Si el tamaño de la movilización partidista es factor determinante para decidir la elección por la presidencia de Acapulco, entonces los escenarios de cierre de campaña parecen indicar que el PRI regresa a gobernar el principal ayuntamiento de Guerrero, y tiene números a su favor en la competencia por diputaciones locales y la senaduría.
De acuerdo con esa tendencia, Ricardo Taja Ramírez, candidato del PRI a la alcaldía porteña, se va dedicar los últimos tres días de la campaña a evaluar y ajustar la estructura tricolor, sin distraerse en las expectativas generadas por sus competidores. Por lo pronto, la ventaja de ser puntero lo aleja de urgencias para mejorar la preferencia electoral.
Joaquín Badillo, candidato de Por Guerrero al Frente PRD-MC-PAN, y Adela Román, del partido Morena, tienen tres días para hacer lo que tengan que hacer para elevar su competitividad. Después de todo, la última aduana en la competencia es el propio día de la elección y nadie puede abrogarse el triunfo anticipadamente.
El problema es que teóricamente lo que no se hizo en 37 días de campaña, no puede resolverse en 72 horas.
De hecho, la última oportunidad real de Jacko y Adela para acercarse a Taja fue la demostración de músculo partidista en los cierres de campaña, sin embargo la pulverizada estructura perredista y el desorden y falta de operadores políticos que domina la campaña de Adela Román impidieron un despliegue impactante de ambos candidatos en el ánimo electoral.
Por lo menos, durante el cierre de campaña de Andrés Manuel López Obrador en Acapulco, Adela Román supo explotar la popularidad de AMLO y asumió el evento como su propio cierre de campaña.
El problema para Adela es que cuando López Obrador regresa a su cuartel general en la capital del país, ella se queda en Acapulco sin estructura, sin aliados y con una campaña electoral virtual que nunca se activó al nivel de proselitismo que exige la competencia, debido a que la candidata espera que el voto lopezobradorista le otorgue el triunfo sin haber hecho campaña real.
Al final de cuentas no es la única que apostó al perfil de rémora morenista; todos los candidatos de Morena a cargos de elección popular en Guerrero desarrollaron campañas mediocres, pusilánimes, ante la expectativa de que la presencia de López Obrador en la boleta electoral termine beneficiándolos.
No sería la primera vez que se registra ese efecto; en 2006 y 2012 bajo la candidatura de AMLO a la presidencia los perredistas arrasaban en las votaciones.
Nota: La imagen fue bajada del muro del Facebook del Lic. René Juárez Cisneros.
Sin embargo, esa alternativa ya no es tan certera como se presume. Por principio de cuentas la gran diferencia es que en esas campañas el PRD tenía una estructura interna descomunal y disponía también del apoyo de la estructura gubernamental ya que ocupaban el gobierno del estado.
Ahora ni son gobierno estatal ni disponen ya de la capacidad de movilización que los distinguió como una de las primeras fuerzas de izquierda en el país. En sus filas el PRD refleja discrepancias de liderazgos y disgregación de sus comités de base.
Gran parte de su estructura se asimiló en mini partidos y en Morena, aunque en este último proyecto no terminan de acomodarse y carecen de una mística de objetivos que localmente convenza al electorado.
La oportunidad de Adela Román para llegar a los votantes indecisos en Acapulco, la generó el debate realizado la semana pasada en el que participaron los candidatos de Por Guerrero al Frente, Panal y PT, Joaquín Badillo, Rubén Figueroa Smutny y Zeferino Torreblanca Galindo, respectivamente, pero no supo capitalizarla extraviada en la falta de propuestas viables de desarrollo urbano, crecimiento económico y alternativas de gobierno frente al tema de la inseguridad.
En el fondo, la participación de Adela Román en el debate refleja intenciones de evitar tocar señalamientos que entintan de corrupción y cuestionamientos su paso por ministerios públicos y cargos judiciales, pero Jacko Badillo impidió que saliera limpia y la espetó la imagen de magistrada enlodada que enturbia su curriculum.
Este es el escenario dos días antes del cierre oficial de las campañas electorales.
Si la política es el arte de hacer política y no pasársela quejando para crecer, es poco probable que haya cambios en las tendencias de voto durante estos últimos días.
La explicación a esa posibilidad quizá puede localizarse en el hecho de que el candidato puntero comenzó su campaña hace nueva años, y sus competidores apenas llevan 37 días en campaña.
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