente. Ello explica su decisión de ocupar el papel de puente en la creación de un frente de centro-izquierda, lo que no es mal visto por un nutrido sector de personajes de Morena simpatizantes del ex gobernador.
En el fondo, con todo y las señales manifestadas por Aguirre Rivero, el diseño de una alianza de las izquierdas presume todavía amplios huecos que atraviesan por la crisis que viven en su interior los partidos de oposición, la aportación de contenidos que sustenten la estructura derivada de una mezcla multipartidista y la construcción de una conciencia uniforme en función de la repartición del poder.
Y por si eso fuera poco, en Morena también se prevén severos vientos de tormenta con la renovación de su dirigencia nacional.
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