Nunca antes, como ahora, vemos a una decadente administración municipal, entregar un Ayuntamiento no solo sumido en una enorme quiebra financiera y económica sino también en un descontrol total de la forma de administrar los recursos materiales y humanos y una auténtica ausencia de autoridad jurídica, moral y ética.
Lo peor del caso es que la autoridad municipal en funciones no es la única culpable de esta catástrofe que se vive en Acapulco sino que el 99 por ciento es heredado por su antecesor, el hoy diputado federal, Manuel Añore Baños, quien junto con un séquito de funcionarios y dirigentes políticos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) saquearon a mas no poder las arcas municipales y sin importarles el daño que estaban causando con estos actos, trataron de colocarse en otras posiciones políticas a fin de evitar cualquier acción penal que se le fincara en el futuro.
Por este daño causado al municipio, los priistas perdieron el 99 por ciento de las posiciones políticas en disputa el pasado primero de Julio, sino que no lograron tener las simpatías suficientes para hacerse de nueva cuenta del Ayuntamiento el cual cambiará ahora de manos y por lo tanto ocupará la alcaldía el ex dirigente nacional del Movimiento Ciudadano (MC), Luis Walton Aburto.
Y el cambio que se requiere en Acapulco no es solo de estafeta sino mas bien de acciones y actitudes que puedan enviar un mensaje claro a los ciudadanos de que la nueva administración llevará a cabo todas y cada una de las determinaciones necesarias para poner al descubierto y ante la opinión pública las tropelías, trapacerías y deshonestidades de la saliente administración a fin de que se sancione en primer lugar y se retribuya, en segundo lugar, los dineros públicos que fueron desviados y acaparados por las autoridades y funcionarios del gobierno local.
No solo enfrentará Walton Aburto un inicio de gobierno con problemas de carácter financiero y económico sino un cúmulo de demandas de parte de los trabajadores municipales quienes han sido en cierta forma burlados en sus derechos por cuestiones meramente políticas y han sido desplazados de sus fuentes de trabajo. A la vez, el nuevo edil, tendrá que meter mano y a profundidad en todo lo que tiene que ver con el funcionamiento de las direcciones y departamentos que fueron saqueados tanto en lo material como en su presupuesto por los mercenarios añorvistas.
Si bien es cierto que al futuro alcalde Luis Walton se le ubica como una persona de recio carácter, lo cual podría ser una crítica, hoy este carácter puede ser una ventaja para que no se olvide que los acapulqueños no desean venganza sino que se haga justicia, que se descubra a los saqueadores del Ayuntamiento, se les exhiba y se les castigue en forma ejemplar por el daño causado al municipio y por ende a cada uno de sus habitantes, sean estos oriundos o no de estas tierras porteñas.
La bomba de tiempo que recibirá Luis Walton Aburto podrá ser de inmediato desactivada siempre y cuando se tenga, como parece ser, el apoyo decidido del gobierno del estado, el cual, como se vio hace unas semanas, ofreció el auxilio económico al Ayuntamiento saliente para superar su falta de liquidez para pagar los salarios de los trabajadores quienes se han quejado de lo irregular que ha sido esta administración para cumplir con sus responsabilidades elementales.
Pero aún y cuando el gobierno del estado pueda entrar como una especie de salvavidas para auxiliar a la nueva administración, Walton Aburto tendrá que ofertar a los ciudadanos lo que hará para que su administración funcione adecuadamente y de respuesta puntual a los reclamos de la población los cuales no exigen más que lo mínimo indispensable, como por ejemplo que los servicios públicos se ofrezcan de manera regular y en forma eficiente, lo cual no ocurre así desde hace ya varios años y que trasciende la administración que está por terminar.
Otro rubro que tendrá que atender de manera inmediata el gobierno municipal entrante será el administrativo a fin de que se realice una reingeniería y se lleven a cabo los planes necesarios y aplazados en forma irresponsable por las pasadas administraciones como es la descentralización de funciones, ya que Acapulco ha crecido exponencialmente y solo lo administrativo no ha logrado crecer a la misma velocidad lo cual se ha reflejado en detrimento de la recaudación.
Los encargados de la transición por parte del alcalde electo son personas reconocidas y profesionales y tendrán la sensibilidad suficiente para atender los puntos negros que surjan durante la entrega-recepción y que seguramente no serán pocos sino tantos que resolverán en la puesta en escena de un nuevo tipo de administración pública municipal más ágil, mejor entendida y sobre todo mejor correspondida por parte de los ciudadanos o de quienes tengan la intención de invertir y generar empleos.
El rescate de Acapulco no es retórica sino una realidad verdaderamente lastimosa. El gobierno local tendrá que echar toda la carne al asador para logra que los gobiernos federal y estatal dispongan de un paquete especial para fortalecer a la administración entrante y con ello dar pié a que todos los involucrados en esta nueva empresa para que puedan desplegar todas sus aptitudes y sus actitudes a fin de que el desastre que se vive hoy en el Ayuntamiento sea superado de la mejor manera y en tiempo récord.
Hasta estos momentos, el alcalde electo no ha dado a conocer a su gabinete y esperamos que esto sea a la brevedad para que se les pueda, de alguna forma, evaluar y se conozcan sus debilidades y fortalezas y con ello se realicen las rectificaciones o las ratificaciones necesarias de los cargos otorgados.
Ya sabemos que Luis Walton Aburto ha declarado que no será acompañado ni de amigos ni de familiares y si en cambio designará en las posiciones claves de mando a los mejores ciudadanos y reconocidos como tales por la propia comunidad acapulqueña.
No tenemos que repetir los daños profundos que han causado las autoridades y funcionarios de la administración saliente, pero sí es necesario repetir una y otra vez, que el nuevo gobierno local, si quiere rescatar a Acapulco lo tendrá que hacer desde la propia comunidad.
Para lograr este reconocimiento popular, el nuevo gobierno ello tendrá que ofertar de entrada, mejores servicios públicos que tiene que ver con la seguridad (prevención del delito), agua potable, recolección de basura, alumbrado, mantenimiento de vialidades y parques así como el transporte (camiones y taxis).
Pero lo que no se podrá olvidar ni podrá eludir la nueva autoridad local es la petición popular de que se haga una verdadera y real auditoría y que sus resultados se den a conocer a la opinión pública a fin de que la transparencia sea también una luz en el camino hacia un Ayuntamiento nuevo, de verdadero cambio, no de transición, como se quisiera suponer. De estas primeras acciones dependerá el futuro de Acapulco y de su novel autoridad.
Una vez mas recordamos que si el Ayuntamiento de Acapulco está en serios problemas y se requiere que se le aplique un rescate monumental, también es cierto que se necesita hacer justicia a una ciudadanía no solo golpeada por la ineficiencia de los funcionarios de la administración saliente sino agraviada política, económica y moralmente por quienes sin ningún recato han logrado reiterar su estatus de delincuentes oficiales de ‘cuello blanco’.
¿Que quiénes son los culpables de la debacle?, bien lo saben los porteños y las autoridades entrantes y por lo tanto tendrán en sus manos la posibilidad de exhibirlos para que nunca más puedan aspirar a solicitar el apoyo popular electoral para un puesto de representación o de gobierno.
El compromiso en este rubro no es canjeable ni negociable y eso lo sabe y lo sabe bien el alcalde electo, Luis Walton Aburto.
Periodista/Analista Político*
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