Cuando se creía que la situación en Guerrero iba a mejorar por el hecho de que el gobernador Ángel Heladio Aguirre Rivero había realizado los cambios en el gabinete que se le había solicitado desde el Congreso del estado, en menos de 45 días todo ha regresado al punto inicial, pues el secretario de gobierno renunciado (Humberto Salgado Gómez) regresó convertido en coordinador general del gobierno estatal y quien lo sustituyó en el cargo (Florentino Cruz Ramírez) renunció a sus funciones ‘por motivos personales’. Quien vaya a suplir la vacante es lo de menos ya que quien sea nombrado estará sujeto a las directrices del poderoso coordinador general.
Si se ven los movimientos como un juego de ajedrez, lo menos que podríamos decir es que el gobernador hizo un movimiento magistral. Todo lo contrario. Lo realizado fue una muestra de autoritarismo a la vieja usanza priista y una demostración der la profunda debilidad institucional en su administrración.
Sobre el autoritarismo mostrado por el ejecutivo estatal se puede afirmar que el recién nombrado coordinador general del gobierno del estado nunca dejó de operar y por lo tanto su sucesor (Florentino) estuvo maniatado para actuar en consecuencia frente a los graves problemas que se le presentaron en su corto periplo como operar político gubernamental.
No solo fue el tema de la inseguridad pública, que está a todas luces en un franco descontrol en la entidad, sino en la relativa calma como se operó la solución a los bloqueos en carreteras federales y particularmente la que conducen al puerto de Zihuatanejo. También se le alejaron micrófonos y cámaras para hablar sobre los conflictos sociales, dando paso al recién nombrado vocero estatal, José Villanueva Manzanares, quien en lugar de apaciguar las aguas las revolvió aún más con declaraciones desatinadas y fuera de contexto.
Y por si fuera poco todo lo ocurrido, no se puede olvidar la forma tan burda como el gobernador Aguirre descalificó a su nuevo operador político como un funcionario capaz de dirigir los destinos de la entidad, durante su breve ausencia con motivo de su tan extraña como extravagante gira por los Estados Unidos de Norteamérica, ya que en lugar de dejarlo como encargado del despacho, nombró como gobernador interino a su secretario de finanzas, Jorge Salgado Leyva.
Pero Florentino Cruz Ramírez no ha sido desde luego un personaje dechado de virtudes en la función pública, ni como rector de la máxima casa de estudios de Guerrero (UAG) ni como secretario general de un gobierno municipal frustrante en Acapulco y mucho menos como diputado local emergente del viejo partido Convergencia hoy convertido en Movimiento Ciudadano.
Quizás por este currículum el gobernador Aguirre lo nombró sucesor de Salgado Gómez, pues creyó tener a modo a un funcionario que no le iba a chistar en nada y que iba a soportarlo todo. Al parecer el gobernador Aguirre falló en su pronóstico y Florentino se le rebeló, le increpó y le tiró la toalla sin más ni más.
Esos fueron quizás los argumentos ‘personales’ que esgrimió el mandatario para explicar la renuncia de su segundo secretario general, pues el primero, quien le renunció ‘por motivos de salud’ ha regresado y quizá con mayores bríos y posibilidades de cobrar viejas facturas de sus detractores.
Pero en lo concerniente a la debilidad institucional del gobierno estatal, es para muchos lo más preocupante. Es bastante conocido que la actual administración ha fracasado en dar resultados para mejorar las condiciones de vida de las grandes capas de personas que viven en la marginalidad y otras que se han sumado a la pobreza; mientras que la atención de su gabinete económico se ha centrado en realizar las grandes obras carreteras anunciadas que seguramente le retribuirán grandes dividendos y acrecentará su fortuna monetaria pero en detrimento de su abultado bagaje de hombre público convertido hoy en un pobre político.
Más aún, esta pobreza ideológica y política se ha mostrado en forma descarnada en la imposibilidad de mantener o sostener una administración con hombres y mujeres capaces de enfrentar los retos para construir un mejor Guerrero, sino en la imposibilidad de atraer personalidades calificadas para coadyuvar en la solución de los problemas heredados y de nuevo cuño y que seguramente dejará para que las futuras administraciones las resuelvan.
Lo cierto es que alejados o no del estado, seguimos viendo a través de los medios de comunicación la forma como se construye la imagen de una entidad como la de Guerrero, donde no se habla de esta más que de conflictos y problemas políticos y sociales que las autoridades locales en sus niveles municipal o estatal no pueden atender, menos resolver.
Los cambios en el gabinete son una vez más simulación, como lo que ha sido en todo este tiempo el actuar de la presente administración estatal.
Periodista/Analista Político*
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