El 18 de enero de 1978, Rubén Figueroa Figueroa promulgó la Ley de Conservación y Vigilancia de Tasco de Alarcón. El ordenamiento de 25 artículos, regula el cuidado y preservación de la imagen y fisonomía colonial de la ciudad y dispone que, para realizar cualquier obra de construcción o remodelación se requerirá invariablemente la autorización de la Junta de Conservación y Vigilancia de Taxco (JCyVT), un órgano formado por ocho miembros representantes del gobierno estatal, municipal, colegio de arquitectos e instituciones de educación superior, que promoverán conjuntamente el respeto a la casas de estilo típico y colonial de ese destino turístico. La norma señala que la autorización de la Junta es necesaria en caso de que se modifique la arquitectura típica o colonial y en general, el paisaje de la ciudad.
No obstante esa disposición, la Junta de Conservación en los últimos años ha visto vulnerada su existencia por la abulia y la imposición de las autoridades municipales de obras que violan abiertamente lo dispuesto en la Ley de Conservación y Vigilancia.
El próximo enero, la norma que cuida la imagen colonial de Taxco cumplirá 34 años desde que entró en vigor y prácticamente se encuentra desfasada en su totalidad y con la urgencia de ser reformada o derogada por completo. Esa ha sido la demanda de quienes integran ahora la JCyVT y que en los últimos meses ha denunciado por distintos medios la violación a la Ley de Conservación, por connotados políticos taxqueños.
Comúnmente la Junta es integrada por ciudadanos que aparte de ser reconocidos por la comunidad, promueven el cuidado de Taxco como recinto colonial único en el estado y referente nacional por lo majestuoso de su catedral y sus serpenteadas y empinadas calles, callejones y plazoletas.
El 25 de mayo pasado, la JCyVT remitió un oficio al Subsecretario de Desarrollo Urbano y Obras Públicas del gobierno del estado, para denunciar violaciones a la Ley de Conservación y Vigilancia del municipio ubicado en el norte del estado. El documento se acompaña de fotografías que ofrecen un testimonio claro sobre esas irregularidades.
Le informan al funcionario estatal la suspensión de la obra en construcción de un hotel en Avenida de los Plateros -la principal en Taxco- que realiza la familia del Presidente Municipal, Álvaro Burgos Barrera, argumentando que se edificaron dos pisos adicionales a lo que permite la norma.
Reporta también que frenó la obra del tesorero municipal Marcos Sierra, debido a que construyó una gran cubierta de plástico en la terraza del hotel Estelar que es de su propiedad.
Al diputado local aguirrista Juan Manuel Saidi, también se le decretó la suspensión temporal de la construcción de una casa habitación en el barrio de Capilintla por ser allí, zona de alto riesgo y proclive a las inundaciones, pues bajo esos terrenos se encuentra el túnel de una mina en desuso.
Al también diputado local del PAN y exalcalde de Taxco, Ramiro Jaimes Gómez, la JCyVT le impidió seguir con la construcción de un edificio ubicado en el punto conocido como la barranca de Huiyatengo. Finalmente denuncian que varios miembros del Ayuntamiento han incurrido en violaciones a la Ley de protección al patrimonio arquitectónico de Taxco.
Debido a las acciones emprendidas por la Junta, esta ha denunciado el acoso de parte del presidente municipal que se traduce en el anunciado desalojo de las oficinas que ha ocupado en el propio inmueble del Ayuntamiento por más de sesenta años, además de haberles interrumpido el servicio de energía eléctrica en sus instalaciones.
Pero en lugar de disiparse, el contencioso escaló. El 24 de mayo el alcalde y el cabildo taxqueño anunciaron a quienes forman parte de la JCyVT que desconocían sus nombramientos y que ese órgano -que es meramente honorífico- se habría de reestructurar. A la Junta, que estaba incompleta, se incorporaron a partir del 24 de agosto dos académicos del Campus Taxco, de la Escuela de Lenguas Extranjeras de la UNAM para totalizar el número de ocho integrantes.
Días después de que circuló el oficio referido, el 2 de junio el diputado local Juan Manuel Saidi, presentó ante el Congreso local una iniciativa para reformar la Ley de Conservación de Taxco; los cambios se relacionan con cambiar la denominación de Tasco por Taxco dado que la “s” dejó de usarse en el castellano contemporáneo para nombrarla, y actualiza las multas por salarios mínimos a quienes infrinjan la norma, nada más.
El origen del conflicto entre la JCyVT y el Ayuntamiento, se debe a que la directiva de la Junta realizaba cobros para la autorización de licencias de construcción, lo que a juicio de la alcaldía es inconstitucional. Por tanto, ese organismo debe actuar, puntualiza el Ayuntamiento, sólo para la vigilancia, conservación y observancia de la imagen urbana, pues la única facultada para realizar los cobros correspondientes en materia de construcción, apelando a lo dispuesto en el artículo 115 constitucional, es la propia comuna municipal.
Más recientemente, el 8 de agosto se celebró en aquella ciudad la mesa redonda “La conservación de Taxco”; ahí el magistrado del Tribunal Superior de Justicia del estado, Raúl Calvo Sánchez, sostuvo que por carecer de personalidad jurídica y patrimonio propio la JCyVT no es una autoridad ni tiene la facultad para aplicar la legalidad ya que carece de poder coercitivo o vinculatorio por sí mismo. El magistrado advirtió que la Junta tendrá que recurrir forzosamente a las autoridades locales para hacer valer sus determinaciones al no estar definida la figura de quién impondrá la sanción en caso de que se violente la normatividad.
Pero la Junta no ha cejado. Tal como se publicó en este diario el pasado 3 de octubre, al denunciar hostigamiento por parte del presidente municipal y los diputados locales taxqueños, el titular de ese organismo ratificó que el único delito que han cometido es suspender las obras de grandes construcciones “al margen de la ley”, lo que violenta las normas de construcción; lamentó que aquellos que están para cumplir y hacer cumplir las leyes y los reglamentos que de ellas emanan, son precisamente los que las están violando. “Las autoridades municipales que deberían coadyuvar en la conservación del Patrimonio son los primeros que lo agreden y lo destruyen”, finalizó.
Pero a la Junta no le falta razón. En los últimos años en Taxco se han edificado portentosas construcciones que han vulnerado su colonial fisonomía y que resultan en ocasiones más imponentes para el ojo humano, que la propia iglesia de Santa Prisca. Un recuento de esas irregularidades lo presentamos hace tiempo en dos artículos distintos para este diario (El Sur 20.12.03 y 19.02.08).
Lo cierto es que por intereses económicos o de otro tipo, Taxco ha sido víctima de agresiones y atentados a su patrimonio arquitectónico en los últimos años, lo que ha perjudicado su imagen como destino colonial.
En tiempos de crisis económica y turística, se hace necesario ahora más que nunca, promover el cuidado y fomento de su fisonomía original, para que siga conservando por esas características, la denominación turística de “Pueblo Mágico”
De salida. En menos de cinco días, los lectores de El Sur han perdido a dos insustituibles articulistas. El miércoles 12, Jorge Salvador Aguilar, agudo y lúcido analista, dejó de existir apenas dos semanas después de haber presentado exitosamente su obra cumbre, El Príncipe de Florencia en la capital política del país.
En la última semana de la Plaza Pública, Miguel Ángel Granados Chapa fue prolífico en sus columnas; el lunes 10 de octubre en el texto titulado “Irresponsable Aguirre Rivero” fustigó la indisciplina del gobernador por llegar a tiempo a sus compromisos y lamentaba que a Ángel Aguirre le ocupara más un plato de pozole, que la firma de un convenio de seguridad para su estado. Y el viernes 14, la última columna del maestro Granados Chapa cerraba de esta manera: “Esta es la última vez en que nos encontramos. Con esa convicción digo adiós”. Y así fue, dos días después el universo periodístico del país lamenta su pérdida. La brillante inteligencia, el admirable lenguaje y los bien razonados análisis de Miguel Ángel Granados Chapa, harán tanta falta en medio de la inopia y las tinieblas que se ciernen sobre la política mexicana.
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