Elección atípica y de riesgo
El próximo domingo será la hora cero. El día más complicado desde la perspectiva del poder público en Guerrero. Y lo es aún más por la configuración de un escenario que nunca se había presentado: la posibilidad latente de que el proceso electoral colapse. Aunado a la operación de fuerzas oscuras que unidas a las del movimiento social radical, estarían en la senda de prenderle fuego al pasto seco. De ahí se abren las lecturas.
ELECCIÓN ATÍPICA.- Hay diferencias muy marcadas entre las dos últimas elecciones que renovaron el gobierno estatal –la de 2005 y 2011- y la que hoy no acaba de nacer, pero que será una elección a todas luces, atípica. Por elocuentes y obvias razones:
1.- En la elección de 2005, la efervescencia ciudadana apuntó hacia un solo extremo: el cambio. Es decir, la elección federal del año 2000, le abrió las compuertas a la alternancia partidista en el poder estatal por vez primera en toda la historia política de la entidad. La elección se convirtió en toda una fiesta cívica en la que el candidato del PRI, Héctor Astudillo Flores, se convirtió en el sacrificable de los grupos locales de poder tricolor. Esa elección estuvo muy lejos de ser amenazada por la protesta social y por los grupos de la delincuencia organizada que mostraban una tendencia a la alza, pero sin llegar a consolidarse aun como tales.
2.- En la elección de enero de 2011, ocurrió un fenómeno que si bien no desató tanto ruido mediático, sí despertó el morbo e interés ciudadano: la salida de Ángel Aguirre Rivero del PRI, y su posterior adhesión al PRD y a la candidatura a gobernador. Y es que el pésimo trabajo del ex gobernador perredista, Carlos Zeferino Torreblanca Galindo –hoy debilitado candidato panista a la alcaldía de Acapulco-, había ubicado al PRD en la antesala de regresarle el poder estatal a los tricolores. La renuncia de Aguirre al PRI le metió sabor a la contienda electoral. Y desde luego, los resultados de aquella elección impidieron que los tricolores y su candidato, Manuel Añorve Baños, ganaran la elección. Los grupos sociales disidentes no se involucraron en dicho proceso electoral. Pero un asunto ligado al candidato Añorve, puso de relieve la penetración de la delincuencia organizada dentro de las redes del poder público: la confesión de un testigo protegido por la PGR –Mateo-, quien señaló al entonces candidato priísta, de tener vínculos y entendimientos con el cartel de los Beltrán Leyva a través de su operador en Acapulco, Edgar Valdéz Villareal, La Barbie. Esa revelación le pegó de algún modo, a la elección del 30 de enero de 2011.
3.- La elección del próximo domingo, resulta a todas luces atípica. Porque hay muchos “fierros” en la lumbre. Confluyen desde la protesta de los padres de familia de los 42 estudiantes desaparecidos; grupos radicales que aprovechan ese río revuelto para sacarle un beneficio –desde la Ceteg hasta el MPG y las policías comunitarias-; segmentos de choque de los propios partidos políticos; e incluso, algunas células de la delincuencia organizada infiltradas en esos movimientos. Todos forman un caldo de cultivo explosivo. Amenazante para el proceso electoral.
4.- A todo lo anterior se suma un ingrediente adicional: el desencanto ciudadano hacia los partidos políticos con mayor estructura –PRD y PRI-, por la elocuente contaminación hacia su militancia y autoridades, por parte de ciertos grupos del crimen organizado. Pero la cosa no termina ahí. Ambos partidos ofertaron candidatos que ya habían perdido la elección de gobernador y arrastran severos desgastes –como el priísta Héctor Astudillo-, y otros que carecen de experiencia en la función pública y conocen muy poco de cómo operan los verdaderos hilos del poder –como la candidata del PRD, Beatriz Mojica-. Es decir, no existe un atractivo electoral que mueva a los ciudadanos sin partido, para acudir a las urnas este domingo. Hay apatía y desilusión. Y el único candidato que podría hacer un poco la diferencia, es el del partido Movimiento Ciudadano (MC), Luis Walton Aburto. No solo por estar alejado de los hechos fatídicos ocurridos en Iguala el pasado 26 y 27 de septiembre, sino porque es quien recogió la bandera de la izquierda, después del grosero adueñamiento del PRD, por parte de la tribu los chuchos de Nueva Izquierda. Como sea, la del domingo no será una elección democrática, sino de riesgo. Y por primera vez en la historia guerrerense, es impredecible lo que pasará.
HOJEADAS DE PÁGINAS…Y como para demostrar que van en serio en su estrategia orientada a impedir la elección del próximo domingo, normalistas de Ayotzinapa reavivaron sus protestas y enfrentamientos con grupos de policías antimotines. Dueños de las calles, las autopistas, las carreteras, los edificios públicos y hasta de las sedes partidistas, los ayotzinapos se sienten también, dueños de la verdad. Y buscan imponerla apelando irreflexivamente, a la violencia.
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