El poder político y económico, tiene rasgos inexplicables. Como brebaje que embrutece, conduce al hombre a un abismo que le produce anemia y que, lo vuelve adicto al vértigo del mando, la jerarquía, la impunidad, el dinero, las influencias y todos los derivados de obtener y recibir, sin parar mientes en si las cosas se merecen o no.
Un ejemplo fue la comilona de Emiliano Díaz Román, virrey de Elba Esther en Guerrero, la semana pasada en Iguala con motivo de su cumpleaños. 10 mil invitados en procesión laica para venerar a un líder tan venerable.
El envés del poder lo viven Zeferino y López Rosas. Un infortunio que se padece ante la falta de posición política. Duro, cruel y más brutal, cuando se ha convivido con el ejercicio de la obediencia, por parte de una burocracia que sólo sabe recitar “Sí Señor” y repetir “Sí Señor”.
El Rey Desnudo es un cuento de Cristian Andersen, uno de los clásicos desconocido por los políticos. Narra el timo de unos charlatanes al vender al monarca, la idea de un traje que sólo pueden admirar los virtuosos. Analogía que es una farsa semejante a la carencia de poder, que es igual a la falta de verdad y la total aridez de la conciencia.
Los hechos de un ex gobernador que quiere ser alcalde y el de un ex procurador al que sitia la policía, se reducen a la simpleza de no poseer en estos instantes, aquel elíxir -el poder-, que ayer en las peores angustias, los salpicaban de protección.
PD: “Al poder se llega de rodillas”: José Martí.
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