LECTURA POLÍTICA
La situación ya rebasó al dirigente estatal del PRD, Carlos Reyes Torres. No solamente por lo desaseado de su elección interna para elegir Consejeros políticos y delegados estatales y nacionales, sino porque careció de habilidad y tacto político para enfrentar los reclamos posteriores de las tribus. En su debut como líder del perredismo en Guerrero, fracasó rotundamente.
En esa lógica, algunos miembros de las tribus han comenzado a madurar la posibilidad de un eventual reemplazo de esa dirigencia, del ex edil de La Unión y ex diputado local chavarrista.El argumento que manejan parece convincente: si no pudo lograr unificar al perredismo en este primer ensayo electoral, ¿qué podría esperarse de él entonces, para cuando se decidan los nombres de los candidatos de ese partido para la elección de 2012? Se entiende que una fisura interna aún mayor.
Por una simple razón: el árbitro está muy cargado hacia el Grupo Guerrero, la tribu a la que pertenece. Pero más allá de ello, Reyes Torres no es dueño de sus decisiones. Como los invidentes, ha sido llevado a cometer esos errores de la mano del secretario de Desarrollo Social, David Jiménez Rumbo. En réplica exacta a como se manejó con el extinto Armando Chavarría. Y esa actitud continuista y sumisa podría hacerle mucho daño a un PRD que necesita con urgencia, recuperar una parte importante de la legitimidad y credibilidad perdidas. Basta con pulsar el diagnóstico.
EL DIRIGENTE QUE NO ES.- Desde que Carlos Reyes Torres, asumió como dirigente estatal del PRD, definió claramente sus objetivos: mantener a su tribu Grupo Guerrero, a la cabeza de las demás. Pero también situarse como contrapeso de poder, respecto del grupo político liderado por el gobernador Aguirre Rivero, quien venía de ganar aparatosamente la elección del pasado 30 de enero. En esa tónica, Reyes Torres deflagró en varios frentes:
1.- Ha mantenido desde su inicio como dirigente perredista, una actitud hostil hacia el gobernador Aguirre, a quien exhortaba reiteradamente, a no inmiscuirse en los asuntos internos del PRD. Es decir; quería fuera al mandatario estatal de las decisiones que él tomara. Y que si su tribu Grupo Guerrero se fortalecía mediante trampas y marrullerías, el ejecutivo estatal se quedara callado.
Al parecer por razones de civilidad política, además de mostrar un gesto de respeto y pluralidad hacia las tribus, Aguirre así lo hizo. Al optar por salir de este laberinto visceral, dejó que las tribus se hicieran pedazos entre ellas. Mostrando así el rostro tumefacto de un dirigente estatal que en los hechos, nunca ha operado como tal.
2.- Al estallar el conflicto por la amañada y sucia elección de Consejeros y delegados perredistas, Reyes Torres extravió la brújula. Porque lejos de sumarse a la impugnación de todo el proceso, optó por no firmar el acuerdo en ese sentido, como sí lo hicieron 13 de los 15 integrantes del Secretariado estatal del PRD.
Prefirió rumiar su inconformidad junto con el secretario de Finanzas, Amílcar García Estrada, –también de la tribu Grupo Guerrero- alegando que no se podía echar abajo toda la elección. Sin embargo el punto era irreversible: las imágenes en las que distinguidos perredistas se robaban y quemaban urnas desfilaron elocuentes en los medios de comunicación. Era evidente la forma sucia y antidemocrática con la que operaron.
No había ninguna duda de que todo aquello fue un auténtico cochinero. Había elementos de sobra para exigir la reposición completa del proceso. Pero Carlos Reyes prefirió salvaguardar sus intereses de tribu –porque sabía que iban arriba en el conteo-, que actuar con la imparcialidad con la que debe conducirse un dirigente partidista. Y fue en esa jugada donde perdió todo. Jiménez Rumbo lo arrastró con él.
HOJEADAS DE PÁGINAS…Como si la entidad estuviera a la vanguardia en cuanto a la reforma de sus leyes, los diputados locales de la 59 legislatura decidieron tomarse la semana completa del puente que muchos construyeron por el Día de Muertos. Y eso refrenda los “altos niveles” de compromiso de los legisladores respecto de sus representados…
El proditorio asesinato perpetrado contra el alcalde panista Ricardo Guzmán Romero, de La Piedad, Michoacán, se lee como un aviso por parte de los grupos delictivos, contra el presidente Felipe Calderón y su hermana, Luisa María Calderón, candidata del PAN al gobierno de la vecina entidad. El ambiente se calentó porque el próximo domingo 13 será la elección constitucional. Y los michoacanos saldrán a votar con miedo. Otros de plano, no lo harán.
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