Una Universidad forja. Una Universidad marca. Una Universidad distingue. Aunque, nunca falta quienes se afrentan, quienes no hacen honor y quienes despotrican contra la institución educativa que les permitió ser en muchos aspectos, lo que ahora han logrado alcanzar en el terreno profesional.
En el caso de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro), una universidad pobre, no en matrícula, pues tiene 70 mil jóvenes, en sus distintos niveles educativos y en sus diferentes carreras universitarias, pero sí en su aspecto financiero, ha empezado a cosechar muchos logros, que para bien o para mal, la empiezan a distinguir de otras con mucho mayor presupuesto.
En 6 años, ha logrado consecutivamente reconocimientos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), por estar trabajando de manera unitaria y logrado varios avances en cuestiones ligadas a la certificación. Lo anterior, no es una panacea, pues en algunos casos, la corrupción que aún persiste en los procedimientos para certificar, y que se reproducen en muchas instituciones educativas, la UAGro, no es la excepción. Pero avanza y cada vez obtiene mayor presupuesto para fortalecer sus procesos educativos, de investigación y de certificación.
El interés de establecer lo que distingue a la Alma Mater de miles de guerrerenses, es el aspecto social. La UAGro, se encuentra ligada desde su nacimiento a una sociedad activa, participativa y crítica.
Y sus egresados, son eso. No es el propósito de buscar distinciones, que hagan y busquen destacar que muchos egresados han escrito miles de historias donde abunda el esfuerzo, las carencias, una lucha denodada, por alcanzar y lograr a base de condiciones de desarrollo adversas, un destino diferente. Mejor.
Y muchos lo han logrado, otros no. Los que no, han engrosado las filas de desertores educativos, que han visto frustrado sus esfuerzos personales y familiares por alcanzar terminar una carrera universitaria. Los que sí, hoy son profesionistas exitosos, en su mayoría y los hay, quienes han alcanzado niveles educativos, que en muchos aspectos, los coloca en un lugar de excelencia.
Hoy, muchos recuerdan lejano, cómo se tuvieron que alquilar como administradores de hoteles, de empleados de tiendas departamentales, meseros o veladores, como en su momento lo hicieron dos rectores. Arturo Contreras Gómez, fue empleado del hotel Muñiz y el actual rector, Javier Saldaña Almazán, primero fue velador y luego mesero del comedor universitario de la UAGro, en Acapulco.
En la UAGro, hay miles de este tipo de historias. René Juárez Cisneros, trabajaba en caminos, para solventar su educación. Miguel Mayrén Domínguez hacía artesanías para vender a los turistas y poder estudiar. Héctor Vicario Castrejón, trabajaba en un rastro. Javier Vázquez García, uno de los abogados laborales más reconocidos, cargaba bolsas en el mercado de Acapulco.
No trato de establecer la miseria que muchos tuvieron, sino el hambre de sobrevivir a la adversidad. Tampoco trato de establecer que se necesita ser pobre para sobresalir. No quiero victimizarlos tampoco. Cada quien su lucha.
El caso, es que se entiende que si muchos de ellos pasaron hambres, frío, carecieron de condiciones adecuadas de estudio, hoy tratan de hacer y poner su grano de arena a favor de los que hoy estudian.
Hoy (ayer) se inauguró un edificio digno, donde a partir de la fecha, se instalará el comedor universitario. Dos mil estudiantes serán atendidos diariamente. El rector de la UAGro, Javier Saldaña Almazán, sabedor de que con hambre la letra no entra, evocó ayer parte del esfuerzo que muchos han hecho, para alcanzar sus fines. Y convoca a que los jóvenes sigan trabajando y haciendo su esfuerzo por ser mejores profesionistas y dignos universitarios. Así sea. Comentarios: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
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