Si alguna lección puede asimilar el priismo local de los resultados electorales observados en el Estado de México el domingo pasado, la más cercana es la que confirma que las estrategias golpeadoras y anti sistémicas de la oposición no siempre son efectivas. El notorio desgaste que contiene el discurso de Andrés Manuel Obrador fue insuficiente para sacar al PRI del gobierno estatal en esa entidad.
De hecho, aunque la elección en el Edomex se definió por la capacidad de movilización de estructuras partidistas e institucionales, uno de los factores que también influyó para que Morena no alcanzara los votos que le otorgaran el triunfo, fue que el programa de propuestas y oportunidades fue sustituido por un discurso violento y descalificador.
Sin embargo, en el escenario de la lucha electoral que se desarrollará en Guerrero el próximo año para la renovación de alcaldías, senadurías, diputaciones locales y federales, diversos actores políticos practican el discurso lopezobradorista como línea de trabajo principal para buscar cargos de elección popular.
Paradójicamente, en Acapulco, -principal municipio aportador de votos en Guerrero y cuyo control representa la joya de la corona después de la gubernatura-, el priismo representado por Fermín Alvarado Arroyo, presidente de este partido en el municipio, es el copiador más fiel del estilo AMLO.
Entrevistas, conferencias, discursos pronunciados por Fermín Alvarado vienen envueltos en un velo de rechazo radical a todo trabajo efectuado por el gobierno perredista municipal.
Ser crítico cuando se es oposición no tiene nada de malo. El problema es cuando señalas la suciedad en casa ajena y no percibes el estiércol que abunda en tu hogar.
En su acostumbrada conferencia de prensa al inicio de semana, el líder priista fustiga a la Secretaría de Seguridad Pública ante el elevado índice delictivo que registra Acapulco, lo cual es un hecho; Acapulco está agobiado por la delincuencia organizada.
Pero Fermín Alvarado nunca menciona que fue durante un gobierno municipal priista, 2010, del que formó parte su esposa Olga Salmerón, cuando Acapulco registró los mayores niveles de criminalidad.
Durante ese periodo de gobierno, Fermín Alvarado se desempeñaba como diputado federal, y jamás emitió declaración alguna ni llevó al Congreso de la Unión el tema de la acentuada inseguridad generada aquí por bandas del crimen organizado.
También refiere señalamientos contra las deficiencias en el sistema distribuidor de agua potable de Acapulco, lo que es una realidad.
Hasta ahora el gobierno municipal no ha logrado eficientar y mejorar la prestación de ese servicio básico. Pero lo que se le olvida a Fermín Alvarado es que hace no mucho tiempo fue director de la Comisión de Alcantarillado y Agua Potable de Acapulco, Capama, y durante su gestión al frente de este organismo se registró uno de los mayores saqueos presupuestales de que ha sido objeto la dependencia.
Se presume que gran parte del sobreendeudamiento que Capama todavía arrastra tuvo sus orígenes en el tiempo en que Alvarado Arroyo operaba ese organismo como su caja particular.
En el contexto partidista las declaraciones a favor o en contra de algún tema, colocan inmediatamente a quien las expresa en una vitrina debido a la prontitud de las nuevas tecnologías informativas, lo que puede ser altamente redituable cuando las expresiones son contundentes e irrefutables.
Tal vez copiar a Andrés Manuel López no sea tan malo. El problema es cuando el imitador está peor que lo que critica. La ventaja de AMLO es que el sistema no le ha podido comprobar ningún manejo turbio en finanzas o asuntos públicos.
Antes que nada, eso deben de tomar en cuenta quienes intentar seguir el estilo del tabasqueño.
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