Preocupa que el empresario Juan Antonio Hernández Venegas hable de explotación de la península de Punta Diamante, y no de aprovechamiento, que es el término correcto y que sería indicativo de una inversión sustentable.
El dueño de Grupo Autofin tiene planes para sumar a la tirolesa que atraviesa la bahía de Puerto Marqués, otros atractivos para el turismo de aventura lo cual sin lugar a dudas es una excelente noticia para Acapulco.
Sin embargo, en una entrevista dio su palabra de “explotar” cada centímetro cuadrado de la península que divide a la bahía de Puerto Marqués y la playa Revolcadero, lo cual, no deja de ser contradictorio cuando la sustentabilidad es uno de los pilares del turismo de aventura avalados por la Adventure Travel Trade Association (ATTA).
Y es que no es lo mismo “explotar” usando todos los medios para obtener el máximo beneficio de algo, que “aprovechar” los recursos con los que cuenta una zona sin ponerlos en riesgo.
La preocupación no solamente es por la terminología, sino porque justo en esa península existe uno de los 85 sitios arqueológicos registrados en nuestro municipio por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que los acapulqueños no hemos sabido cuidar, ni proteger ¡ni aprovechar!
De todos, el único que cuenta con la debida protección es Palma Sola, debido a que en el año 2002 fue declarado zona de monumentos arqueológicos por el entonces presidente Vicente Fox Quesada.
En Punta Diamante, del lado de Puerto Marqués, aparte de cinco petrograbados, cuatro de animales marinos y uno de un chamán, en 1990 se encontró en ese sitio una de las cerámicas más antiguas de Mesoamérica, cuya cronología es de aproximadamente 2 mil 300 años antes de Cristo.
Lamentablemente los vestigios de los antiguos pobladores de Acapulco parecen condenados a desaparecer, ante el desinterés por su conservación tanto de parte de los gobiernos como de los propios ciudadanos.
Gracias a eso quedaron borrados del mapa varios petrograbados en la zona de Tambuco, pocos saben siquiera que hay más en la parte alta de la colonia 5 de Mayo de La Sabana. Es más, ignoran que los hay en la península de Punta Diamante.
De acuerdo con la Ley Federal Sobre Monumentos y Sitios Arqueológicos Artísticos e Históricos, los propietarios de los predios donde se encuentren este tipo de vestigios asumen la custodia del patrimonio arqueológico.
Ojalá el proyecto de don Juan Antonio Hernández integre estos grabados prehispánicos, que los cuide, los aproveche, y no los vaya a explotar con dinamita. La arqueología no está reñida con la aventura. Puede dar un valor agregado a su inversión y conservar un poco de la riqueza histórica que los acapulqueños no pelamos, ni valoramos, para disfrute de los turistas.
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