El PRI había desbordado los ánimos de repulsa hacia la política pútrida y corrompida. La gente ansiaba un cambio de nombres, hombres y apetecía maneras escrupulosas de manejo en los bienes públicos. En tales circunstancias hizo su aparición como adalid de la inconformidad Zeferino.
El electorado creyó su discurso y respaldó sus intenciones. Derrotó al sistema y nos sentamos a esperar a que echara fuera del gobierno a los fariseos. No hubo tal presagio. La corrupción dejó de ser anatema maldito y se convirtió en compañera de viaje. Los priístas fueron recogidos para la tarea recicladora y el cambio se fue desvaneciendo hasta convertirse en humo, polvo, en nada.
La amnesia tiene ascendencias magníficas. Purifica la mentira y es comodina para los embaucadores y rufianes.
Abanderado del PAN olvida sus orígenes políticos en el PRD y dónde quedaron aquellos dicterios “Quien cambia de partido es un travesti político” “La política no es mercado para andar comprando conciencias”.
Candidato panista, esperemos después los haga a un lado, para reunir en torno a su “proyecto” sólo a sandios y vagabundos, menesterosos de la vida pública, a priístas fáciles y serviciales que a cambio de la nómina sean capaces de empeñar hasta su progenitura.
2012 no es 1999. No hay incertidumbre. El desencanto del fabricante de ilusiones es tanto que, el electorado sabe que hoy es mejor gobierno el PRI que las promesas de los fallidos practicantes que burlan al pueblo con amnesia.
PD: “Nunca segundas partes fueron buenas”: Cervantes.
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