Todo parece indicar que ahora sí, Felipe Calderón Hinojosa ejercerá sin ambages ni titubeos las facultades no escritas que posee el Poder Ejecutivo en México: ser juez y parte muy activa en el desenlace político-electoral 2012. El actual presidente de la República apostó con varias canicas del PAN y la “cuiria”, la esfera de vidrio con matices femeninos resultó electa, bajo procedimientos antidemocráticos como acarreo, presión, compra de conciencias y populismo, para obtener los favores de militantes y adherentes panistas. Calderón Hinojosa pretende fungir como el fiel de la balanza con los recursos públicos. Su mensaje equívoco lo hace a través del pensamiento “lo que hago es en nombre del interés general”, para llevar al cabo movimientos en el tablero del ajedrez nacional, intentando posicionar favorablemente a Josefina Vázquez Mota y demás contendientes a puestos de elección popular, entre los que se encuentran cercanos colaboradores, amigos y parientes (sólo hay que ver la lista para diputaciones y senadurías plurinominales que publicó el PAN). Él y su partido están desplegando una estructura mediática para que la sociedad crea que la silla presidencial y el partido de la derecha fundado por Manuel Gómez Morín son uno mismo.
Los spots institucionales, así como los discursos en actos públicos están infestados de semiótica politizada, a fin de colocar en la mente de las masas la impresión de que sólo faltan seis años más para afianzar el legado calderonista y así concretar el tan manoseado proceso de transición, que no llegó siquiera a una alternancia orgánica que modificara pautas en el sistema político mexicano. Insisto: la estrategia abordada a final de sexenio está dirigida a que la sociedad confunda la banda presidencial con el PAN. Hacer creer que Vázquez Mota es la heredera que cerrará con broche de oro el marketing inaugurado desde el año 2000 por el exmandatario Vicente Fox Quesada señalado como ignorante, inepto y corrupto, y continuado por el actual mandatario catalogado como impune, inhumano e ineficaz, es la prioridad para la conclusión de la administración federal plagada de sinsabores, errores y miseria material y humana.
De la figura del hombre con bigote grueso y botas norteñas se pasó al de la insipidez de un Jefe de Estado y Gobierno ensimismado en sustentar su gestión en el exterminio del crimen organizado. La jugada proveniente de la casa residencial de Los Pinos es hacer que llegue una mujer entrenada para sonreír sin mostrar arrugas frente a las lentes de los medios de comunicación, debido a la alta carga de botox en su cutis y a preservarse con un cuerpo anoréxico enfundado en vestidos de marcas internacionales. El mensaje presidencial pareciera estar remarcando, una y otra vez: “ya transitamos de la bulla foxista a la terquedad de un presidente que no oye a nadie, para que al final con una mujer se logre sostener al panismo como presumible organizador de la gobernabilidad en México, por lo menos en los seis años venideros”.
La persistencia de la guerra contra el narcotráfico, las cuentas abultadas de las reservas internacionales, programas asistencialistas que no resuelven los índices de pobreza, como por ejemplo el denominado seguro popular y piso seguro; van a ser magnificados por la táctica del terror, es decir, por poner la espada de Damocles pendiendo sobre la cabeza de gobernantes, legisladores, políticos y empresarios afines a otros partidos, principalmente del PRI, a fin de abrir brecha a todas y todos los candidatos del PAN.
Las señales son muy evidentes, pues en las últimas semanas autoridades mexicanas y estadounidenses han anunciado con bombo y platillo que “van con todo” contra los líderes del mal, entre ellos el conocidísimo Joaquín Guzmán Loera, el Chapo; las investigaciones a exgobernadores y expresidentes municipales del PRI y PRD (recuérdese los casos de Carlos Hank Rohn, Greg Sánchez, Manuel Cavazos Lerma, entre otros), y las presentaciones de resultados gubernamentales. Este intento de relucir logros quiere incrustarse en la psique social como producto terminado del panismo que, en teoría, está adornado por la “ideología” del bien común al estilo de la iglesia católica. Desde los primeros días de 2012 la presidencia y el Partido Acción Nacional son exhibidos como una mercancía política fusionada, a fin de que el electorado ubique lo mejor de la actual administración con el partido que ha sido secuestrado por Calderón y compañía.
Mientras la maquinaria de los mass media y las acciones represivas de los aparatos del Estado mexicano operan para infundir miedo extremo no sólo a la delincuencia común y organizada, sino también a la partidocracia y a la población, las concertacesiones se siguen concretando en beneficio del clan calderonista, con el objetivo de cubrir las enormes irregularidades en el ejercicio del poder. Por un lado la sociedad es observante de las reyertas partidistas y de los fallidos intentos por apresar a priistas y perredistas, pero por el otro se aprecia que los opositores al PAN no han querido o podido unificar criterios, a efecto de detener el enorme gasto en publicidad oficial y la injerencia presidencial en el proceso electoral 2012, que culminará con las votaciones del próximo domingo 1 de julio.
La tarea del PRI, PRD, PT y Movimiento Ciudadano no debe estar centrada en la visión cortoplacista de captar/dividir sufragios, sino en la urgencia para destapar la olla de presión llena de frijoles, para que Felipe Calderón, aliados, colaboradores y familiares directos e indirectos comparezcan en los tribunales nacionales e internacionales, para que den cuenta de sus actividades políticas y de negocios, pero sobre todo las referentes a su responsabilidad pública. El ataque a la falsedad y la inseguridad debe ser la primacía de los partidos y sociedad civil no organizada. No obstante la urgencia de poner las cosas en su real dimensión nadie quiere entrarle de lleno, porque hay “colas y pendientes” en muchos de los personajes de la vida política mexicana. Se requiere parar la caída del todo, neutralizando a quienes han causado perjuicios. Punto.
Si las cosas continúan de la misma manera, posiblemente habrá un repunte en los porcentajes a favor de la candidatura de Josefina Vázquez Mota y un mayor fraccionamiento de votos para los otros partidos. Y no es que “Chepina”, como le dicen sus allegados, sea una mujer malévola, porque de lo que se trata es remarcar que ella representa más de lo mismo, lo cual resulta inadmisible en estos tiempos de crisis generalizada.
El imperativo es llevar al banquillo público al gobierno de Calderón Hinojosa y sus personeros, desenmascarando la cacareada limpieza blanquiazul. Poner a los panistas y políticos nefastos en el escrutinio social tiene que ser la llave para ensanchar las puertas de una democracia horizontal que busque legitimidad en lugar de legalidad procedimental.
Si los partidos no entienden que es el momento para arrinconar al Ejecutivo, sacarlo del escenario mediático, sentarlo y obligarlo a que deje de perseguir actores políticos y a ciudadanos de todas las clases sociales como consigna, la política del miedo podría perdurar y destrozar por completo el tejido social. Deben neutralizarse y dejar sin efecto los ases guardados bajo la manga de Felipe Calderón, tales como: 1) Los muy probables anuncios de detenciones de capos de primera línea, que tratarán de reforzar la idea de efectividad de su guerra contra el crimen organizado y la eficacia gubernamental y, 2) La emisión de promocionales para comunicar los macro resultados panistas con corte populista al más puro estilo de las consignas que propagan empresas que venden a la superación personal como la panacea para solucionar los problemas que aquejan a la gran mayoría de los mexicanos; toda vez que pretenden llevar a grado supremo de enajenación la intencionalidad y luego posicionamiento final de votos el domingo 1 de julio próximo.
Los dados están colocados en la mesa y sólo esperan manos que los hagan rodar. Se necesita una visión y proyecto de país. Punto. B.H.G.
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