Motrucudo reto, el que le tocó afrontar a don Héctor Astudillo Flores, quien desde el fondo de su corazón quiso y quiere, abonarle a la paz y la tranquilidad en mi pozolero estado. Digo, si ya de por si es sabido que el pueblo guerrerenses tiene muy arraigado el espíritu yope, y que ‘’de nación’’ somos subversivos ‘’delicados’’ y ningún fuste nos sienta, el grado de complicación para la gobernabilidad aumenta al mil.
Sí, no debe ser nada fácil gobernar un estado como Guerrero, con tantos rezagos, con tanto abandono, y muchos menos cuando los tejidos sociales están completamente rotos y la delincuencia ha corrompido las buenas consciencias. Este es el Guerrero que le ha tocado gobernar a don Héctor, y eso está lo que le sigue de K.
Y luego, por si todo el desma delincuencial no fuera suficiente, resulta que algunos compitas plumíferos están prestos para que a la menor provocación darle su testereada al Gober Astudillo, sacando de contexto y magnificando sus dichos, ¡chintehua, no se vale!. No se vale que sea de chía y digan que es de horchata.
Sobre todo en momentos en que debe prevalecer la coincidencia que da el paisanaje, la armonía, la concordia, entre la cuatitud pozolera, no se vale que le abonen a la división y la maledicencia. Bastante tenemos con los deslenguados oficiosos que cobran como legisladores, otros como líderes morales y otros mequenques y huele moles infaltables, que padecen de incontenibles diarreas orales, a los que poco les importa las mamarrachadas que hablan pero que tienen que soltar la lengua al cabo que esta no tiene hueso.
La tarea es unirnos en torno a nuestro Gobernador, no dividirnos. Yo por ningún lado veo a Astudillo como un dictador, ordenando a los plumíferos un gubernamental ‘’chitón perico’’ en aras de tapar el sol con un dedo. ¿Qué carambas tiene de malo que pida que se hable bien de Acapulco?...hablar bien del lunamielero Acapulquito, no es un delito ¡sino una obligación!….estamos obligados a hacerlo, sobre todo cuando los periódicos hacen su agosto en la venta, por la nota roja.
Hablemos bien de Acapulco, porque lo malo no necesita publicidad, solito se promueve. ¡He dicho!
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