Si eres supersticioso, este año será sin duda un dolor de cabeza y tendrás 365 días de incertidumbre.
Para los que no lo son, será un año más del calendario gregoriano el cual nos anuncia que hemos transitado un año más de existencia e iniciamos uno nuevo.Las familias, los amigos y todos los seres humanos se desean casi siempre buenaventura, felicidad, salud, prosperidad y bienestar en general, pues casi siempre, a lo largo de un año acontecen hechos lamentables y catastróficos, combinados con anuncios de novedades y sucesos insólitos que casi nadie los hubiese imaginado, lo cual compensa en cierto modo que nuestras vidas vayan siendo menos traumáticas y sobre todo menos llenas de amarguras, frustraciones o fracasos.
Hoy que vivimos en un mundo globalizado en donde nada de lo que ocurre en los lugares más apartados de la tierra nos es indiferente, algunas ocasiones se nos olvida poner los acentos en los hechos que se registran en nuestro alrededor lo cual seguramente nos impactan con mayor intensidad y nos cambian la percepción de lo que puede ser el devenir en otras latitudes.
De lo macro a lo micro.
Somos seres humanos que nos relacionamos en un territorio específico, que nos desarrollamos e interactuamos con nuestros vecinos próximos y que como sociedad local nos diferenciamos según nuestro estatus intelectual, económico, cultural y social. Nos constituimos en grupos y en aldeas—forma figurada—y a partir de ese hecho incontrovertible, actuamos y nos desenvolvemos.
Por esta razón, la celebración de un año nuevo es digno de observación, sobre todo ahora cuando las nuevas tecnologías han logrado hacer realidad lo inimaginable, o sea, el ser testigos al instante de la forma como nos hemos uniformado para llevar a cabo este ritual, más allá de las cuestiones ideológicas, políticas o religiosas, ya que sobre todas las cosas, se ha impuesto el modelo de la sociedad de consumo, del llamado neoliberalismo que hoy por hoy ha logrado atraer y absorber a todo tipo de sociedades, sean estas cerradas, abiertas, pro comunistas o pro socialistas, no se digan las sociedades capitalistas que han sido la punta de lanza de este cometido hoy coronado por el libre comercio.
Lo racional de esta celebración es la convivencia que promueve y que alienta a que los seres humanos hagan propósitos de ser mejores, de superar enconos, cambiar de hábitos y de ser constructores de una sociedad mas amable y generosa. En estos y otros propósitos que tienen que ver con el desarrollo humano, juegan un papel importante las religiones, todas por igual, pues no existe una sola que promueva el mal o el encono, sino que son instituciones que reiteran su vocación por la paz, el amor, la convivencia pacífica y los mas altos valores del ser humano que tienen como fin el bien común.
Hoy que llegamos al 2013, después de un azaroso 2012, debemos pensar que bien podemos hacer cada uno en su radio de influencia un esfuerzo supremo para que las diferencias entre uno y otro, sea del tipo social, intelectual, económico, político, ideológico o religioso, lo podamos resolver de la manera mas civilizada posible, pues una cosa es cierta y casi verdadera, que las diferencias nunca podrán resolverse sin que las partes pongan algo de sí. Cuando esto no sea posible, que no quede de uno el esfuerzo por evitar la confrontación y con ello la guerra.
Solo así, con esta mística, los seres humanos haremos de este 2013 un año diferente y largamente deseado, desde luego con sus asegunes.
Periodista/Analista Político*
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