*87 AÑOS DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ CON EL OLOR DE LA GUAYABA
Tenía 30 años cuando leí:
“Durante el fin de semana los gallinazos se metieron por los balcones de la casa presidencial, destrozaron a picotazos las mallas de alambre de las ventanas y removieron con sus alas el tiempo estancado en el interior, y en la madrugada del lunes la ciudad despertó de su letargo de siglos con una tibia y tierna brisa de muerto grande y de podrida grandeza”
Y desde aquel momento supe de la existencia de otro plano de la realidad, otra forma de narrativa, solo imaginada por Gabriel García Márquez, “El Realismo Mágica”. “El Otoño del Patriarca” me llevó a “La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada” y a la definición de la narrativa policiaca poco valorada, pero que El Gabo, de manera magistral hace suya en “Crónica de una Muerte Anunciada”:
“Nasar sabía que le iban a matar cuando los hermanos Vicario lo alcanzan a la puerta de su casa y lo apuñalaron pese a los intentos de Santiago Nasar por defenderse a manos limpias. Santiago caminó varios metros en estado de alucinación, sosteniendo con las manos las vísceras colgantes. Rodeó la casa y al entrar por la puerta de la cocina le dice a Wenefrida Márquez que lo han matado”.
En su casa de la ciudad de México, El Colombiana de Aracataca, Gabriel García Márquez cumplió este jueves 6 de marzo 87 años de edad y 47 años de haber escrito:
“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos”. “Cien años de Soledad”.
Me precio de haber leído mucho de El Gabo, casi todo, y sí, mi modesta narrativa, sin aspirar nunca a una comparación ni a su nivel, está influenciada por su “Realismo Mágico”, pero también, por la narrativa de otros escritores latinoamericanos como Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Rómulo Gallegos, Antonieta Rivas Mercado entre otros, con la fortuna de contar con sus libros en mi pequeño acervo.
El escritor colombiano y amigo entrañable de El Gabo, Plinio Apuleyo Mendoza, le hace una entrevista magistral en “El Olor de la Guayaba”, y para este panegírico escogí una de las preguntas que le hace a Gabriel García Márquez:
¿Cuál es, en tu caso, el punto de partida de un libro?
“Una imagen visual. En otros escritores, creo, un libro nace de una idea, de un concepto. Yo siempre parto de una imagen. La siesta del martes, que considero mi mejor cuento, surgió de una visión de una mujer y una niña vestidas de negro y con un paraguas negro, caminando bajo un sol ardiente en un pueblo desierto. La hojarasca es un viejo que lleva a su nieto a un entierro. El punto de partida de El coronel no tiene quien le escriba es la imagen de un hombre esperando una lancha en el mercado de Barranquilla. La esperaba con una especie de silenciosa zozobra. Años después yo me encontré en Paris esperando una carta, quizás un giro, con la misma angustia, y me identifiqué con el recuerdo de aquel hombre”. — con Enrique Gutiérrez San Miguel, Carlos Gonzalez Fonseca, Laura Sánchez Granados y 43 personas más.
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